Prevenci・ del SIDA: Una inversi・ en la prosperidad mundial Por Lawrence H. Summers Secretario de Hacienda
El ritmo actual de los descubrimientos cient・icos ofrece una oportunidad hist・ica de hacer progresos en la lucha contra las enfermedades mortales como el SIDA, que le causan tantas p・didas al desarrollo econ・ico y amenazan la prosperidad y estabilidad de la econom・ mundial.
El mundo, a medida que avanza su integraci・, enfrenta cada vez m・ una extensa clase de problemas que trascienden las fronteras y resisten las soluciones f・iles que propugnan individualmente gobiernos y mercados. No importa si se trata del lavado de dinero y los delitos financieros, el cambio clim・ico o la reducci・ en la diversidad biol・ica del mundo -- las soluciones de estos problemas ser・ bienes p・licos mundiales, que requieren una cooperaci・ mundial concertada. Las propuestas presentadas por el presidente en su Iniciativa del Milenio procuran catalizar una respuesta mundial a uno de estos problemas m・ urgentes y moralmente apremiantes: el flagelo de las enfermedades infecciosas que afecta con m・ severidad a los pa・es que son menos capaces de enfrentarlo. Deseo abordar aqu・los tres puntos que forman la base de la iniciativa del presidente. Primero, el desarrollo y la distribuci・ de vacunas y tratamientos de enfermedades infecciosas constituye ahora una de las inversiones m・ efectivas que podamos hacer en el desarrollo econ・ico exitoso de los pa・es m・ pobres. Segundo, las lecciones de la experiencia reciente en el desarrollo y el adelanto en los descubrimientos cient・icos, nos han colocado en una posici・ en la que podremos hacer un impacto real en la propagaci・ mundial de estas enfermedades. Tercero, para lograr esto se necesita la cooperaci・ p・lica y privada, tanto a nivel nacional como internacional. La lucha contra las enfermedades infecciosas como imperativo moral y econ・ico. Pudiera parecer extra・ que el secretario de Hacienda dedique tanta atenci・ a la meta de prevenir y controlar enfermedades en los pa・es en desarrollo. Pero, como secretario de Hacienda, tengo siempre presente el enorme inter・ econ・ico, humanitario y de seguridad nacional que Estados Unidos tiene en el ・ito del desarrollo de los pa・es m・ pobres. Hoy, no es una exageraci・ decir que el obst・ulo m・ grande al desarrollo humano en estos pa・es es el espectro de enfermedades como el VIH/SIDA. En a・s recientes, la propagaci・ del VIH/SIDA ha sido r・ida y particularmente brutal. Cincuenta millones de personas en el mundo est・ infectadas con el VIH; m・ de 16 millones han muerto; y las muertes anuales relacionadas con el SIDA alcanzaron el a・ pasado la cifra r・ord de 2,6 millones de personas. En el Africa al sur del Sahara, donde ha ocurrido el 85 por ciento de todas las muertes atribuidas al SIDA, la expectativa de vida ha declinado grandemente en muchos pa・es, anulando d・adas de avances duramente logrados. Por lo menos en cinco pa・es africanos, m・ del 20 por ciento de los adultos dieron VIH positivo. En el sur de Africa se anticipa que en los pr・imos 5 a 10 a・s la expectativa de vida baje de su nivel m・imo de 59 a・s, alcanzado a principios de la d・ada de 1990, a 45 a・s -- un nivel nunca visto desde los a・s cincuenta. Y las tasas m・ altas de nuevas infecciones ocurren frecuentemente entre mujeres j・enes que pronto ser・ madres. Las mujeres asumen en forma creciente el peso del VIH/SIDA, por ser las principales proveedoras de cuidados y, entre las j・enes, por ser las que frecuentemente son las m・ vulnerables a la enfermedad. En muchos lugares, la infecci・ con el VIH/SIDA entre las mujeres j・enes es tres a cinco veces m・ alta que entre los hombres. En partes de Sud・rica, casi un tercio de las mujeres embarazadas son diagnosticadas VIH positivo, comparado con solamente el 1 por ciento en 1990. En un continente donde las mujeres llevan a cabo una proporci・ excesiva del trabajo f・ico y contribuyen en forma cr・ica a la econom・ del hogar, la debilitaci・ causada por el SIDA es especialmente cruel. Lo m・ inquietante es la tasa en que se propaga el VIH/SIDA y el peligro absolutamente real de que lo que est・ocurriendo en Africa est・por ocurrir en otras partes. Las tasas de infecci・ aumentan r・idamente en Asia, donde varios pa・es se encuentran al borde de una pandemia en gran escala y necesitan tomar medidas de inmediato para prevenir el desastre sufrido en