LAS CONSECUENCIAS PARA LA VIDA EN LA TIERRA

Por Jim Fuller


Los científicos especulan que los dinosaurios se extinguieron después que un asteroide gigantesco chocó contra la Tierra y arrojó tanto polvo en la atmósfera que el mundo quedó en tinieblas durante tres años. No son muchos los científicos que creen que los seres humanos podrían estar causando algo tan ominoso: Cambios climáticos durante el próximo siglo más grandes que cualquiera desde los albores de la civilización.

El cambio principal hasta la fecha es en el equilibrio de gases que forman la atmósfera de la Tierra. Estos "gases de efecto de invernadero" que ocurren naturalmente, incluso el bióxido de carbono (CO2), metano, óxido nítrico y vapor de agua, mantienen la temperatura terrestre a un promedio mundial de 15 grados centígrados. Sin esta manta natural la superficie de la Tierra sería alrededor de 30 grados centígrados más fría de lo que es hoy día, haciendo del planeta un lugar helado, desértico y sin vida, similar a Marte.

Los gases de efecto de invernadero mantienen la superficie cálida debido a que a medida que la radiación solar llega a la Tierra, la superficie emite radiación infrarroja, o calor, que es atrapada temporalmente por los gases y mantenida cerca del nivel del suelo. El efecto es comparable con la manera en que atrapa calor un invernadero.

El problema es que la actividad humana podría estar haciendo "más gruesa" la manta de gases del efecto de invernadero. Por ejemplo, la combustión de carbón, petróleo y gas natural despide grandes cantidades de bióxido de carbono en el aire; la destrucción de los bosques permite que el carbón acumulado en los árboles escape a la atmósfera; y otras actividades como la cría de ganado vacuno y los cultivos de arroz emiten metano, óxido nítrico y otros gases de efecto de invernadero.

Hasta que la población humana creció enormemente y comenzó a quemar combustibles fósiles, los gases de efecto de invernadero que ocurren naturalmente permanecieron en un equilibrio relativo. Pero la Revolución Industrial que comenzó en la Gran Bretaña del siglo XIX introdujo una nueva era de rápida industrialización que aumentó grandemente el impacto del hombre en el medio ambiente natural.

El químico sueco Svante Arrhenius inició en 1896 la teoría de que las cantidades crecientes de bióxido de carbono emitidas en la atmósfera por las industrias que consumían carbón podían hacer que aumentaran las temperaturas mundiales. Las primeras proyecciones creíbles acerca de cuánto calentamiento producido por el efecto de invernadero podía ocurrir se hicieron a mediados de la década de 1960, cuando los científicos de la Universidad de Princeton estimaron que las temperaturas mundiales promedio podían aumentar 2 grados centígrados en el siglo XXI si se duplicaban los niveles de bióxido de carbono. El desarrollo de computadoras avanzadas y tecnología de satélites permitió a los científicos tomar medidas más detalladas de las emisiones de gases que causan el efecto de invernadero.

En 1988, el climatólogo James Hansen, del Instituto de Estudios Espaciales Goddard en Nueva York, le dijo a una comisión del Senado que el calentamiento mundial estaba ocurriendo, y ese mismo año la Asamblea General de las Naciones Unidas creó el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), una red mundial de 2.500 científicos para asesorar a los gobernantes mundiales. El IPCC declaró en un informe emitido en junio pasado que "la preponderancia de las pruebas sugiere que hay una influencia humana discernible en el clima mundial".

A los científicos les preocupa que si hay aumento de estos gases, especialmente bióxido de carbono, la atmósfera de la Tierra podría calentarse hasta un grado peligroso a medida que haya más calor atrapado en la superficie del planeta. Un ejemplo de un grave efecto de invernadero es Venus, donde debido a una gruesa atmósfera de CO2, la superficie cubierta de nubes del planeta es suficientemente caliente para derretir plomo.

El Consejo Mundial de la Energía, una organización de estudios independiente, emitió un informe el año pasado en el que dice que las emisiones de bióxido de carbono aumentaron el 12 por ciento entre 1990 y 1995.

Según el IPCC, si las emisiones siguen aumentando al ritmo actual, es casi cierto que los niveles de bióxido de carbono en la atmósfera se duplicarán en el siglo XXI en relación con los niveles preindustriales. El organismo predice que el resultado más directo de semejante aumento será probablemente un "calentamiento mundial" de 1 a 3,5 grados centígrados durante los próximos 100 años, aumento que es más grande y probablemente más rápido que cualquier cambio semejante en los últimos 9.000 años.

Hay algunas pruebas de que este calentamiento ya ha comenzado. Según el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), el promedio de las temperaturas mundiales de superficie parece haber aumentado 0,5 grado centígrado durante los últimos 100 años. Pero aunque muchos climatólogos creen que esto indica un cambio verdadero, advierten que el clima varía naturalmente y este calentamiento observado se encuentra todavía dentro de los límites de las variaciones naturales. No obstante, este calentamiento se encuentra ampliamente en línea con los pronósticos de los modelos elaborados por computadora del clima de la Tierra en cuanto a lo que debería haber ocurrido hasta la fecha debido a las emisiones.

