AIDS
La lucha contra la pandemia del SIDA
Por Richard C. Holbrooke
Embajador de Estados Unidos en las Naciones Unidas

La epidemia del SIDA, tema prohibido y envuelto en silencio riguroso en muchas culturas, se debe discutir p・licamente en las esferas m・ altas del poder.

La primera vez que tom・conciencia de c・o convergen las cuestiones de la seguridad internacional y el VIH/SIDA fue en 1992, cuando, como ciudadano particular, viajaba a Phnom Penh y tuve la oportunidad de hablar con los funcionarios de Estados Unidos y de las Naciones Unidas que trabajaban en las elecciones auspiciadas por la ONU en Camboya. Me inquiet・tanto lo que escuch・sobre la transmisi・ del virus de los soldados y a los soldados de las fuerzas de paz, que escrib・una carta al funcionario superior de las Naciones Unidas en Camboya en la que mencionaba los 40 diferentes pa・es que contribu・n a estas fuerzas de las Naciones Unidas encargadas de mantener la paz en Phnom Penh. Aunque comprometidas en la tarea admirable de lograr la paz en ese asolado pa・, los soldados de estas fuerzas pod・n contribuir a la expansi・ mundial del SIDA al llevar el virus a Camboya o al exportarlo de ese pa・.

Desde entonces se han cumplido con efecto devastador los vaticinios de los epidemi・ogos sobre la expansi・ mundial del SIDA. En tanto que en Occidente la educaci・ sobre el SIDA y las terapias con nuevos medicamentos permiten esperar que se erradique esta enfermedad, en el mundo en desarrollo la tasa de contagio sigue en aumento. En ninguna parte del mundo es m・ evidente el efecto de esta enfermedad que en el Africa al sur del Sahara. A pesar de que los estados desde Kenia hasta Sud・rica albergan s・o un 10 por ciento de la poblaci・ mundial, en conjunto representan a m・ de dos terceras partes del n・ero de personas VIH-positivas del mundo y casi el 85 por ciento de todas las v・timas mortales del SIDA. Cada a・ el n・ero de personas que mueren en el Africa al sur del Sahara a causa de esta enfermedad -- que el a・ pasado ascendi・a m・ de 2,62 millones -- es 10 veces mayor que la suma de las muertes en todos los conflictos armados en el continente.

El pasado diciembre, durante un viaje a diez naciones de Africa, presenci・los estragos del SIDA, desde los miles de hu・fanos en Lusaka, Zambia, obligados a vivir en una estaci・ de autobuses, muchos ya infectados con el VIH, hasta seis mujeres embarazadas de Windhoek, Namibia, todas portadoras del SIDA, que tuvieron que reunirse en secreto con nuestra delegaci・ debido a los estigmas que lleva consigo esta enfermedad. Estas mujeres nos revelaron que, de admitir que hab・n contra・o la enfermedad, perder・n a sus maridos, a sus familias y sus empleos, y se las excluir・ completamente de la sociedad. Si no se descubre y trata, el VIH/SIDA destruye a las familias y las relaciones entre parientes, mata al responsable de sostener a la familia, y a los maestros, soldados y polic・s que son la esperanza de la pr・ima generaci・.

En enero de este a・, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas celebr・el milenio aprobando la medida hist・ica de tener por primera vez como orden del d・ de una sesi・ una cuesti・ de salud en la que el SIDA fue el tema principal. Este acontecimiento representa lo que ya muchos hemos sostenido durante mucho tiempo, que el SIDA es tan desestabilizador como una guerra, que en el mundo despu・ de la Guerra Fr・ la seguridad internacional es algo m・ que armas y bombas, y el equilibrio del poder entre estados soberanos. El vicepresidente Gore, quien presidi・la sesi・ del Consejo de Seguridad, habl・elocuentemente sobre ello al decir que el SIDA es "una crisis de seguridad porque no s・o amenaza a los ciudadanos particulares sino a las mismas instituciones que definen y defienden el car・ter de una sociedad".

En los meses siguientes a esa sesi・ del Consejo de Seguridad, la atenci・ de los medios informativos se ha centrado m・ en la cuesti・ del SIDA en Africa, como tambi・ en el Premio Pulitzer otorgado al redactor Mark Schoofs de la revista Village Voice por su serie de art・ulos de inter・ titulada "El SIDA: La agon・ de Africa". Las Naciones Unidas, el gobierno de Estados Unidos, las empresas farmac・ticas y las organizaciones no gubernamentales (ONG) han emprendido iniciativas nuevas. Y, mientras yo sea embajador en las Naciones Unidas, Estados Unidos jam・ emitir・su voto a favor de una resoluci・ para mantener la paz que no requiera medidas espec・icas del Departamento de las Naciones Unidas para las Operaciones de Mantenimiento de Paz, con el fin de evitar el contagio de las fuerzas de mantenimiento de la paz o por las fuerzas de mantenimiento de la paz.

Pero se debe hacer m・. Antes que nada, es necesario obtener con car・ter de urgencia un mayor compromiso de recursos. No es un secreto que el nivel de los recursos internacionales dedicados a la lucha contra el SIDA son demasiado bajos frente a su magnitud. Seg・ Jim Wolfensohn, presidente del Banco Mundial, el nivel actual de la asistencia oficial internacional para la prevenci・ del SIDA en Africa es s・o 160 millones de d・ares. En la reuni・ de enero del Consejo de Seguridad, el vicepresidente Gore anunci・que la administraci・ solicitar・ otros 100 millones de apoyo al Congreso para luchar contra esta epidemia, lo que colocar・ la aportaci・ total de Estados Unidos este a・ en 342 millones. Seguiremos trabajando por medios diplom・icos para potenciar a nuestros colegas en el G-8, ONUSIDA, la Organizaci・ Mundial de la Salud, el Banco Mundial y otras organizaciones internacionales, al sector privado y a los l・eres de todos los pa・es del mundo a fin de que se mejore la cooperaci・ y se logre un mayor compromiso pol・ico y financiero con esta lucha en todo el mundo.

En segundo lugar, las naciones que sufren la crisis del SIDA y las que son ya plataforma de lanzamiento de la enfermedad deber・ aceptar sus propias responsabilidades. En demasiadas culturas, el VIH/SIDA es un tema prohibido envuelto en silencio riguroso. La epidemia y sus causas se deben discutir p・licamente en las esferas m・ altas de poder. Aparte de los recursos financieros, la batalla contra el SIDA requiere capital y voluntad pol・ica. Es por esta raz・ que doy la acogida a la d・imotercera Conferencia Anual sobre el SIDA que se celebrar・en Durban, Sud・rica, durante este mes de julio. Esta conferencia proporciona una oportunidad excelente para que los representantes del gobierno y de las ONG, las organizaciones donantes y los expertos discutan abiertamente estrategias eficaces para la prevenci・ del SIDA, posibles tratamientos y la movilizaci・ internacional, nacional y comunitaria para luchar contra la pandemia que es el SIDA.

Es evidente que ning・ gobierno puede luchar solo contra la plaga que es el SIDA. Es s・o mediante la asociaci・ de la comunidad de naciones, del sector p・lico y del privado que se podr・alcanzar el progreso para evitar una generaci・ de hu・fanos con un futuro totalmente limitado y todas las esperanzas perdidas. Ciertamente que no les debemos a los ni・s del mundo nada menos que nuestro mejor esfuerzo conjunto para detener la aparentemente inevitable propagaci・ de esta espantosa enfermedad.