La lucha com・ contra el SIDA
Por Sandra Thurman
Estados Unidos, junto con otros pa・es, contribuye a dise・r programas experimentales basados en la prevenci・ y la atenci・ de la comunidad para frenar la ola de nuevas infecciones de SIDA en Africa y otras regiones del mundo.
Quisiera presentar un cuadro realista del alcance de la pandemia del SIDA, sobre todo en cuanto a sus efectos sobre la estabilidad de familias, comunidades y naciones. Quisiera relatarles algunas de mis experiencias y mostrarles los rostros que se esconden tras esta situaci・ estremecedora. Tambi・ quisiera presentarles a grandes rasgos los componentes de nuestra respuesta a esta pandemia mundial. Bajo cualquier aspecto que se le considere, el SIDA es una plaga de proporciones b・licas. Est・causando m・ v・timas en Africa que todas las guerras juntas que est・ devastando el continente. El SIDA es ahora la principal causa de muerte de todas las personas de todos los grupos de edad en Africa, y el ritmo al que ha ido progresando esta pandemia ha superado todas nuestras previsiones. En 1991, la Organizaci・ Mundial de la Salud predijo que para 1999 habr・ nueve millones de infectados y habr・n fallecido cerca de cinco millones de personas en Africa debido al SIDA. Los n・eros reales, aproximadamente 24 millones de infectados y 14 millones de muertos, son de dos a tres veces superiores a esas previsiones. Sin embargo, esta guerra contin・. Cada d・ ・rica entierra a 5.500 hombres, mujeres y ni・s como resultado del SIDA, y ese n・ero aumentar・m・ del doble en los pr・imos a・s. Seg・ las proyecciones actuales, para el a・ 2005 m・ de 100 millones de personas de todo el mundo estar・ infectadas con el VIH. Y a diferencia de otras guerras, son las mujeres y los ni・s los que cada vez con m・ frecuencia est・ atrapados en el fuego cruzado de esta pandemia implacable. En Africa, una generaci・ ・tegra de ni・s est・en peligro. En varios pa・es de Africa al sur del Sahara, entre una quinta y una tercera parte de todos los ni・s ya se han quedado hu・fanos debido al SIDA. Pero lo peor todav・ est・por llegar. En los pr・imos diez a・s, m・ de 40 millones de ni・s en Africa habr・ perdido al padre o a la madre, o a ambos, a causa del SIDA. Cuarenta millones. Casi el mismo n・ero de ni・s que viven en Estados Unidos al este del Mississippi. En tan s・o unos pocos a・s, el SIDA ha dado al traste con decenios de duro trabajo y progreso gradual hacia la mejora de la vida y la salud de las familias del mundo en desarrollo: la mortalidad de los ni・s menores de un a・ se est・duplicando, la mortalidad de los ni・s de 1 a 5 cinco a・s se va triplicando, y la esperanza de vida disminuye 20 a・s o m・. El SIDA no es s・o una cuesti・ de salud; es una cuesti・ econ・ica, una cuesti・ fundamental del desarrollo y una cuesti・ de seguridad y estabilidad. El SIDA tiene efectos devastadores en la productividad, el comercio y la inversi・, al abatir a los trabajadores en sus a・s m・ productivos, elevar el costo de los negocios y reducir el producto nacional bruto (PNB). Muchas compa骰as ya se han visto obligadas a contratar al menos dos empleados para cada puesto de trabajo, ya que se da por sentado que uno de ellos morir・a consecuencia del SIDA. El SIDA tambi・ afecta la estabilidad de la regi・. El Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas ha celebrado recientemente un d・ de reuniones sobre el VIH/SIDA. Este acontecimiento hist・ico puso de relieve el creciente convencimiento de que el SIDA es una amenaza de seguridad que requiere una movilizaci・ mundial. Este hecho se ha abordado tambi・ en un informe publicado recientemente por el Consejo Nacional de Inteligencia, en el que se demuestra que el efecto de esta pandemia es una amenaza mucho m・ grave de lo que pens・amos. No obstante, el mensaje que deseo transmitirles no es de desesperanza y desolaci・. Al contrario, espero contagiarles un sentido de optimismo. Porque en medio de esta tragedia, hay esperanza. En medio de esta terrible crisis, hay oportunidad, la oportunidad que se nos brinda de unirnos para potenciar a la mujer, proteger a los ni・s y prestar apoyo a las familias y comunidades de todo el mundo en nuestra lucha com・ contra el SIDA. Es importante recordar que de lo que estamos hablando aqu・no es de n・eros, sino de nombres; no de datos y cifras, sino de rostros humanos y familias. Perm・anme que les hable de una abuela ejemplar que conoc・en una peque・ aldea de las cercan・s de Masaka, en Uganda. Bernadette ha visto morir de SIDA a diez de sus 11 hijos adultos. Hoy, a los 70 a・s, est・cuidando a sus 35 nietos. Gracias a pr・tamos de un sistema bancario de la aldea, ha empezado a cultivar batatas, frijoles y ma・, a criar cabras y cerdos, y a vender az・ar y aceite comestible. Con el dinero que gana puede enviar a 15 de sus nietos a la escuela, conseguir un modesto tratamiento para los cinco que son seropositivos, y empezar a construir una casa suficientemente grande para albergarlos a todos. En su tiempo libre participa en una organizaci・ llamada "Mujeres unidas para salvar a los hu・fanos" -- fundada por la primera dama de Uganda, la se・ra Janet Musevenin -- que une en una acci・ solidaria a miles de mujeres aliadas en la misma lucha. Estas mujeres no est・ solas. Desde los j・enes que montan representaciones teatrales callejeras en Lusaka para educar a otros de su misma edad sobre los peligros del VIH, a los grupos de apoyo de Soweto que prestan