Africa. Partes de Am・ica Latina y el Caribe -- nuestros propios vecinos -- muestran tambi・ tasas de infecci・ altas y en aumento. Y los pa・es de la otrora Uni・ Sovi・ica y de Europa Oriental tambi・ son vulnerables. El a・ pasado Rusia experiment・el mayor aumento en las tasas de infecci・ en el mundo. Al mismo tiempo, cabe destacar que millones de los habitantes del mundo siguen siendo v・timas de enfermedades que existen desde hace siglos. Por ejemplo, la tuberculosis (TB) causa m・ de dos millones de muertes anuales, y las cepas resistentes a las medicinas van en aumento. En efecto, miles de personas diagnosticadas VIH positivo mueren realmente de TB; sus sistemas inmunitarios da・dos permiten que se desarrolle la TB activa, la que se propaga despu・ a personas que no dan VIH positivo. En resumidas cuentas, las enfermedades infecciosas son la causa principal de muertes en el mundo, y causan casi la mitad de todas las muertes entre personas menores de 45 a・s. El resultado final no es solamente una crisis humanitaria, sino una crisis social y econ・ica m・ extensa. La expectativa de vida est・bajando debido principalmente a una mortalidad m・ alta entre adultos en la flor de su vida, y las investigaciones han revelado que el crecimiento econ・ico depende grandemente de la proporci・ de la poblaci・ en edad de trabajar. Un estudio reciente del Banco Mundial estima que el SIDA probablemente restar・aproximadamente un 1 por ciento anual del crecimiento en el PIB de 30 pa・es al sur del Sahara. La carga que significa con estas enfermedades refuerza a・ m・ la pobreza que permite que ・tas se arraiguen. Los presupuestos y servicios del cuidado de la salud est・ abrumados por el peso de cuidar a aquellos que est・ infectados. Y las familias ya empobrecidas est・ obligadas a liquidar sus bienes y a diferir gastos en cosas esenciales como la educaci・, para poder pagar por el costoso cuidado m・ico -- lo que las hunde m・ en la vertiginosa espiral econ・ica. El SIDA ha dejado hu・fanos a un n・ero alarmante de ni・s -- m・ de 11 millones en el mundo -- todos ellos, excepto medio mill・, en Africa. Si estos pa・es no se desarrollan, no pueden contribuir al crecimiento mundial m・ amplio en que tenemos tanto en juego, cuando m・ del 40 por ciento de nuestras exportaciones ya va destinado a los pa・es en desarrollo. La miseria econ・ica nacional y la inestabilidad pol・ica que inevitablemente acompa・n esta escala de p・dida humana pueden causar un da・ mayor a todo el sistema mundial. Por todas estas razones, respaldar el desarrollo y la distribuci・ de vacunas y tratamientos efectivos contra enfermedades infecciosas es la inversi・ m・ eficaz y econ・icamente viable que podamos hacer, tanto para el desarrollo exitoso de estas econom・s como para la prosperidad y estabilidad de toda la econom・ mundial. Creemos que ・te es fundamentalmente un imperativo humanitario. Tambi・ es un imperativo econ・ico y de seguridad nacional. Y es un imperativo que podemos abordar ahora con m・ fuerza gracias a la posici・ en que nos han colocado la experiencia mundial y el ritmo de los descubrimientos cient・icos. La capacidad de realmente inclinar la balanza Debemos abordar ahora el efecto inmediato y continuo de las enfermedades infecciosas y otros males de la pobreza. La historia de los esfuerzos internacionales en el pasado para combatir las enfermedades infecciosas sugiere que no hay soluciones f・iles y simples para este problema. Pero hoy estamos en una posici・ mucho m・ fuerte que hace apenas algunos a・s para ayudar a pa・es a lograr progresos concretos. Primero, hubo un crecimiento r・ido en conocimientos cient・icos pertinentes. Evidentemente, una raz・ de la alta incidencia de enfermedades infecciosas lo constituyen los vac・s que todav・ existen en nuestro conocimiento cient・ico acerca de estas enfermedades. El desarrollo de vacunas y medicinas simplemente no puede ir m・ all・de las fronteras de la ciencia b・ica disponible. Pero, como dijo un ejecutivo farmac・tico en una reuni・ reciente acerca de este tema con el presidente Clinton, ・ta es una "・oca de oro" para la investigaci・ y la puesta en pr・tica. Se hicieron adelantos recientes importantes en cuanto al paludismo, el neumococo y el SIDA. Creemos que la pol・ica p・lica puede dar un empuj・ cr・ico a los esfuerzos de investigaci・ en esta ・ea. Segundo, tenemos nuevas herramientas para encauzar posibles recursos