Pero algunos científicos disputan el grado de la contribución del hombre al aumento, y sostienen que la falla principal en la ciencia se encuentra en las simulaciones computarizadas del clima de la Tierra y su respuesta a las emisiones industriales. La astrofísica Sallie Baliunas, de la Universidad de Harvard, dice que "sólo una pequeña parte del aumento de 0,5 grado centígrado en los últimos años --no más que unos pocos décimos de grado-- podría haber sido causado por los gases de efecto de invernadero generados por el hombre". Agrega que eso se debe a que la mayor parte del calentamiento ocurrió antes de 1940, mientras que la mayor parte del 50 por ciento del aumento en las emisiones de gas por el desarrollo industrial y el transporte vino después de 1940.

Los primeros modelos elaborados por computadora insinuaban que la Tierra debería ser considerablemente más cálida de lo que es. Los modelos hicieron un pobre trabajo al replicar los cambios climáticos observados. Algunos científicos sugieren que una de las razones es que no tomaron en cuenta el efecto de las emisiones industriales de sulfatos, que podrían haber estado enfriando la atmósfera. Un estudio reciente publicado en la revista Nature encontró una fuerte correlación entre los modelos elaborados por computadora más recientes y los datos de temperatura obtenidos mediante globos meteorológicos cuando se incluyó en los modelos el efecto de los sulfatos.

Más aún, a medida que los modelos son más precisos, también predicen cambios más pequeños de las emisiones humanas de bióxido de carbono y otros gases de efecto de invernadero.

"Al mejorar los modelos del clima, las predicciones se aproximan más a un calentamiento pequeño y gradual indistinguible del calentamiento natural que estuvimos experimentando durante los últimos centenares de años", dice Baliunas.

Algunos datos sobre la superficie señalan que 1995 fue el año más caliente desde que se llevan registros históricos, mientras que a los satélites, que han estado midiendo las condiciones de la atmósfera sobre la superficie durante los últimos 15 años, se los presiona fuertemente para demostrar las tendencias de las temperaturas.

El IPCC ha enumerado varios resultados negativos probables del calentamiento mundial, incluso un aumento de 15 a 90 centímetros en el promedio de los niveles del mar mundiales para el año 2100, lo que haría inhabitables muchas regiones de deltas de ríos fuertemente pobladas, incluso ciudades enteras; y un cambio en los patrones meteorológicos, que causaría más inundaciones o sequías en algunas áreas, con efectos de largo alcance en la agricultura y en la silvicultura.

El científico principal del Centro Nacional de Datos Climáticos de la Administración Nacional de Asuntos Oceanográficos y Atmosféricos (NOAA), dice que el calentamiento mundial es responsable de las inundaciones en gran escala que anegaron las regiones del Noroeste a lo largo del Pacífico y California en Estados Unidos a comienzos de este año.

El Servicio Meteorológico Nacional de Estados Unidos advierte ahora que es probable que haya fuertes nevadas en las regiones superiores del oeste medio y de las montañas Rocosas y que el suelo saturado por las lluvias en otras partes probablemente dará lugar a las inundaciones más grandes en una década. Las inundaciones pronosticadas seguirán a las recientes inundaciones en el valle del río Ohio en el oeste medio que dieron muerte a por lo menos 20 personas.

Desde 1900 la cantidad de lo que los científicos califican como eventos extremos de precipitación --tormentas de nieve y lluvias torrenciales-- han aumentado un 20 por ciento en Estados Unidos. Los climatólogos no están seguros de qué es lo que causa la tendencia, aunque la misma es congruente con los modelos elaborados por computadora que examinaron las consecuencias del calentamiento mundial.

Otra amenaza a la vida humana que resulta del cambio del clima, según algunos, es la propagación de enfermedades infecciosas causadas por mosquitos como la malaria y la fiebre del dengue, a medida que el habitat tropical de los insectos se extiende hacia el norte. La preocupación aumentó en Estados Unidos cuando un brote de dengue se extendió hasta el norte de México en 1995.

Las predicciones sobre el calentamiento mundial condujeron a Estados Unidos y a más de otros 160 países a firmar en 1992 el primer acuerdo obligatorio que trata directamente con el cambio del clima: La Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático. Conforme a la convención, los gobiernos signatarios acordaron, de manera voluntaria, reducir sus emisiones de gases de efecto de invernadero a los niveles de 1990 para el año 2000.

Estados Unidos y otras naciones trabajan ahora en la elaboración de un tratado sobre el cambio climático mundial que está programado para la firma en Kyoto, Japón, en diciembre de 1997. La administración Clinton, al hacer más estricta su política sobre el medio ambiente, insiste en lograr objetivos y plazos aún por determinarse en las negociaciones del tratado de Kyoto, y aduce que las medidas voluntarias no han sido capaces de reducir las emisiones de gases de efecto de invernadero.

