LITERATURA INDIGENA NORTEAMERICANA: RECUERDO, RENOVACION
Por Geary Hobson
En 1969 la comisi・ de los prestigiosos Premios Pulitzer en literatura adscrita al estudio del g・ero novel・tico, otorg?su premio anual a N. Scott Momaday, joven catedr・ico de ingl・ en la Universidad Stanford, de California, por su libro titulado House Made of Dawn.
El hecho de que la novela de Momaday trata casi enteramente de los ind・enas norteamericanos no pas?desapercibido en los medios informativos, los lectores ni los estudiosos de la literatura contempor・ea. Tampoco lo hizo el origen ind・ena kiowa del autor. Como lo destacaron las noticias, nunca, desde que Oliver LaFarge fuera laureado con el mismo premio por su novela Laughing Boy, hace exactamente 40 a・s, se hab・ premiado de esta manera una novela "ind・ena". Pero, a diferencia de LaFarge, un hombre blanco que escrib・ acerca de los ind・enas, Momaday era ind・ena -- el primer ind・ena norteamericano laureado con el premio Pulitzer.
Ese mismo a・ de 1969, otro joven escritor, un abogado sioux llamado Vine Deloria, Jr., public?Custer Died For Your Sins, con el subt・ulo de "una Proclama Ind・ena". La obra examinaba con agudeza las actitudes norteamericanas de ese tiempo hacia las cuestiones de los ind・enas norteamericanos y su publicaci・ coincidi?casi simult・eamente con la de The American Indian Speaks, una antolog・ de escritos de varios ind・enas norteamericanos, j・enes prometedores -- entre ellos Simon J. Ortiz, James Welch, Phil George, Janet Campbell y Grey Cohoe, cuyas obras solamente se publicaron en ese tiempo de manera caprichosa.
Estos acontecimientos que despertaron un inter・ renovado -- o nuevo -- en la literatura ind・ena norteamericana contempor・ea fueron acompa・dos por la aparici・ de dos obras de erudici・ general sobre la materia: Man's Rise to Civilization, de Peter Farb (1968) y Bury My Heart At Wounded Knee, de Dee Brown (1970). Cada una de estas obras caus?una reacci・ en el inter・ popular norteamericano y las estad・ticas se・lan que hoy mismo, unos treinta a・s m・ tarde, su popularidad no ha decrecido.
Otras obras y otros escritores emergieron con regularidad. Ceremony, de Leslie Marmon Silko; A Winter in the Blood, de Welch, las ficciones posmodernas de Gerald Vizenor y las poes・s de Paula Gunn Allen, Simon J. Ortiz y Linda Hogan, a su vez inspiraron a nuevos escritores, como los novelistas Sherman Alexie, Greg Sarris y Thomas King, y las poetisas Kimberly Blaeser, Janice Gould y Janet McAdams.
En 1992 un grupo de intelectuales y activistas ind・enas norteamericanos crearon un festival internacional de escritores que reuni?a 360 artistas de nueve pa・es, principalmente de Estados Unidos. Casi la mitad de ellos ya hab・ publicado por lo menos una obra -- ficci・, dramas, autobiograf・s, hasta libros de cocina. De esa reuni・ surgieron dos organizaciones: Native Writer's Circle of the Americas (C・culo de escritores ind・enas de las Am・icas) y un grupo de tutores, Wordcraft Circle, que reunieron a escritores ind・eneas norteamericanos establecidos que pose・n talentos de aprendizaje.
Todos los a・s a partir de 1992, el C・culo de escritores ind・enas ha premiado "primeras obras" en poes・ y ficci・. Para aquellos que dudan del futuro de la literatura ind・ena norteamericana, estas obras premiadas representan una respuesta extensa y positiva. V・se por ejemplo al joven poeta chippewa Blaeser, a cuya primera y evocativa colecci・ de versos, Trailing You (1995), sigui?una obra de erudici・ bien recibida, un estudio de la prosa compleja, hasta enigm・ica, de otro escritor ind・ena norteamericano, el sat・ico posmodernista Gerald Vizenor.
En efecto, la expansi・ de la facultad creadora y el inter・ en la literatura ind・ena norteamericana es mucho m・ que solamente un "auge". Representa, colectivamente, un renacimiento. M・ de una generaci・ despu・ de su comienzo, es parte de la literatura norteamericana, como una renovaci・, una continuaci・. Es un recuerdo.
El fen・eno del renacimiento se ilustra mejor con una experiencia escolar de hace muchos a・s. Mis alumnos le・n poemas escritos por ind・enas mohawk de la regi・ norte・ del estado de Nueva York, y el tema pas?a los varios escritores ind・enas norteamericanos en otras partes del pa・. Un alumno, como reflejo, probablemente, de los pensamientos de muchos otros en el sal・ de clase, pregunt?"・o es asombrosa la manera en que la literatura ind・ena norteamericana ha surgido de repente con tanta fuerza?"