internos y externos hacia este esfuerzo. Es obvio que la falta de recursos financieros relativos al costo de las inversiones m・ b・icas es un obst・ulo a・ mayor para mejorar los resultados de la salud en estos pa・es. En promedio, los pa・es m・ pobres del mundo gastan apenas 15 d・ares anuales por persona en el cuidado de la salud -- menos de lo que cuesta vacunar a un ni・ contra nueve enfermedades b・icas, incluyendo polio, sarampi・ y t・ano. En Estados Unidos, gastamos cada a・ miles de d・ares por persona en el cuidado de la salud. En los pa・es en desarrollo m・ pobres, solamente hay como t・mino medio 14 m・icos y 26 enfermeras por cada 100.000 pacientes, comparado con 245 m・icos y 878 enfermeras en los Estados Unidos. Y 800 millones de personas viven con menos de un d・ar por d・. La dura realidad es que el costo de cuidar a los pacientes de SIDA como lo hacemos en Estados Unidos excede por mucho el ingreso per c・ita en la mayor・ de los pa・es en desarrollo. No podemos confiar en que podamos eliminar el vac・ relativo que existe en los recursos econ・icos de los pa・es. Pero en la Iniciativa para los Pa・es Pobres Fuertemente Endeudados (HIPC) tenemos una herramienta para aumentar los fondos de que disponen -- y asegurar que estos se dirijan hacia prioridades esenciales del desarrollo humano, como el cuidado b・ico de la salud. La iniciativa HIPC, creada en 1996 y mejorada el a・ pasado, ya ha ayudado a algunos de los pa・es m・ pobres del mundo a asignar recursos preciosos al desarrollo humano que, de otra manera, se habr・n gastado en pagar la deuda. La iniciativa HIPC, plenamente financiada y puesta en efecto, tiene el potencial de ser una herramienta a・ m・ poderosa para ayudar a los pa・es a dedicar mayores recursos a combatir las enfermedades infecciosas. El a・ pasado el gobierno de Uganda ahorr・ conforme al programa HIPC original, 45 millones de d・ares en el servicio de su deuda. Sus gastos en salud y educaci・ aumentaron en 55 millones de d・ares, incluyendo un programa importante para combatir la epidemia del VIH/SIDA. Se anticipa que las tasas de inmunizaci・ de ni・s aumenten del 55 por ciento en 1996 al 60 por ciento en 2002. Una de las prioridades claves en los gastos en el cuidado de la salud en el futuro, los que ser・ facilitados por el aumento del alivio de la deuda HIPC, es extender la divulgaci・ de la educaci・ sobre el VIH/SIDA, particularmente en las comunidades rurales. Cabe recalcar que educar a las ni・s tiene el beneficio adicional de ayudar a prevenir la propagaci・ del VIH/SIDA. Estudios realizados en Zaire, Zimbabwe y otras partes sugieren fuertemente que las tasas m・ altas de matriculaci・ de las muchachas en escuelas secundarias han estado vinculadas a una tasa mucho menor de transmisi・ del VIH. Y en el mundo en v・s de desarrollo, los datos que se tienen sobre el cuidado de la salud confirman que los niveles de educaci・ est・ altamente correlacionados con la probabilidad de que las mujeres mantengan relaciones sexuales libres de riesgos. Esta es la raz・ por la que el nuevo planteamiento para los pr・tamos oficiales, que forma parte de la iniciativa HIPC, coloca en primer plano las inversiones esenciales en la educaci・ de la mujer y otras inversiones sociales esenciales. Por ・timo, tenemos una comprensi・ mejor de la importancia -- y los prerrequisitos -- de la distribuci・ eficaz de vacunas y tratamientos. Sin duda, no vale la pena enviar vacunas y medicinas hacia los puertos de pa・es pobres si las mismas no llegan a las bocas o brazos de aquellos que m・ las necesitan. Por la misma raz・, no sirve de mucho administrar vacunas y medicinas a gente que no recibe las herramientas b・icas para mantener la salud, tales como las intervenciones nutritivas del tipo de la vitamina A y el hierro; o para prevenir enfermedades, tales como un mosquitero para protegerse del paludismo y educaci・ para impedir la proliferaci・ del VIH/SIDA. Estos problemas han sido a menudo obst・ulos importantes que se opon・n a los esfuerzos internacionales para combatir las enfermedades cardiacas. Sin embargo, la comunidad del desarrollo ahora comprende bien las estrechas vinculaciones entre los diferentes aspectos del cuidado de la salud, y las aplica en la pr・tica con ・ito. Esto se refleja tanto en la Iniciativa Presidencial del Milenio como en los planes que desarrolla ahora el Banco Mundial, que se concentran en transferir