contenci・ del crimen transnacional - cuestiones mundiales


Las naciones forjan alianzas
para detener el crimen organizado

Por Pino Arlacchi, Director ejecutivo,
Oficina de las Naciones Unidas para
el Control de Drogas y la Prevenci・ del Crimen (ONUCDPC)

La ONUCDPC desempe・r・un papel importante en ayudar a las naciones a coordinar sus esfuerzos contra el crimen. Este art・ulo se basa en un discurso que el se・r Arlacchi pronunci・en el IV Simposio Nacional de Pron・tico del Crimen, celebrado en junio de 2001 en el Instituto Australiano de Criminolog・.

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El crimen ya no es un problema que una naci・ puede considerar aisladamente. Si queremos comprenderlo y combatirlo, debemos considerarlo en su contexto mundial.

El crimen organizado, con excepci・ de alg・ episodio de contrabando a trav・ de las fronteras, era un asunto mayormente local o, en el peor de los casos, nacional. Pero en el ・timo cuarto del siglo XX, las empresas del crimen organizado pudieron explotar la misma liberalizaci・ econ・ica y las mismas fronteras abiertas que dieron lugar a la expansi・ de las corporaciones multinacionales. Las oportunidades de la mundializaci・ son aprovechadas por los grupos del crimen organizado que intervienen en actividades ilegales o trafican con mercanc・s il・itas. Se trata hoy de un fen・eno verdaderamente transnacional y es tema de preocupaci・ internacional. El peligro que corre la estabilidad regional, e incluso la mundial, es muy real.

Los grupos del crimen organizado transnacional son, de muchas maneras, los que sacan m・ provecho de la mundializaci・. Las empresas leg・imas se ven todav・ constre・das por las leyes y regulaciones del propio pa・ y de los pa・es donde operan. Las organizaciones y redes del crimen transnacional consiguen, con ayuda de la corrupci・, la extorsi・ y la intimidaci・, usar para su pleno beneficio los mercados abiertos y las sociedades abiertas.

La falta de una aplicaci・ efectiva de la ley, y la falta de pr・ticas de extradici・ r・idas y efectivas facilitan su trabajo. Eludir el control de la aplicaci・ de la ley nacional es un principio operativo fundamental del crimen transnacional. Las jurisdicciones extranjeras se convierten en espacios a cubierto de riesgos y las fronteras se usan como cercas tras las cuales esconderse.

La detecci・ y neutralizaci・ de los grupos del crimen organizado internacional se hacen aun m・ dif・iles debido a que estos grupos tienden a usar firmas de importaci・ y exportaci・, industrias de servicios y aun instituciones financieras multinacionales, todas ellas leg・imas, como tapadera de sus actividades. En ocasiones la organizaci・ criminal s・o se anida en una empresa m・ amplia; en otras, la controla realmente. La l・ea que separa las actividades del delito financiero, por un lado, y el crimen organizado transnacional, por el otro, es a menudo borrosa.

Hay tres tipos b・icos de corporaciones relacionadas con el crimen:

  • Estructuras empresariales ilegales, como los c・teles de las drogas;

  • Firmas legales que se involucran en el delito financiero, como los bancos que, de hecho, se especializan en facilitar el lavado de dinero y la evasi・ impositiva;

  • Empresas l・itas creadas, total o parcialmente, con dinero obtenido del crimen organizado.

El cuadro se vuelve a・ m・ complejo si se considera la intervenci・ de elementos del aparato estatal, los partidos pol・icos, las fuerzas armadas o los servicios de inteligencia. La declinaci・ de los estados totalitarios ha llevado a hacer negocios -- algunos leg・imos, otros no -- a muchos antiguos miembros de las agencias de seguridad del estado.

Para el crimen organizado, esta corriente de profesionales de los servicios de inteligencia, polic・s y conocimiento pr・tico militar ha significado un avance enorme en el refinamiento. Los grupos del crimen pueden, en ciertos casos, superar a la polic・ porque tienen mejores t・nicas, mejor equipo y m・ recursos.

