EL REDESCUBRIMIENTO DE LA FORMACION DE MAESTROS:
LA RENOVACION DE LA ESCUELA
Y LA FORMACION DE LOS EDUCADORES

Por John I. Goodlad

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La formaci・ de maestros -- la preparaci・ profesional de maestros de ense・nza elemental y secundaria-- ha sido una empresa desatendida, v・tima durante largo tiempo de falta de prestigio. Cuando las instituciones del sector fueron convirti・dose sucesivamente de escuelas mormales en colegios universitarios de magisterio, colegios universitarios estatales y universidades estatales, algunos colegios universitarios de educaci・ consideraron prudente mantener en un discreto segundo plano su papel de formaci・ de maestros y ganar prestigio mediante su identificaci・ con la investigaci・ en las artes y las ciencias. Muchos renunciaron a la formaci・ inicial de maestros, para dedicarse exclusivamente a la ense・nza de postgrado.

De hecho, la mayor・ de las principales escuelas de magisterio preparan, si acaso, s・o a un pu・do de maestros en ciernes. Dado que todas estas escuelas est・ radicadas en una importante universidad orientada a la investigaci・, un observador podr・ llegar a la conclusi・ de que no hay lugar para la formaci・ de maestros en las m・ prestigiosas mansiones de la ense・nza superior.

Mi conjetura principal en este art・ulo es que la ense・nza superior tiene una responsabilidad moral de proveer liderazgo, en aseguar maestros bien formados a las escuelas de Estados Unidos. Evitar deliberadamente la formaci・ de maestros en vez de darle preferencia, merece oprobio, no prestigio.

Sin embargo, de improviso, la formaci・ de maestros ha sido descubierta de nuevo en c・culos de pol・ica y se la ha vinculado decididamente a la reforma de la ense・nza. Quince a・s de atenci・ p・lica a la reforma de la ense・nza se han ampliado ahora a la ense・nza superior y a la funci・ que siempre se le ha asignado de formaci・ de maestros. Las actitudes que pueden adoptar las instituciones respecto a la formaci・ de maestros han quedando limitadas a tres solamente, la primera de las cuales es, probablemente, inaceptable: renunciar a ella, atenerse a las normas estatales, o ejercer el liderazgo moral y program・ico.

En Estados Unidos existe actualmente una ins・ita iniciativa para la mejora de la ense・nza llamada la Red Nacional para la Renovaci・ de la Ense・nza (NNER). Su programa -- el Programa de educaci・ en una democracia -- sirve de gu・ a la labor de los educadores en 33 colegios universitarios y universidades, m・ de 100 distritos escolares y m・ de 500 escuelas unidas en una asociaci・ para la renovaci・ simult・ea de la ense・nza y la formaci・ docente. Tres de estas asociaciones de escuelas y colegios universitarios forman a m・ de la mitad de los maestros que se grad・n en sus respectivos estados, en programas completamente distintos de los que exist・n hace tan s・o pocos a・s.

Una de las caracter・ticas m・ notables de la red NNER es que los dirigentes principales de todos los niveles est・ all?por su propia voluntad. Los participantes en la red hacen lo que hacen por la mejor raz・ del mundo: quieren hacerlo por dos motivos principales -- las pruebas cada vez m・ contundentes del descuido al que se ha relegado la tarea de formaci・ de maestros, y un programa de fondo intelectual estimulante y s・ida base moral.

El programa Agenda for Education in a Democracy (Programa de Educaci・ en una Democracia), que surgi?como resultado de dos indagaciones m・s con unos colegas sobre la ・dole del cambio de las escuelas y la ense・nza, consta de tres partes: misi・, condiciones necesarias para la misi・ y estrategias de ejecuci・. Presentan un desaf・ atemorizante.

La misi・, que consta de cuatro partes, establece para los maestros y los educadores de maestros: la inculcaci・ de una cultura de democracia pol・ica y social a la poblaci・ de edad escolar, la introducci・ integral de los j・enes a la conversaci・ humana, el ejercicio de la pedagog・ aut・ticamente interesada en el alumno, y la custodia moral de las escuelas y los programas de formaci・ de maestros. Al menos 60 condiciones son necesarias para el cumplimiento de esa misi・. Las estrategias exigen la asociaci・ simbi・ica de las escuelas y las instituciones de ense・nza superior. Esto ・timo se espera que d?por resultado la colaboraci・ de profesores de colegios universitarios de pedagog・ y departamentos de artes y ciencias.