recursos significativos al mejoramiento de la provisi・ de servicios de salud b・icos, entre ellos vacunas y medicinas. Tambi・ comprendemos mejor que esto no es s・o cuesti・ de dinero, sino de competencia y de compromiso perdurable. Espec・icamente, los gobiernos de los pa・es en desarrollo necesitan comprometerse a alcanzar objetivos espec・icos de mejoramiento de la provisi・ de servicios de salud y los resultados al respecto. Y los pa・es donantes, las organizaciones internacionales y las entidades no gubernamentales de las naciones en desarrollo necesitan cooperar para encontrar soluciones que funcionen mejor para el pa・ en cuesti・. Y aplicar estos principios equivale a obtener resultados concretos. Por ejemplo, en Uganda y Tailandia programas recientes e innovadores respaldados por la comunidad internacional han comenzado a revertir las tasas de infecci・ con el VIH en los grupos de alto riesgo. Y en Senegal, una inversi・ temprana en programas de prevenci・ ha ayudado a mantener bajas las tasas de infecci・ con el VIH. En Bangladesh, donde se gastan s・o 4 d・ares por persona y por a・ en servicios de salud, el Banco Mundial, la USAID y otros donantes han apoyado el desarrollo de redes de personal no m・ico que van hasta millares de aldeas y arrabales urbanos, con lo que han ayudado a reducir la tasa de mortalidad infantil de 132 a 75, entre 1980 y 1997. La Iniciativa Presidencial de Vacunaci・ del Milenio La Iniciativa Presidencial de Vacunaci・ del Milenio, que el presidente bosquej・en su Mensaje sobre el Estado de la Uni・, se fundamenta en estas dos realidades: la escala y urgencia del problema y el alcance mayor con que podemos actuar hoy para dar una respuesta mundial efectiva. En estas iniciativas nos basamos en el apoyo del sector privado, inclusive las compa骰as farmac・ticas que pueden proveer la investigaci・ y el desarrollo que son tan necesarios para desarrollar las vacunas apropiadas. Aprovechamos tambi・ la dedicaci・ del sector sin fines de lucro, incluso organizaciones como la fundaci・ creada por el presidente de la compa骰a Microsoft, Bill Gates, que ha contribuido generosamente a la lucha contra la enfermedad; y utilizamos la pericia del gobierno para que pueda actuar como catalizador para asegurar que estos esfuerzos se expandan a escala internacional. La iniciativa presidencial tiene cuatro componentes b・icos. Primero, la movilizaci・ de recursos internacionales adicionales para ayudar a los pa・es m・ pobres a comprar para sus ni・s las vacunas existentes. A menudo muchos pa・es pobres no pueden permitirse comprar vacunas. Para ayudar a resolver este problema, el presupuesto presentado por el presidente para el a・ fiscal 2001 propone una contribuci・ de 50 millones de d・ares a la Alianza Mundial para las Vacunas y la Inmunizaci・ (AMVI), con el fin de comprar vacunas existentes destinadas a los ni・s. Esta contribuci・ deber・ ayudar a catalizar contribuciones significativas de otros pa・es y fundaciones. Le a・dir・tambi・ credibilidad esencial al compromiso de la comunidad internacional de proveer un mercado para las nuevas vacunas, incluso vacunas contra el SIDA, cuando se las desarrolle. Adem・, el presidente ha ayudado a estimular los compromisos de la industria farmac・tica de donar vacunas existentes por valor de cientos de millones de d・ares. Segundo, transferir los recursos internacionales existentes a la construcci・ de una infraestructura en los pa・es pobres que pueda distribuir vacunas y medicinas y proveer servicios b・icos de salud esenciales. El presidente Clinton ha instado a los bancos multilaterales de desarrollo que transfieran a los servicios de salud b・icos de 400 a 900 millones de d・ares anuales adicionales en recursos concesionarios. Por supuesto, un elemento esencial de esos servicios es la prevenci・ y tratamiento de las enfermedades infecciosas, incluso el SIDA. Tercero, intensificar la b・queda de maneras m・ efectivas de tratar y prevenir enfermedades que afectan extensamente los pa・es en desarrollo, especialmente el VIH/SIDA, el paludismo y la tuberculosis. El presupuesto que present・el presidente para los Institutos Nacionales de la Salud en el a・ fiscal 2001 incluye un aumento significativo de la investigaci・ que es esencial para crear vacunas contra las enfermedades mortales que afligen primordialmente a los pa・es en desarrollo. El financiamiento de la investigaci・ de una