Esta participaci・ de funcionarios del estado, presentes o anteriores, en el crimen organizado no se limita a los que fueron estados comunistas. Donde quiera que hay una falta de transparencia y rendici・ de cuentas, est・presente la oportunidad del crimen por motivos de lucro. A menudo s・o se vuelven visibles cuando estalla un esc・dalo o cuando un cambio pol・ico lleva al poder a un nuevo grupo, ansioso de exponer las fechor・s del r・imen anterior. Dos ejemplos recientes de esto son los acontecimientos en Per・y Yugoslavia.

Las organizaciones criminales organizadas no s・o mantienen v・culos con algunas empresas leg・imas y con algunos sectores del gobierno. Algunas veces prosperan tambi・ con el terrorismo y la guerra civil. En unos 30 pa・es, los grupos que participan en la rebeli・ armada contra el gobierno financian sus campa・s guerrilleras o terroristas, total o parcialmente, con ingresos generados por los impuestos que le cobran a la producci・ de drogas o por su participaci・ directa en el tr・ico.

No es una coincidencia que las perturbaciones de la d・ada de los 90 en Europa Sudoriental estuvieron relacionadas con la ruta de los Balcanes, por la que cada a・ pasan a Europa toneladas de hero・a. Y no es una coincidencia que Afganist・, Colombia y Birmania sean los tres productores de drogas m・ importantes del mundo y, al mismo tiempo, el escenario de algunas de las guerras civiles m・ prolongadas de los ・timos 50 a・s.

El combustible que mantiene encendidas las guerras civiles sufre cambios. Algunas veces son las drogas il・itas; algunas veces son los diamantes, como es el caso de Africa; a veces son otros productos legales, como el petr・eo. El crimen organizado est・ansioso de sacar provecho de cada aspecto de estas guerras, hasta de la tragedia humana de los refugiados. Para abandonar las zonas de combate, los refugiados dependen a menudo de traficantes criminales para que los lleven a un lugar seguro.

Otros utilizan las redes del tr・ico criminal para dejar su pa・, por razones econ・icas o de otra clase, con la esperanza de rehacer su vida en pa・es lejanos. Ya sean causados por la guerra o la pobreza, los desplazamientos tienden a empujar hacia otros pa・es a los mejores y m・ brillantes. All・buscan un nuevo hogar, a menudo en comunidades establecidas por di・poras ・nicas.

Examinemos algunas de las cifras asombrosas que se han recopilado a medida que estas actividades criminales se han ido expandiendo en los ・timos a・s. Cada a・ los grupos criminales hacen v・timas del tr・ico de personas a trav・ de las fronteras a tanto como un mill・ de mujeres y ni・s, lo que se agrega a los millones que ya viven sometidos a estas formas modernas de la esclavitud; 27 millones seg・ el estimado de un experto, y hasta 200 millones seg・ el estimado de otro.

El env・ al extranjero de bienes robados ha alcanzado niveles sin precedentes. El presidente de Nigeria me confi・que la cantidad de bienes robados en su pa・ y depositados en el extranjero est・pr・ima a los 50.000 millones de d・ares. Los casos de lavado de dinero suman tambi・ miles de millones de d・ares, m・ que el producto interno bruto de muchos pa・es.

Al mismo tiempo, el crimen organizado provee tambi・ ciertos productos y lleva a cabo ciertos servicios para los cuales hay demanda; productos y servicios que un estado o sociedad dados no quiere proveer por razones de pol・ica, salud p・lica, religi・, preocupaciones ・nicas o normas culturales. Una vez m・, el motivo es hacer provecho.

La legalidad o ilegalidad de un acto lo determina la ley y lo ponen en pr・tica las instituciones del estado. Pero las pautas y normas no son las mismas en todas las sociedaes, y el nivel de su aplicaci・ efectiva var・ ampliamente.