El compromiso para lograr objetivos y plazos de cumplimiento obligatorio ha desatado una polémica dentro de Estados Unidos. Los ambientalistas y los científicos que apoyan las limitaciones a los gases de efecto de invernadero dicen que son cruciales para impedir un desastre futuro. Pero algunos científicos y representantes industriales disputan la precisión de las predicciones sobre calentamiento en el futuro y se oponen a los límites al consumo de energía, que según dicen causarán daño irreparable a la economía de Estados Unidos.

La reducción de las emisiones de bióxido de carbono y otros gases de efecto de invernadero no sólo significará la combustión de menos combustibles fósiles en la industria y el transporte sino también limitará la deforestación, un proceso que agrega al exceso de bióxido de carbono con la destrucción de árboles, los cuales absorben ese gas. También se emite bióxido de carbono cuando se quema leña. Pero según algunos, esas medidas amenazan debilitar el crecimiento económico e incluso destruir industrias enteras si se toman con demasiada rapidez.

La mayoría de los estudios sugieren que al reducir las emisiones de gases de efecto de invernadero un 20 por ciento por debajo de los niveles de 1990 para el año 2000, como lo han propuesto algunos de los signatarios de la Convención Marco de las Naciones Unidas el Cambio Climático, reduciría el producto interno bruto de Estados Unidos del uno al dos por ciento y costaría casi 100.000 millones de dólares por año. Otros estudios sugieren que los costos podrían ser incluso más altos, y requerirían un impuesto de 280 dólares por tonelada de carbón o su equivalente.

No obstante, algunos grupos ambientalistas sugieren que, en base a los modelos actuales elaborados por computadora, ninguna reducción menor del 50 por ciento en las emisiones mundiales de gases de efecto de invernadero tendrá mucha influencia sobre el calentamiento pronosticado, y que será necesario reducir las emisiones hasta en un 80 por ciento para estabilizar las concentraciones de gases de efecto de invernadero en la atmósfera.

La Coalición del Clima Mundial, un importante grupo industrial, reduce junto con otros críticos la urgencia de tomar medidas para mitigar las emisiones de carbón y reclama más estudios antes de comprometer a Estados Unidos a ninguna obligación de tratado de cumplimiento obligatorio.

"Estados Unidos tiene una dependencia del 85 por ciento en combustibles fósiles, de manera que es vital para nuestras manufacturas", dice el director ejecutivo de la Coalición, John Shlaes. "Mientras tanto, China, que en los próximos 25 años igualará a todas las emisiones actuales del mundo, no tiene una obligación significativa de reducir las emisiones".

Pero algunas industrias estadounidenses ven la política más estricta como algo necesario desde el punto de vista del medio ambiente y como algo benéfico desde el punto de vista económico, porque fomentará el desarrollo de nuevas tecnologías.

"Según nuestros estimados, con una intervención limitada del gobierno podemos aumentar la cantidad de empleos y reducir en alrededor el 12 por ciento la cantidad total de bióxido de carbono que va a la atmósfera", dice el director ejecutivo del Consejo Empresarial para la Energía Sostenible, Michael Marvin. Entre los miembros del Consejo se incluyen compañías de electricidad y gas natural y fabricantes de artefactos para el hogar.

Unos pocos científicos han propuesto estrategias más baratas para reducir el bióxido de carbono en la atmósfera, como arrojar hierro en regiones oceánicas claves. Los científicos creen que unas plantas microscópicas del fondo de los océanos llamadas fitoplankton absorben actualmente el 30 por ciento del bióxido de carbono producido por la combustión de los combustibles fósiles.

Algunos han adelantado la teoría de que el uso de hierro para "fertilizar" las regiones oceánicas donde el fitoplankton es escaso, como el océano en torno a la Antártida, aceleraría su crecimiento y aumentaría la cantidad de bióxido de carbono absorbido de la atmósfera. Pero la mayoría de los científicos son escépticos acerca de esas propuestas, y advierten que la manipulación de los sistemas biológicos que no se comprenden completamente podría tener consecuencias negativas.

A pesar del desafío del calentamiento mundial, los partidarios de los límites en los gases de efecto de invernadero ven el Protocolo de Montreal de 1987 -- el primer tratado mundial que trata del clima-- como una razón para ser optimistas. El protocolo y sus enmiendas estipulan la eliminación gradual de clorofluorocarbonos (CFC) y otros productos químicos hechos por el hombre que agotan la capa protectora de ozono sobre la Tierra.

Algunos científicos informan que con medidas como éstas la capa de ozono sobre la Tierra bien podría estar en camino hacia su recuperación y que la concentración atmosférica de sustancias que agotan el ozono, en particular el cloro, podrían retornar a niveles más normales apenas comenzado el nuevo siglo.

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Jim Fuller escribe sobre ciencia, el medio ambiente y otras cuestiones mundiales para el Servicio Informativo y Cultural de Estados Unidos.

Cuestiones Mundiales
Publicación Electrónica del USIS, Vol. 2, No. 2, Abril de 1997