Una inmersi・ intensiva en el programa de los agentes principales mediante un programa de direcci・ de un a・, una reuni・ anual de participantes, el establecimiento de redes entre centros y el pleno uso de las maravillas de las comunicaciones electr・icas modernas, ha producido una energ・ ps・uica y la sinergia necesarias para la renovaci・ individual e institucional. Sin el programa conjunto, es poco probable que las tres culturas, por largo tiempo desconectadas -- la formaci・ de maestros, las artes y lasciencias y las escuelas, cada una de ellas con una parte del programa de estudios, se hubieran asociado para reunir las piezas program・icas en un todo razonablemente coherente e impulsado por la misi・.

En lo que respecta a la formaci・ de maestros para sus carreras, se plantean algunas cuestiones. En el supuesto de que queramos que todos los maestros sean ciudadanos bien instruidos y con una s・ida preparaci・ en las disciplinas de su competencia, ・arantizan esos resultados los actuales programas de estudios y la consideraci・ de los estudiantes? En el supuesto de que los maestros necesiten estar familiarizados con determinadas disciplinas para promover la misi・ p・lica de instruir en los principios de nuestra democracia, ・・o se va a garantizar ese resultado? En el supuesto de que los maestros futuros necesiten aprender dos veces determinadas disciplinas, una para ellos mismos y una vez m・ para ense・rlas a los ni・s o adolescentes, ・on adecuadas las disposiciones para tal aprendizaje? Y dado nuestro creciente entendimiento de la pedagog・ necesaria para atender a una poblaci・ escolar diversa, ・s razonable suponer que un maestro bien instruido en pedagog・ y las disciplinas pertinentes necesite s・o cuatro a・s de educaci・ superior? En vista de esto, hoy, para cualquier colegio universitario o universidad que quiera preparar maestros de ense・nza elemental y secundaria, es imperativo que el campus ・tegro responda a estas preguntas.

Hay ahora un acuerdo b・ico bastante grande sobre lo que es necesario hacer para que la formaci・ de los maestros sea una empresa din・ica. Los elementos principales de este acuerdo r・idamente pasan a formar parte de la sabidur・ convencional con respecto de la mejora de este sector, e incluyen la necesidad de la asociaci・ de la escuela y la universidad, el compromiso y la participaci・ regular de los miembros del claustro en las artes y las ciencias, la actuaci・ de las escuelas asociadas o profesionales como instituciones "de docencia", y la renovaci・ conjunta de estas escuelas y la formaci・ de maestros basada en la universidad. Existe tambi・ considerable concordancia de opiniones en torno a la necesidad de un liderazgo al nivel m・ alto tanto en el sistema de educaci・ superior como en las escuelas preuniversitarias para dar prioridad a la formaci・ de maestros. Adem・, hay un compromiso cada vez mayor de aumentar la experiencia pr・tica en el programa de estudios e integrar en un todo coherente las actividades basadas en la escuela y la universidad.

Sin duda, estos acuerdos est・ llenos de dificultades, entre ellas las diferencias culturales entre las escuelas profesionales y las universidades. Adem・, los administradores y el claustro de las escuelas est・ sometidos estos d・s a una presi・ cada vez mayor por parte de los padres que est・ ansiosos por los pedidos de reforma de la educaci・, y las mismas propuestas de reforma. En vista de esta situaci・, una mayor participaci・ en la formaci・ de maestros f・ilmente se percibe como una carga adicional.

Sin embargo, la Comisi・ Nacional de la Ense・nza y el Futuro de Norteam・ica ha propuesto como meta que para el a・ 2006 todos los ni・s tengan un maestro calificado, competente y entregado. Deber・mos aspirar a alcanzar esa meta.

Existen dos motivos por los que las instituciones de ense・nza superior deben unirse con escuelas asociadas para alcanzar esa meta. Primero, desde un punto de vista pr・tico, el cumplimiento simb・ico probablemente lo ver・n con disgusto los formuladores de pol・ica estatal -- con las consiguientes repercusiones en las asignaciones presupuestarias. Segundo, en t・minos ・icos, tomar la iniciativa en el dise・ de programas que atraigan y formen a maestros excepcionales para las escuelas del pa・ es, sencillamente, lo que se debe hacer.

