Una de las tendencias más perturbadoras de la nueva era de la información es su superabundancia.
El humorista estadounidense Russell Baker bromeaba acerca de esto en su columna en el periódico The New York Times y acertó con el dilema fundamental que enfrentan el público, los medios de comunicación social y los encargados de formular políticas.
Baker observó que la suposición fundamental de la "supercarretera de la información" es que los problemas del mundo se derivan de la falta de información. Se quejó de que en realidad es todo lo contrario.
El mundo es "azotado y sepultado de manera insensata bajo una avalancha de información... asaltado por un flujo incesante de información", escribió Baker. "Nadie puede digerirlo, entender su sentido o juzgar si la información vale la pena".
Baker expresó que la situación es similar a la interpretación de Walt Disney del "Aprendiz de Brujo" en "Fantasía", cuando el Ratón Mickey sueña con escobas incansables que acarrean baldes de agua que, finalmente, inundan el castillo.
Baker se quejó, con razón, de que la era de la información es sólo accesible a quienes pueden obtener la nueva tecnología, lo cual excluye a millones de personas en todo el mundo. Pero pasó por alto el desafío increíble creado por lo contrario a esa "exclusión" de la supercarretera de la información, el desafío que la inundación inexorable de información crea para la política pública.
La tecnología de la era de la información habilita repentinamente al público, más que nunca, a que limite selectivamente la información que absorbe en asuntos nacionales e internacionales.
La profusión de canales de televisión y de fuentes electrónicas demanda que los individuos seleccionen su consumo de información, a veces no muy detenidamente. Las encuestas de la televisión revelan que la gente permaneció sentada durante horas frente a los televisores, absorbiendo cada detalle ínfimo del juicio por asesinato de O. J. Simpson, pero los apagaron cuando los noticieros en CNN y otras estaciones volvieron a su programación regular.
A pesar de lo mucho que supieron acerca del caso de Simpson, no se enteraron de los retos que planteaba la política del día, ya fueran las violaciones de los derechos humanos en Chechenia y Bosnia, la compleja diplomacia del proceso de paz árabe- israelí o las nuevas regulaciones de las centrales eléctricas.
Este fenómeno se describe con frecuencia como el "filtro" o "portero" de los medios noticiosos, y frecuentemente "alimenta por la fuerza" ideas nuevas, acontecimientos y tendencias en la conciencia pública. Es posible que esté perdiendo su influencia. Dejar muchos temas fuera de la dieta diaria de información de un individuo puede tener la consecuencia desastrosa de impedir el conocimiento de las noticias importantes por parte del público.
Pero, al mismo tiempo que este papel de "portero" va perdiendo influencia en la radiodifusión y en la Internet, bien podría ser más necesario que nunca.
Como periodista, me preocupa esta tendencia. Aumenta la distinción entre "información" y "periodismo". La era del satélite --la era de la información-- trae una superabundancia de información, tal como la diseminación, palabra por palabra por medio de la Internet, de lo que hace el Congreso de los Estados Unidos, pero deja a nuestro público sin el análisis y el contexto cruciales, la elucidación y la iluminación, tradicionalmente proporcionados por los periodistas.
Los periodistas en la era de la información podrían ver que su papel de "porteros" queda definido más bien como el de "guías" o "escoltas".
Como "porteros", los medios de comunicación social escogen la información que llega a su público. Pero en el mundo de la Internet, surge un papel nuevo. Esa función es la de dirigir a la gente hacia la información precisa y confiable en medio del diluvio de datos disponibles.
Los periodistas debería ser los guías hacia lo que la gente quiere saber y lo que necesita saber acerca de su comunidad, su país y el mundo.
Los medios de comunicación pública deben inclusive convencer a la gente de que preste atención a temas que no le interesan actualmente.
Estas son las nuevas responsabilidades que deben aceptar los periodistas.
No hace falta reducir el diluvio de información disponible. De hecho, la libertad de la Internet, que permite a casi cualquiera que tenga una computadora "publicar" a bajo costo para todo el mundo, debe continuar sin trabas. La libertad de la Internet es lo que la diferencia de los medios más controlados del pasado, incluso los periódicos, la televisión y la radio.
Pero la libertad de la Internet crea también su agobiante inundación de información, y los consumidores tienen pocos recursos de los cuales puedan depender para escoger lo que necesitan entre todos esos datos. Allí es donde surgen las nuevas responsabilidades de los periodistas. Servir de "guías" o "escoltas"; de calibradores de la credibilidad para el vasto conjunto de información en la Internet. Los consumidores necesitan a los periodistas para que los ayuden a determinar lo que vale o no vale la pena leer.
Como dijera en una ocasión el ex presidente de noticias de CBS Ed Klauber: "En una democracia es importante que la gente no solamente sepa, sino también que entienda".
Ralph J. Begleiter cubre los asuntos internacionales para CNN desde hace 14 años. Es corresponsal en Washington de CNN para asuntos internacionales.
Cuestiones
Mundiales
Publicaciones Electrónicas de USIS, Vol. 1,
No. 12, septiembre de 1996.