Todos los países en desarrollo pueden comenzar a tomar parte en la revolución de la información que va generalizándose en el mundo industrializado. La inversión inicial no es grande, según el jefe del Centro de Medios Electrónicos del Banco Mundial, Peter Knight.La nueva tecnología puede ayudar a sortear algunos de los obstáculos actuales al desarrollo. Knight dice que la alternativa es rezagarse aún más en la creación de una economía viable y ser un actor aún más marginal en los asuntos mundiales.
Pregunta: ¿Beneficiará la era de la información a los países en desarrollo? ¿Pueden beneficiarse de ella cuando hacen falta equipos refinados y conocimientos avanzados en tecnología de la información?
Knight: La revolución de la información es en realidad un arma de doble filo. Ofrece un potencial tremendo para ponerse al día a países que puedan montarse en la cresta de esta ola tecnológica, que es verdaderamente una de las grandes olas del siglo XX.
Quienes no puedan montarse en la ola se ven amenazados con quedar más rezagados; y si están atrasados ahora, quedarán más marginados y fuera de la corriente. Esa es la amenaza más grande y la oportunidad más grande que enfrenta Africa, por ejemplo.
Es el continente menos desarrollado, el continente menos conectado, y se encuentra atrasado de acuerdo con virtualmente todos los índices de desarrollo. ¿Y qué es lo que ofrece esta nueva tecnología? Baja el costo del almacenaje, elaboración y transmisión de la información, del conocimiento, inclusive de la sabiduría. Eso hace que la base de conocimiento mundial sea accesible a todos en este planeta.
Sin embargo, la movilización de los recursos y la perspectiva necesaria para "montarse en la ola", por así decirlo, requiere liderazgo con perspectiva, requiere ayuda internacional, y eso no es algo fácil de lograr.
Pregunta: ¿Hay ejemplos de países en desarrollo que han podido aprovechar la revolución de la información?
Knight: En términos de cosas verdaderamente revolucionarias, no creo que haya países que realmente hayan hecho esto. Pueden encontrarse porciones de países donde hay ciertas políticas y programas que son ejemplo de lo que se puede hacer. Pero no creo que ninguno de los países menos desarrollados se movilice, trate de aprovechar el potencial de aprendizaje que ofrece el acceso a la base de conocimiento mundial y cree nuevos sistemas de enseñanza, movilizando recursos internacionales para que le ayuden a hacer esto, para luego traducirlo a programas en gran escala, información comunitaria y centros de enseñanza.
Hay que comprender que no se había oído mucho de la Internet antes de los últimos años de la década de 1980, aunque existía desde antes. Ahora tenemos esta aceleración de la conexión. En Africa, solamente 13 de los países al sur del Sahara tienen una conexión plena con la Internet, y en su mayor parte no son conexiones de base muy amplia, con la única excepción importante de Sudáfrica.
Este potencial comienza verdaderamente a proyectarse ahora, y vemos la capacidad de usar la conexión, la conexión electrónica, para conectar a la gente, donde quiera que se encuentre, con las fuentes más adelantadas de conocimiento y de información.
Pregunta: ¿Cuáles son los requisitos básicos necesarios para que un país en desarrollo entre en la revolución de la información? ¿No es la revolución de la información para gente que tenga destreza técnica?
Knight: Estamos hablando de sistemas de aprendizaje, y en este momento muchos de los sistemas de aprendizaje son bastante primitivos. Con las tecnologías inalámbricas, satélites de uso múltiple, sistemas celulares de teléfono y así por el estilo, existe la posibilidad de llevar la "base de conocimiento mundial" inclusive a áreas rurales, remotas.
Ahora bien, la manera de introducir el conocimiento apropiado en las mentes apropiadas representa una especie de problema de organización. Es un problema político, es un problema de reglamentaciones; es más que un problema tecnológico o inclusive un problema financiero. Es probable que los recursos fluyan hacia donde hay, digamos, buenos planes empresariales y oportunidades de inversiones.