En la mente de muchos que pretenden ser reformadores, la formaci・ de maestros es algo que no necesita m・ que unos parches. Pero una investigaci・ m・ detallada de la historia de la formaci・ de maestros, del descuido en que ha estado relegada tras la emergencia de la universidad americana, y de las recomendaciones de cambios fundamentales a los que ahora se presta o・os, ofrece algunas lecciones provechosas que pueden orientar a las instituciones empe・das en hacer importantes mejoras.

Primera, es preciso establecer una relaci・ simbi・ica entre los colegios universitarios y las universidades, ambos comprometidos a la renovaci・, en pos de una misi・ com・.

Segunda, el tiempo y el trabajo dedicados a la creaci・ y el mantenimiento de esta asociaci・ para la renovaci・ simult・ea necesita una relaci・ similar a la que existe entre una facultad de medicina y un hospital docente, excepto que en el primer caso, se necesitan varias escuelas "de docencia".

Tercera, cuanto m・ se afirme la colaboraci・ entre escuelas y universidades y m・ reconozcan que se necesitan mutuamente para formar mejores maestros y establecer mejores escuelas, m・ complejo ser?el mecanismo de administraci・. Ser?necesaria una direcci・ innovadora para crear arreglos de organizaci・ y, tal vez, nuevos medios -- como el centro de pedagog・ que ha sido recomendado -- para administrar un presupuesto de toda la fomaci・ de maestros, determinar procedimientos gubernamentales, seleccionar escuelas asociadas, asegurar la renovaci・ del programa de estudios y mucho m・.

Cuarta, ya sea que se adapte de otro anterior o que se cree de nuevo, debe haber un programa claro y com・ de misi・, condiciones y funciones para los tres grupos de participantes principales. Dados estos componentes esenciales, el programa ser?complejo y, por ende, fuente continua de conversaci・ sobre el significado y las repercusiones de los mensajes que contiene.

Quinta, la permanencia en el cargo de los dirigentes designados en escuelas, distritos escolares, colegios universitarios y universidades es considerablemente m・ breve ahora que hace 12 a・s. Por consiguiente, todo cambio que dependa s・o de unos pocos de esos individuos es peligroso. Esto significa que el liderazgo debe ser compartido ampliamente, lo que a su vez supone que la preparaci・ para el liderazgo tiene que ser una actividad intr・seca y continua.

La sexta lecci・ est?dirigida espec・icamente a los nivles m・ altos de liderazgo de los colegios universitarios y universidades. Los administradores superiores de estos centros deben ser los primeros en expresar el cambio de expectativas. Adem・, dado el grado en que las presiones externas, para ser atendidas debidamente, exigen respuestas que transcienden las escuelas, los colegios universitarios y los departamentos de educaci・, para abarcar las ciencias y las artes en particular, la responsabilidad de la direcci・ no puede delegarse en el decano de educaci・. Tampoco la puede asumir con ・ito la administraci・ central si no hay un esfuerzo serio de aprender lo suficiente sobre la formaci・ de maestros para tomar decisiones acertadas.

Una perspectiva de la ense・nza superior basada en una observaci・ campus por campus revela lo desigual del progreso realizado. Raramente se ha dispuesto de suficientes recursos para emprender de una vez todas las actividades necesarias. As?pues, el principal esfuerzo en un momento dado se ha dirigido a la medicina, en otro, al derecho, en un tercero, a la ingenier・, y en otro m・, a las ciencias empresariales.

Ya es tiempo de entrar en una era de atenci・ concentrada en la formaci・ de maestros. Las razones son de ・dole pr・tica y ・ica; pr・tica, porque las condiciones de supervivencia futura est・ en juego y ・ica, porque es lo que se debe hacer.

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John, I. Goodlad, ex decano de la Escuela Superior de Educaci・ de la Universidad de California, en Los Angeles, es codirector del Center for Educational Renewal (Centro de Renovaci・ de la Ense・nza) en la Universidad de Washington y presidente del Institute for Educational Inquiry (Instituto de Investigaci・ sobre la educaci・), de Seattle. Este art・ulo es un extracto autorizado del que se public?en el n・ero de oto・ de 1999 de National CrossTalk, del National Center for Public Policy and Higher Education. Copyright © 1999 the National Center for Public Policy and Higher Education.

Las opiniones expresadas en este art・ulo no reflejan necesariamente los puntos de vista o pol・icas del gobierno de Estados Unidos.

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