vacuna contra el SIDA aumentar・substancialmente en el a・ fiscal 2001, y se habr・duplicado con exceso desde el a・ fiscal 1997. El presidente ha propuesto tambi・ 100 millones de d・ares adicionales para la prevenci・ y el tratamiento del VIH en Africa, Asia y otros pa・es en desarrollo. Podemos hacer avances cruciales contra el VIH y el SIDA mediante la distribuci・ de informaci・ clara sobre las estrategias de prevenci・ y el tratamiento de enfermedades de transmisi・ sexual. Pedimos a otros pa・es que se unan a nosotros para comprometer dinero con estos prop・itos. Cuarto, aprovechar las destrezas cient・icas y tecnol・icas del sector privado en el desarrollo de nuevas vacunas para las enfermedades infecciosas. Si bien se ha logrado un progreso importante, hay un amplio reconocimiento de que el mercado no les ofrece a las compa骰as farmac・ticas incentivos suficientes para desarrollar vacunas y medicinas que afectan de modo desproporcionado a las naciones en desarrollo. De hecho, la Organizaci・ Mundial de la Salud estima que tal vez s・o el 10 por ciento de los 50.000 a 60.000 millones de d・ares que se gastan cada a・ en todo el mundo en investigaciones m・icas se destina a enfermedades que afligen al 90 por ciento de la poblaci・ mundial. Para comenzar a atender este problema, el presidente propone un nuevo cr・ito impositivo para las ventas de vacunas contra el paludismo, la tuberculosis, el VIH/SIDA o cualquier otra enfermedad infecciosa que cause m・ de un mill・ de muertes al a・ en todo el mundo. De acuerdo con la propuesta, el vendedor de una vacuna cualificada podr・ reclamar un cr・ito igual al 100 por ciento de la cantidad pagada por una organizaci・ sin fines de lucro cualificada (por ejemplo, UNICEF), la cual recibir・ de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) una asignaci・ de cr・ito. El cr・ito impositivo parear・ d・ar por d・ar los desembolsos del comprador, con lo que se duplicar・ su capacidad de compra. Desde el 2002 y hasta el 2020, la USAID podr・ reconocer hasta 1.000 millones de d・ares en ventas de vacunas con derecho a recibir el cr・ito. Este cr・ito proveer・ un compromiso espec・ico y confiable de comprar vacunas para las enfermedades singularizadas una vez que est・ disponibles. El presidente exhorta a los otros gobiernos a que formulen compromisos de compra similares, de modo que podamos asegurar en el futuro un mercado para estas vacunas cr・icamente necesarias. Adem・, la administraci・ ha expresado su disposici・ a apoyar un cr・ito impositivo para los gastos de ensayos cl・icos cualificados de ciertas vacunas, similar al cr・ito impositivo existente conocido como "orphan drug tax credit", que se concede a ciertos tipos de f・macos de difusi・ limitada. El cr・ito alcanzar・ al 30 por ciento de los gastos en ensayos cl・icos en seres humanos de vacunas por las enfermedades que toma como objetivos la iniciativa del presidente. Este cr・ito proveer・a los elaboradores de f・macos un incentivo adicional para emprender la investigaci・ de nuevas vacunas y acelerar su desarrollo. Conclusi・ La mera magnitud y complejidad del reto de combatir las enfermedades infecciosas, y la resistencia que ・tas han ofrecido en el pasado, tienden a abrumar la esperanza con una sensaci・ de futilidad. En todo el mundo, las enfermedades infecciosas -- incluyendo el SIDA -- matan millones de ni・s y debilitan y matan a millones de adultos en la flor de la edad. Las devastadoras consecuencias humanas y econ・icas son evidentes. Sin embargo, en Uganda, en Senegal y en otras partes vemos ahora ejemplos poderosos de progreso concreto. Y hemos visto antes que los esfuerzos mundiales bien coordinados pueden ejercer un impacto enorme. S・o hay que considerar la erradicaci・ de la viruela; la campa・ contra la poliomielitis, casi completada; y el notable esfuerzo mundial para combatir la ceguera de los r・s (oncocerciasis), que ha detenido la transmisi・ de esta enfermedad en 11 pa・es africanos e impidi・que 185.000 personas que ya estaban infectadas quedaran ciegas. Como lo he dicho, estamos convencidos de que tenemos ahora una oportunidad hist・ica de lograr avancaes contra otras enfermedades mortales que les cobran hoy un precio enorme a las econom・s en desarrollo. Lo que es crucial es que actuemos ahora para catalizar un esfuerzo internacional amplio para atender el problema.
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