La pregunta fue asombrosa en ese entonces -- y lo sigue siendo en mi memoria. Porque la literatura ind・ena norteamericana no "surgi? meramente. Igual que la vida y la cultura de que forma parte, data de hace muchos siglos. Sus ra・es est・ hondas en la tierra -- demasiado hondas para que la influencia de otras civilizaciones, en solamente cinco siglos, pueda trastornarlas en forma perdurable, completa e irrevocable.
Recuerdo, permanencia, renovaci・. Los ind・enas norteamericanos est・ acostumbrados a narrar sus historias y sus costumbres por medio de procesos de narraci・ intrincados y probados. No fue sino en las d・adas recientes que las autoridades en la materia calificaron estas formas de narraci・ como una "tradici・ oral". Durante milenios los ind・enas norteamericanos continuaron sus tradiciones de esa manera. Nunca a m・ de una generaci・ de distancia de su extinci・, como escribiera Momaday, la gente la venera tanto m・, precisamente por ese nexo tenue. En la memoria hay fuerza, permanencia y renovaci・ a trav・ de las generaciones.
En las palabras del poeta Simon J. Ortiz, de los acoma pueblo, "los ind・enas est・ en todas partes". Desde Refugio Savala, de Sonora, M・ico, hasta Mary Tall Mountain, de la tribu koyukon, de Alaska; desde la tierra de los navajos de Geraldine Keams y Larry Emerson hasta el Maine del nordeste de Joseph Bruchac, los ind・enas norteamericanos escriben acerca de ellos mismos y de su gente. Sus escritos se basan en la tierra s・ida, se alimentan de ra・es fuertes y producen flores indomables.
Es interesante notar que incluso en su forma escrita, en el idioma ingl・, la literatura ind・ena norteamericana ha sido muy venerada dentro de la misma estructura de la literatura norteamericana, a partir de principios del siglo XIX, cuando los primeros escritores -- entre ellos William Apess, de la tribu pequod, George Copway (ojibway) y el Jefe Elias Johnson, (tuscarora) -- publicaron obras relacionadas con sus culturas tribales. Tambi・ hay pruebas de que muchas tribus ten・n variantes de un idioma escrito mucho antes de que sequoyah alfabetiz?a su naci・ cherokee pr・ticamente de la noche a la ma・na. Si bien durante muchas generaciones las obras de los ind・enas Delaware y de la Confederaci・ Iroquesa fueron transmitidos oralmente, en una fecha temprana se los reprodujo en varias formas escritas. Ir・icamente, mismo cuando escritores norteamericanos como James Fenimore Cooper y Henry Wadsworth Longfellow presentaron a los ind・enas norteamericanos desde sus puntos de vista, los ind・enas norteamericanos escrib・n sus propios libros y, en el proceso, desarrollaron una literatura.
Si, en los primeros per・dos, los escritos ind・enas norteamericanos consist・n en cuentos -- o, como lo calificar・mos nosotros, ficci・ --, en la segunda mitad del siglo XIX ocurri?un cambio hist・ico, principalmente con el desarrollo del sistema de reservaciones indias en las d・adas de 1870 y 1880. La autobiograf・ y la biograf・ se convirtieron en la forma m・ popular, y siguieron predominando hasta bien entrado en el siglo XX.
Estas biograf・s con frecuencia eran escritas por otros -- antrop・ogos o poetas que redactaban y publicaban relatos sobre las vidas de los ind・enas norteamericanos a fines y comienzos de los siglos XIX y XX. Tal vez el m・ famoso de ellos fue Black Elk Speaks, de John G. Neihardt (1932). Seg・ Neihardt, Black Elk relat?su historia a su hijo en el idioma de los oglala lakota. El hijo la tradujo luego al ingl・ para Neihardt, quien la reescribi? Esta era una pr・tica com・, de la que hab・ muchos ejemplos entre las tribus a mediados del siglo pasado, desde los crows y los cheyennes en el norte de Estados Unidos hasta los apaches y los navajos en el sudoeste.
Naturalmente, no todas las historias personales fueron "relatadas" a otros. Aparecieron algunos autores individuales, entre ellos Charles A. Eastman, ind・ena sioux santee y doctor en medicina, capacitado en la universidad, que escribi?libros como Indian Boyhood y The Soul of the Indian -- y el Jefe Luther Standing Bear, autor de My People the Sioux y Land of the Spotted Eagle. La obra The Names, de Momaday, publicada en 1975, fue parte de esta tradici・.
