ENCONTRAR UNA CAUSA COMUN
EN LA CAMPA¡¦ CONTRA LAS DROGAS

Por Barry R. McCaffrey
Director de la Oficina de Pol¡¦ica Nacional de Control de Drogas

Una estrategia antidroga eficaz debe concentrarse tanto en la oferta como en la demanda. La lucha contra la drogadicci¡¦ debe librarse en los hogares y las escuelas de cada comunidad. El problema se presenta repetidamente cuando cada generaci¡¦ de ni¡¦s deja la edad de la inocencia y pasa a la madurez. Lograremos superar el consumo indebido de sustancias qu¡¦icas cuando los padres, los maestros, los ciudadanos y los funcionarios gubernamentales trabajen conjuntamente para ense¡¦r a los j¡¦enes a rechazar las drogas il¡¦itas y aceptar formas de vida saludables.

En 1997, mi oficina alist¡¦para este esfuerzo una muestra formidable de norteamericanos. La "Alianza de Prevenci¡¦ Mediante Servicio" reuni¡¦cuarenta y siete organizaciones c¡¦icas, de servicio, veteranos, mujeres y fraternidades para ayudar a reducir el consumo de drogas entre los j¡¦enes. Estas organizaciones representan a cien millones de personas de casi un mill¡¦ de organizaciones locales de todas partes de Estados Unidos. Han emprendido la tarea de prevenir la drogadicci¡¦ de la misma manera que en a¡¦s pasados fortalecieron la estructura social con sus esfuerzos para mejorar la vida de los necesitados dentro de sus comunidades.

Tenemos 4.300 coaliciones antidrogas comunitarias, en pueblos y ciudades de cada estado, dedicadas a ayudar a los j¡¦enes a conocer los peligros de la drogadicci¡¦. Las personas, familias y comunidades involucradas asumen la responsabilidad de descubrir por qu¡¦la gente consume drogas, de determinar qu¡¦es lo que detiene el consumo de drogas, y de poner en pr¡¦tica medidas para liberar de las drogas a las familias y a las comunidades.

Con el fin de reforzar esos esfuerzos, el Congreso de Estados Unidos cre¡¦en 1997 el Programa de Apoyo a Comunidades Libres de Drogas. El programa provee donaciones de hasta 100.000 d¡¦ares por per¡¦dos de un a¡¦ con el prop¡¦ito de aumentar la colaboraci¡¦ y coordinaci¡¦ en la lucha contra las drogas il¡¦itas, el alcohol y el tabaco.

Las primeras donaciones fueron otorgadas en 1998 a noventa y dos coaliciones comunitarias. Nuestra oficina, en asociaci¡¦ con la Oficina de Justicia y Prevenci¡¦ de la Delincuencia Juvenil del Departamento de Justicia, tambi¡¦ ofrece a estos grupos locales capacitaci¡¦ y asistencia t¡¦nica para la prevenci¡¦ de la drogadicci¡¦. Adem¡¦, les ayudamos a medir su progreso evaluando sus logros. La Comisi¡¦ Consultiva de Comunidades Libres de Drogas, nombrada por el presidente Clinton, tambi¡¦ act¡¦ para proveer informaci¡¦ y gu¡¦ a estos grupos. Estos esfuerzos involucran a los padres, los j¡¦enes, las escuelas y los clubes juveniles, pero tambi¡¦ incluyen a las empresas comerciales, los medios informativos, las agencias de ejecuci¡¦ de la ley, y agrupaciones c¡¦icas y profesionales del cuidado de la salud.

Al ayudar a los grupos locales, compartimos nuestra experiencia y discernimiento acerca de los m¡¦odos que demostraron ser efectivos. Hemos visto que cualquier estrategia para reducir el uso indebido de sustancias qu¡¦icas debe basarse en una evaluaci¡¦ total de los problemas. Los mejores programas de prevenci¡¦ emplean estrategias m¡¦tiples y est¡¦ ajustados para un p¡¦lico determinado. No terminan con solamente una sesi¡¦; sesiones ulteriores refuerzan el cambio de la conducta. Por ¡¦timo, estos esfuerzos deben estar abiertos a inspecciones regulares para medir sus resultados.

Entre las actividades cr¡¦icamente importantes figuran despertar la percepci¡¦ de la comunidad y propagar el mensaje acerca de los peligros del uso indebido de sustancias qu¡¦icas, y tenemos algunas sugerencias que demostraron ser ¡¦iles en este sentido para los grupos locales. Utilizar los medios informativos para eliminar el que se niegue que haya un problema y hacer que la gente se entere del problema y de la soluci¡¦, solamente es el primer paso. Las coaliciones comunitarias son particularmente efectivas cuando no se limitan a predicar sino que ayudan a la gente a desarrollar destrezas ¡¦iles. Las clases de educaci¡¦ para los padres, y los programas de educaci¡¦ para adolescentes a trav¡¦ de medios informativos son dos ejemplos.

Los j¡¦enes curiosos necesitan m¡¦ que la informaci¡¦ y astucia de los medios noticiosos para mantenerse alejados de las drogas. Necesitan actividades interesantes que les permitan resistir la tentaci¡¦ de las drogas. El arte, la m¡¦ica, el teatro, los deportes y las actividades voluntarias siempre han enriquecido la vida de los j¡¦enes y los han motivado a evitar la conducta destructiva.

M¡¦ de cincuenta agencias federales colaboran con la Oficina de Pol¡¦ica Nacional de Control de Drogas con el fin de crear la infraestructura para el esfuerzo de prevenci¡¦ de las drogas en Estados Unidos. Al mismo tiempo, miles de grupos locales en todas partes del pa¡¦ ayudan a la gente a evitar el consumo indebido de sustancias qu¡¦icas y a recuperarse del dolor que ¡¦te puede haber causado. Las estad¡¦ticas indican que estamos siguiendo el curso correcto. El consumo de drogas en Estados Unidos alcanz¡¦cifras r¡¦ord en 1979, cuando un 13 por ciento de la poblaci¡¦ indic¡¦que consum¡¦ alg¡¦ narc¡¦ico il¡¦ito. En 1997, esta cifra hab¡¦ bajado m¡¦ de la mitad, cuando solamente un seis por ciento de la poblaci¡¦ indic¡¦que consum¡¦ drogas.

Hoy, nuestra meta es volver a reducir esta cifra a la mitad. Confiamos en reducir este porcentaje del consumo de drogas en la poblaci¡¦ a s¡¦o un tres por ciento. Con tantos ciudadanos, familias y agrupaciones dedicados a la prevenci¡¦ en comunidades de todas partes del pa¡¦, tenemos confianza en que podremos alcanzar esta meta.

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