Cuando un elemento transnacional entra en el crimen, el encausamiento exitoso se vuelve m・ dif・il. Cuando el acto delictuoso tiene lugar en jurisdicciones diferentes, a los criminales transnacionales s・o se los puede encausar con ・ito si todas las partes del rompecabezas investigativo est・ en su sitio y se hallan intercomunicadas entre s・ Esto requiere cooperaci・ internacional judicial y policial. Pero hay muchos obst・ulos que se oponen a esa cooperaci・: diferentes sistemas legales, inercia burocr・ica, la corrupci・ que permea algunos servicios de ejecuci・ de la ley y sistemas judiciales, la simple falta de recursos y destrezas y hasta la incompatibilidad idiom・ica.

Respuestas al crimen transnacional

Esto me lleva a la otra cara de la moneda, la respuesta al crimen transnacional.

En diciembre de 2000, durante tres d・s, jefes de gobierno, jefes de estado y ministros de todo el mundo se reunieron en Palermo, Sicilia, en la Conferencia Signataria de la Convenci・ de las Naciones Unidas contra el Crimen Organizado Transnacional. Al cabo de los tres d・s, hab・n firmado la convenci・ 124 pa・es.

Ninguna convenci・ de las Naciones Unidas ha tenido jam・ tantos signatarios inmediatamente despu・ de quedar abierta a la firma, y menos de un mes despu・ que la aprobara formalmente la Asamblea General.

Las pruebas de esto comenzaron a surgir incluso antes de la reuni・ de Palermo. El proceso de redactar la convenci・, que insumi・un periodo relativamente breve de menos de dos a・s, se desenvolvi・con un esp・itu sumamente positivo. Se logr・consenso sin comprometer la calidad del nuevo instrumento y sin hacerlo por ello menos funcional.

Los redactores pudieron examinar las mejores pr・ticas de todo el mundo e incorporarlas a un instrumento que conten・ lo m・ moderno en la lucha contra el crimen transnacional.

Un avance importante es el acuerdo para declarar delito la simple participaci・ en un grupo del crimen organizado, no importa si el individuo cometi・o no personalmente un delito.

Al ratificar la convenci・ los gobiernos se comprometieron tambi・ a declarar delito el lavado de dinero, la corrupci・ y la obstrucci・ de la justicia. El texto que habla del secreto bancario lo hace en t・minos directos: "Los estados no se abstendr・ de actuar... por razones de secreto bancario". Esto puede ser uno de los elementos m・ efectivos de la Convenci・ de Palermo, dado que el crimen organizado pierde mucho de su atractivo si las ganancias que de ・ se derivan no pueden conservarse de una manera segura.

La nueva convenci・ ofrece una estructura para la confiscaci・ y decomiso de las ganancias del crimen organizado y de la propiedad o el equipo usados en actos delictivos. Se incluyen en este respecto cl・sulas especiales para la cooperaci・ internacional, una herramienta muy importante cuando se trata de recuperar bienes robados mediante la corrupci・ y enviados al exterior.

El art・ulo m・ largo de la convenci・ se dedica a la ayuda legal mutua, y se ocupa de una amplia gama de modos pr・ticos en los que los estados pueden cooperar entre s・ Adem・, art・ulos separados cubren las investigaciones conjuntas y el uso de t・nicas de investigaci・ especiales.

Las t・nicas modernas que han demostrado ser ・iles en arreglos de cooperaci・ bilaterales, ahora se elevan al nivel de norma mundial. Por ejemplo, de acuerdo con el modo en que est・redactada la convenci・, se permite la transmisi・ electr・ica de solicitudes de un pa・ a otro.

La intimidaci・ de los testigos potenciales ha sido un obst・ulo importante para el enjuiciamiento exitoso del crimen organizado. La Convenci・ de Palermo requiere de los estados establecer procedimientos para la protecci・ f・ica de los testigos. Adem・ de las pr・ticas m・ comunes en este sentido, se alienta a los estados a que usen t・nicas modernas, tales como los enlaces de v・eo.