atenci・ en el hogar y en la comunidad a los enfermos del SIDA, las comunidades se est・ movilizando y abriendo nuevas v・s a la esperanza. Estos son los rostros de los ni・s y las familias que viven en un mundo afectado por el SIDA. Su esp・itu, su determinaci・ y su fortaleza moral son una inspiraci・ para todos nosotros. El aspecto positivo de todo esto es que sabemos qu・es lo que funciona. Junto con nuestros socios de Africa, hemos adquirido conocimientos provechosos y dise・do medios eficaces. Juntos hemos elaborado programas experimentales y demostrado que funcionan. Hoy sabemos c・o frenar la ola de nuevas infecciones, c・o prestar atenci・ b・ica a los que est・ enfermos y c・o movilizar a las comunidades en apoyo del creciente n・ero de ni・s hu・fanos del SIDA. Uganda ha demostrado que con un firme compromiso pol・ico y programas permanentes en todo el pa・, se puede reducir a la mitad la prevalencia del VIH. Senegal ha demostrado que se puede parar la propagaci・ del VIH y mantener baja su prevalencia. Pero todav・ queda m・, mucho m・ por hacer para que estos resultados alcancen la escala necesaria. Estados Unidos ha participado en la lucha contra el SIDA en nuestro pa・ desde el principio de los a・s ochenta. Pero con el tiempo nos hemos ido percatando de que, en lo que se refiere a esta enfermedad, ni las crisis ni las oportunidades conocen fronteras. Tenemos mucho que aprender de las experiencias de otros pa・es, y el sufrimiento de los ciudadanos de la aldea mundial nos afecta a todos. Hemos hecho mucho, pero queda mucho m・ que Estados Unidos y otros pa・es desarrollados pueden y deben hacer. En el curso del ・timo a・ y medio he hecho cuatro viajes a Africa. Junto con miembros y personal de ambos partidos pol・icos y c・aras legislativas he visto personalmente las tragedias y los triunfos del SIDA en ・rica. En respuesta a los resultados de estos viajes, el gobierno pidi・ y el Congreso aprob・ otros 100 millones de d・ares para intensificar nuestras actividades mundiales contra el SIDA. Esta campa・ entra・ una serie de pasos para reforzar el liderazgo de Estados Unidos mediante el apoyo a algunos programas comunitarios extraordinarios que est・financiando la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) y la prestaci・ de la tan necesaria asistencia t・nica a los pa・es en desarrollo que luchan por atender las necesidades de sus pueblos infectados y afectados por el SIDA. Este esfuerzo duplica con exceso nuestro financiamiento de programas de prevenci・ y atenci・ en Africa y desaf・ a nuestros socios del G-8 y a otros a que tambi・ aumenten su compromiso. La campa・ se concentra en cuatro aspectos principales:
Si bien con esta campa・ se refuerza poderosamente la base de una respuesta integral a la pandemia, el UNAIDS (Programa de las Naciones Unidas sobre el VIH/SIDA) ha calculado que se necesitar・ 1.000 millones de d・ares para establecer un programa eficaz de prevenci・ del VIH en Africa al sur del Sahara. Actualmente, la contribuci・ combinada de todos los donantes para este fin no llega a 350 millones de d・ares. Adem・, UNAIDS calcula que se necesitar・un m・imo de 1.000 millones para empezar a prestar servicios b・icos de atenci・ y tratamiento a los enfermos del SIDA en la regi・. En lo que se refiere prestar incluso el tratamiento m・ elemental, no hemos empezado ni a escarbar la superficie. En vista de estas ingentes necesidades, el gobierno ha solicitado, en el presupuesto del presidente para el a・ fiscal 2001, un aumento adicional de 100 millones de d・ares para mejorar y ampliar nuestras actividades de lucha contra el SIDA en Africa y en todo el mundo. Estos fondos nos permitir・ impulsar las actividades en curso de la USAID y los Centros de Control de Enfermedades y ampliar su alcance con la inclusi・ de los departamentos de Trabajo y Defensa en el control de la transmisi・ del VIH/SIDA en el lugar de trabajo y en las fuerzas armadas. Sin embargo, es preciso repetir que Estados Unidos no puede ni debe hacer esto solo. Esta crisis requiere la participaci・ activa de todos los segmentos de todas las sociedades mancomunadas. Cada donante bilateral, cada organismo de pr・tamos multilateral, el mundo empresarial, las fundaciones, la comunidad religiosa y cada gobierno africano deben hacer su parte para aportar el liderazgo y los recursos necesarios para dar marcha atr・ a esta marea. Se puede hacer y se debe hacer. La realidad es que no tenemos vacuna o cura a la vista y que nos encontramos al principio de una pandemia mundial, no al final. Lo que hoy vemos en Africa es s・o la punta del t・pano. Lo que ha sucedido en Africa suceder・en India y en la antigua Uni・ Sovi・ica. Tenemos que actuar con urgencia con nuestros socios en Africa y en todo el mundo para aprender de nuestros fracasos y de nuestros ・itos y compartir esta experiencia con los pa・es que est・ al borde del desastre. Millones, tal vez centenares de millones de vidas, est・ en juego. El SIDA es una devastadora tragedia humana que exige la acci・ inmediata de todos. Somos un solo mundo y, en muchos aspectos, el destino de Africa es nuestro destino. En el horizonte se vislumbra un rayo de esperanza, pero esa esperanza s・o se realizar・si juntos adoptamos medidas constructivas. Hoy, compromet・onos a aprovechar esta oportunidad. Como ha dicho el arzobispo Desmond Tutu: "Si libramos juntos esta guerra santa, venceremos".
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