A medida que avanzaba el siglo XX, la literatura ind・ena norteamericana se extendi?m・ all?de lo autobiogr・ico y biogr・ico hacia la ficci・, el periodismo y hasta la dramaturgia. D'Arcy McNickle fue el escritor de ficci・ m・ renombrado durante el per・do entre las d・adas de 1930 y 1970, con sus obras como The Surrounded y Runner in the Sun. Fue tambi・ extremadamente activo como defensor de causas ind・enas. Will Rogers, el muy querido periodista y columnista norteamericano convertido en humorista, cuya fama alcanz?su apogeo en las d・adas de 1920 y 1930, era ind・ena cherokee, igual que el dramaturgo Lynn Riggs, cuyo drama m・ famoso, Green Grow the Lilacs, fue transformado en la cl・ica comedia musical de Broadway de los a・s cuarenta, Oklahoma.
En las primeras d・adas de la segunda mitad del siglo, principalmente a partir de 1960, la literatura ind・ena norteamericana debi?su florecimiento a una variedad de peri・icos -- publicaciones establecidas como el South Dakota Review y el Cimarron Review, y a varias revistas y firmas editoras m・ peque・s, entre ellas Sun Tracks, Blue Cloud Quarterly y Strawberry Press. Los poemas de Hogan, Joy Harjo, William Oandasan y muchos otros aparecieron primero en ・tas y otras publicaciones.
Muchos escritores e intelectuales ind・enas norteamericanos se hicieron conocer escribiendo sobre temas no ind・enas. La primera obra de Momaday fue una colecci・ de trabajos de Frederick Goddard Tuckerman, un poeta no muy conocido del c・culo de Emerson en el Massachusetts de mediados del siglo XIX. Louis Owens, quien en sus obras posteriores ha reconsiderado y afirmado extensamente su patrimonio choctaw cherokee, empez?a escribir con erudici・ sobre los trabajos de John Steinbeck. (Como un aparte, yo empec?my carrera profesional en educaci・, poes・ y literatura como especialista en Emerson, Henry David Thoreau y Herman Melville).
・ui・es son los escritores ind・enas norteamericanos? Me he hecho esta pregunta durante a・s, a・ antes de que compilara mi antolog・ The Remembered Earth, en 1979. Para esa obra decid?mantener un espectro de definiciones tan amplio como fuese posible. Por ejemplo, inclu?a Dana Naone, joven y talentoso escritor nativo de Haway, debido a que nosotros, los ind・enas norteamericanos del "territorio continental", nos damos cuenta cada vez m・ de que, si bien los hawayanos no son, en el sentido estricto de la palabra, ind・enas norteamericanos, en un sentido real son, sin embargo, ind・enas norteamericanos. No es sorprendente que los versos de Naone contengan temas y preocupaciones similares a los de Allen y Silko.
Antrop・ogos e historiadores han sugerido que el ser considerados ind・enas norteamericanos depende de tres criterios esenciales: gen・icos, culturales y sociales. La distinci・ gen・ica es "de raza pura", "raza media" "un cuarto", etc. Culturalmente, se caracteriza a la persona seg・ su procedencia y su forma particular de vida, su religi・ e idioma. En lo social, se juzga a alguien ind・ena norteamericano por la forma en que percibe el mundo, la tierra, el hogar, la familia y otros aspectos de la vida.
Pero en el transcurso de los a・s, la identidad ha pasado a ser, en los temas literarios, un factor menos motivador que la soberan・, y como parte de ella, reclama el pasado. A los ind・enas norteamericanos les preocupa quienes son como pueblo y escriben desde la perspectiva de la comunidad -- tanto cuando la narraci・ trata en un ambiente urbano o rural -- y ese sentido de comunidad reafirma y fortalece la soberan・.
Los novelistas Louise Erdrich y Sherman Alexie y los poetas Linda Hogan y Ray Young Bear son ejemplos de escritores que, realmente, hacen lo que Charles Dickens hizo en Londres hace m・ de un siglo. Es decir, crean un sentido del lugar. Invariablemente, la literatura emerge de eso, y si bien los mejores escritores tratan de ser universales, es en el sentido del lugar en que est・ hondamente imbuidos. A Erdrich, poetisa y escritora de ficci・, se la conoce mejor por su tetralog・ ind・ena norteamericana -- Love Medicine, The Beet Queen, Tracks y The Bingo Palace. Recientemente expres?sus ra・es ojibwa en The Antelope Wife (1999), retrato de dos familias ind・enas norteamericanas urbanas contempor・eas contra un fondo de 100 a・s de historia. Los versos de la poetisa chickasaw Linda Hogan -- ligados al sur y centro de Oklahoma -- se concentran en el panorama y la historia. Pero m・ recientemente, a medida que crec・ y se desarrollaba, abord?temas como la preservaci・ de los animales y el feminismo.