Tambi・ son vulnerables a las represalias o la intimidaci・ las v・timas que declaran contra los grupos del crimen organizado. Los pa・es firmantes deben proveer ayuda y protecci・ cuando sea necesario, al igual que indemnizaci・ y restituci・ si resulta apropiado.

La protecci・ de las v・timas es un elemento central de los dos protocolos que se abrieron tambi・ a la firma en Palermo. El Protocolo para Prevenir, Suprimir y Castigar el Tr・ico de Personas, Especialmente Mujeres y Ni・s, es de hecho un vigoroso instrumento humanitario que adelanta la causa de los derechos humanos. El Protocolo contra la Introducci・ Ilegal de Migrantes se ocupa tambi・ con alg・ detalle de los problemas especiales de las v・timas.

Los protocolos y la convenci・ incorporan un nuevo elemento que refleja el modo de pensar de hoy en torno a c・o luchar contra el crimen organizado. Por primera vez, art・ulos espec・icos se ocupan de la prevenci・ del crimen. Los v・culos entre el crimen y la pobreza se atienden especialmente, y se recalca la importancia de la opini・ p・lica como instrumento de prevenci・.

La Convenci・ de Palermo es una respuesta clara al crimen transnacional. La raz・ de este ・ito es, en mi opini・, muy evidente. El nivel e intensidad del crimen internacional ha ido m・ all・de lo que los gobiernos y la poblaci・ en general est・ preparados para aceptar. La convenci・ es la piedra fundamental de una estrategia internacional en surgimiento para combatir el crimen organizado transnacional. Pero hay m・ por delante: est・ en preparaci・ instrumentos legales internacionales adicionales.

Un tercer protocolo de la Convenci・ de Palermo se aocupa del tr・ico de armas de fuego. Este protocolo acaba de ser aprobado.

La Asamblea General decidi・a fines del a・ pasado seguir adelante con la negociacion de una convenci・ contra la corrupci・. Si los gobiernos consiguen mantener el mismo enfoque y el mismo nivel elevado de consenso que caracterizaron la negociaci・ de la Convenci・ de Palermo y sus protocolos, podemos esperar que en el plazo de dos a・s haya una convenci・ en condiciones de ser aprobada.

Podemos esperar m・ a medida que la comunidad internacional llega a un consenso sobre las respuestas a las formas m・ novedosas del crimen, como los delitos basados en la Internet. Ya se va llegando a varios acuerdos regionales o de enfoque m・ restringido acerca de todo, desde el uso de estimulantes en los deportes hasta los bancos extraterritoriales.

Al establecer normas, estos acuerdos determinan el nivel que los pa・es deben alcanzar individualmente. En tanto persista el consenso mundial en favor de la acci・, este puede ser un enfoque efectivo.

Las normas forman tambi・ la base sobre la cual puede establecerse la cooperaci・ internacional. Ya hemos instalado programas sobre lavado de dinero, corrupci・ y tr・ico de personas, dirigidos primordialmente a ayudar a los diferentes pa・es a alcanzar las nuevas normas mundiales.

El alcance del crimen transnacional y su r・ido crecimiento es motivo de seria preocupaci・. Pero la respuesta que va tomando forma y cobrando impulso es motivo de optimismo. Este esfuerzo necesitar・la dedicaci・ de cada pa・, porque ning・ ・ito real puede alcanzarse si hay eslabones d・iles en la cadena. Esta dedicaci・ s・o persistir・si reflejaa un compromiso de parte del p・lico de asegurar que no nos encaminamos hacia un mundo en que la democracia y la seguridad de las personas se vean socavadas por estas nuevas amenazas.


El se・r Arlacchi dirige la ONUCDPC, con sede en Ginebra, y es tambi・ uno de los subsecretarios de las Naciones Unidas.

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Cuestiones Mundiales, agosto 2001 -- Contenido
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