No trato de restarle importancia a las dificultades, pero hay capital a la espera de ser invertido en sistemas de telecomunicaciones que reducirán agudamente el costo del acceso a la información y al conocimiento.
Pregunta: ¿Qué puede hacer que el capital fluya a los países en desarrollo?
Knight: Realmente, requiere asociaciones de toda clase. Es una asociación entre las empresas y el sector público, que necesita establecer una estructura reguladora y lo que llamamos un "ambiente propicio para la información" en el cual pueda trabajar el capital privado. Las empresas tienen que contar con una estructura reguladora apropiada.
En el Banco Mundial estamos pensando en proponer una campaña internacional importante para trabajar junto con los gobernantes y el pueblo africanos para desarrollar lo que ellos llaman la "Iniciativa de la Sociedad de la Información de Africa". La iniciativa es un conjunto de propuestas y una perspectiva de futuro que ha sido elaborada por expertos africanos en Africa, y respaldada por los ministros de planificación y desarrollo, pero a la cual todavía le falta mucho para llegar a ser realidad.
Es un intento de unir el conocimiento y los recursos financieros, técnicos y de otra clase que hay en el mundo para diseñar, hacer funcionar y ejecutar la clase de revolución que ayuda a los países que están realmente atrasados. No se trata de una tarea simple, pero creo que es factible. Es algo que podría movilizar la atención, y creo que Sudáfrica ha mostrado considerable liderazgo.
Pregunta: ¿Ha hecho el Banco préstamos destinados específicamente a proyectos de la era de la información?
Knight: Eso es algo que va evolucionando. Creo que el Banco se aparta del financiamiento directo de las telecomunicaciones. Nunca ha sido una parte muy grande de nuestro total, pero creo que en el Banco hay un sentir de que el sector privado es la fuente más apropiada de financiamiento para esto y hay un montón de capital listo y ansioso de invertirse en el sector de las telecomunicaciones. Nuestra meta consiste más bien en tratar de ayudar a desarrollar lo que llamamos un "ambiente propicio para la información", una estructura reguladora que estimule el flujo de capital, tanto interno como extranjero, en vez de retardarlo, como es el caso de muchos países en la actualidad.
Pregunta: ¿Cuál es el costo de la tecnología de información y su adiestramiento?
Knight: En el caso de la conexión con la Internet, se trata de poder comenzar. No estoy hablando de construir toda una infraestructura nacional de la información. No hace falta una gran inversión. Por menos del precio de un avión MiG-29 o de un F-16 más o menos bien equipado se puede poner virtualmente una conexión en cada país africano al sur del Sahara que no la tenga y proporcionar adiestramiento y conexión libre durante alrededor de un año, quizás hacerlo todo con excepción de pagar al personal local.
De manera que no estamos hablando de grandes cantidades de dinero. Se pueden hacer estas inversiones en el orden de los 500.000 dólares, para empezar. No es una infraestructura nacional de la información; eso va a ser algo mucho, mucho mayor. Pero es muy importante comenzar y establecer esta conexión y comenzar a entrar en áreas de aplicación diferentes y salir del capital nacional.
Pregunta: ¿Cuáles son los países que han tomado la delantera para comenzar a construir una infraestructura de la información?
Knight: Yo he seleccionado a Brasil, Rusia y Sudáfrica como países que tienen un potencial tremendo. Lo tienen por razones que a veces tienen que ver más con intereses militares que civiles, pero lo tienen y hay una posibilidad de convertirlo en la construcción de los sistemas de aprendizaje del siglo XXI y en los sistemas de telecomunicaciones que pueden señalar el camino a otros países. Estos países podrían ser entonces fuentes de apoyo.
Jerry Stilkind escribe sobre asuntos de información y otros temas mundiales para el Servicio Informativo y Cultural de Estados Unidos.
Cuestiones
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Publicaciones Electrónicas de USIS, Vol. 1,
No. 12, septiembre de 1996.