Alexie, uno de los escritores j・enes m・ aguzados que combina realismo y humor sard・ico con un fuerte lirismo en sus obras de ficci・, sus poes・s y dramas, es reconocido por su libro Indian Killer (1997), novela sombr・ sobre la b・queda de un asesino psic・ata en un ambiente urbano contempor・eo. Greg Sarris, escritor ind・ena californiano de origen miwok y pomo, encontr?un amplio c・culo de lectores para su primer volumen, Grand Avenue (1994), una colecci・ de cuentos que tratan de su vecindario ind・ena multicultural en el Santa Rosa urbano de California -- poblado por generaciones de ind・enas pomos, as?como por portugueses, mexicanos, y afronorteamericanos. Su primera novela, Watermelon Nights (1998), es un vislumbre apremiante de tradici・, crisis y renovaci・ dentro de una familia ind・ena norteamericana. Ultimamente tambi・ se dedica a la dramaturgia.
Al final, sin embargo, lo m・ importante no es que uno sea m・ o menos ind・ena que los otros ind・enas norteamericanos. Es mucho m・ imperativo que todos reconozcan el patrimonio com・ y que juntos se esfuercen en procurar el mejoramiento del ind・ena norteamericano como una entidad. Despu・ de todo, los escritos que dejamos detr・ de nosotros estar・ aqu?para la gente que nos seguir? Sin embargo, cada escritor tiene la obligaci・ de comentar sobre las cosas que estima importantes, no importa si lo que escribe trata exclusivamente sobre temas de inter・ para los ind・enas norteamericanos. Si no tuvi・amos los escritos de Momaday sobre Rusia, los poemas cortos de Aaron Carr sobre el espacio interestelar, o la ciencia ficci・ y los libretos de televisi・ de Russell Bates, la literatura ind・ena norteamericana ser・ m・ pobre por causa de su ausencia.
(As?como los ind・enas escriben acerca de temas que no tratan sobre su comunidad, un gran n・ero de autores no ind・enas -- antes y despu・ de la obra Laughing Boy, de Oliver LaFarge -- ha examinado la vida de los ind・enas norteamericanos, algunos con mucho ・ito. Hace m・ de medio siglo, Frank Waters escribi?la que tal vez sea la mejor novela de ese g・ero, The Man Who Killed The Deer (1942), un estudio de los conflictos culturales entre los ind・enas taos del norte de Nuevo M・ico. En estos d・s, Tony Hillerman, al escribir su famosa serie de novelas acerca de la polic・ tribal de los navajos, se esfuerza por conocer la cultura y las tradiciones de aquellos sobre quienes escribe).
Por ・timo, los escritores ind・enas norteamericanos son aquellos de sangre y antecedentes ind・enas que afirman su patrimonio en forma individual -- as?como lo hacen los escritores de cualquier cultura. Algunos escriben sobre la vida en las reservaciones, otros describen ambientes urbanos. Algunos se ocupan de la historia, otros son ardientemente contempor・eos. A Joseph Bruchac, que ha influido enormemente en una generaci・ de escritores m・ j・enes como mentor y facilitador, se lo conoce hoy como escritor de cuentos para ni・s, por sus obras Between Earth and Sky (1996), y The Arrow Over the Door (1998). Bruchac presenta las leyendas tribales en un contexto moderno para un p・lico nuevo.
La literatura es una cara de la cultura, escribe Paula Gunn Allen y, como tal, devuelve algo de valor a la gente de que forma parte.
El patrimonio es la gente. La gente es la tierra. La tierra es el patrimonio. Recordando estas relaciones -- con la gente, el pasado, la tierra -- renovamos con fuerza nuestra permanencia como pueblo. La literatura, en todas sus formas, es nuestra manera m・ perdurable de promover esta permanencia. Con nuestra literatura, igual que los cantores y narradores de anta・, servimos a la gente y nos servimos a nosotros mismos con un sentimiento constante de recuerdo.
No debemos olvidar nunca estas relaciones. La tierra es nuestra fuerza y nuestra gente es la tierra -- indistintamente -- como lo ha sido siempre y como siempre ser?
Recordar es todo.
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Geary Hobson, poeta y ensayista de origen cherokee quapaw, es miembro del cuerpo docente del Departamento de Ingl・ de la Universidad de Oklahoma. Este art・ulo es una ampliaci・ de la introducci・ del profesor Hobson a una antolog・ titulada The Remembered Earth, publicada originalmente por Red Earth Press, Albuquerque, Nuevo M・ico, en 1979, y republicada por la University of New Mexico Press en 1981. Se lo ha utilizado con el permiso del autor.
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