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Estados Unidos espera que la reunión ministerial programada para mayo en Belo Horizonte, Brasil, provea forma, substancia y dirección a las negociaciones para la creación de un Area de Libre Comercio de las Américas para el año 2005, dice Charlene Barshefsky. La embajadora Barshefsky es representante comercial interina de Estados Unidos.
La integración económica de las Américas es una piedra angular de la política comercial estadounidense en momentos en que nos acercamos al siglo XXI.
América Latina registra el segundo crecimiento más rápido de todas las regiones del mundo. Se calcula que para el año 2010 las exportaciones estadounidenses a América Latina serán de alrededor de 240.000 millones de dólares --suma equivalente al total combinado de las exportaciones de Estados Unidos a Europa y Japón.
Los latinoamericanos valoran estas verdades económicas desde una perspectiva opuesta. Estados Unidos el mercado de cerca de la mitad de los bienes que exportan los países latinoamericanos. Durante las próximas décadas las exportaciones serán la chispa que dará impulso al crecimiento y la diversificación económicos de la región.
Las economías de América Latina se encuentran ahora bien encaminadas, luego de años de un proteccionismo atascante. Hace una década, el nivel promedio de los aranceles en los países de la región era de aproximadamente 30 por ciento; actualmente es la mitad de esa cifra.
La apertura de sus economías ha mejorado su propia competitividad, lo que a su vez ha estimulado el comercio en toda la región. El año pasado el valor de las exportaciones de bienes de América Latina aumentó 23 por ciento; no se había registrado un aumento de esa magnitud desde 1980. También el año pasado, el Grupo Andino experimentó un aumento de 42 por ciento en el intercambio comercial entre sus miembros. En el curso de los últimos cuatro años se duplicó el comercio entre las naciones del MERCOSUR (Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay).
Las empresas ven en estas tendencias oportunidades de crecimiento y prosperidad. Los gobiernos ven en ellas fuerzas que llevan a la estabilidad, la prosperidad y la seguridad. Por esta razón el presidente Clinton ha colocado a Estados Unidos en el centro de los esfuerzos para la reforma y la integración económicas en este hemisferio, comenzando por el Acuerdo de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA) y siguiendo con el Area de Libre Comercio de las Américas (ALCA).
Impacto del NAFTA
Los primeros años del NAFTA demostraron el acierto de la visión del presidente Clinton. Antes del NAFTA, los aranceles mexicanos eran más altos; el intercambio comercial era menor; las empresas tenían menos protección para sus transacciones internacionales y había menos medios para ventilar los problemas de la industria, los trabajadores y los grupos no gubernamentales.
La aprobación del NAFTA transformó de inmediato las perspectivas haciéndolas más brillantes. Desde el último trimestre de 1993, justo antes de ponerse en práctica el NAFTA, hasta el último trimestre de 1994, las exportaciones estadounidenses de bienes a México aumentaron 24 por ciento.
Hasta que se interpuso la crisis del peso, nuestra experiencia con el NAFTA indicaba que México reemplazaría al Japón como el segundo socio comercial de Estados Unidos. Para finales de los primeros cuatro trimestres de la vigencia del NAFTA, las exportaciones de Estados Unidos a México habían alcanzado el 97 por ciento del nivel de las exportaciones estadounidenses a Japón.
En diciembre de 1994, obviamente, las dificultades de liquidez internacional de México llevaron a un fuerte descenso del peso, a una crisis de balanza de pagos y, en 1995, a una recesión aguda.
El NAFTA no causó la crisis del peso; por el contrario, el NAFTA atenuó substancialmente el impacto negativo de esa recesión sobre las exportaciones estadounidenses, lo que contrasta claramente con el desempeño de las exportaciones estadounidenses en 1981-82, la última vez que México tuvo una profunda recesión económica.
En 1982 los aranceles se dispararon hacia arriba y las exportaciones estadounidenses cayeron 50 por ciento y tomaron siete años para recuperarse. En 1995, en cambio, las exportaciones estadounidenses bajaron 9 por ciento.
Es obvio que el NAFTA sirvió para apuntalar el desempeño de las exportaciones estadounidenses. Al mismo tiempo, México siguió cumpliendo con todas sus obligaciones de apertura de mercado, con arreglo al NAFTA, y las barreras a las exportaciones estadounidenses y canadienses continuaron bajando.
La economía de México mejora. Las exportaciones estadounidenses registran un valor anual de 55.700 millones de dólares, nivel sin precedentes, cuyo aumento es más de un tercio desde la época anterior al NAFTA.
Además, el NAFTA es la pieza central de la liberalización del comercio en el hemisferio y ha creado normas y herramientas que pueden adaptarse para desarrollar el comercio en el futuro y extenderlo a áreas más amplias. Con el liderazgo del presidente Clinton esa ampliación ya ha comenzado.
En la Cumbre de las Américas, en Miami en 1994, el presidente reunió a 34 naciones, desde los países ricos e industrializados, como Estados Unidos, hasta los más pobres, como Haití, y logró establecer un consenso para crear un área de libre comercio que cubra todo el hemisferio para el año 2005, el ALCA.
Estado del ALCA
En menos de dos años las naciones del ALCA han forjado un acuerdo sobre principios básicos para su esfuerzo. El ALCA será un "empeño único", los participantes aceptarán todas las obligaciones. No habrá excepciones. Habrá compatibilidad con la Organización Mundial del Comercio (OMC). Y los países miembros deberán convenir en no erigir barreras al comercio con países no miembros.
Se han tomado cinco medidas para dar forma, substancia y dirección a estos principios, y consideramos que la reunión ministerial en Belo Horizonte, Brasil, en mayo próximo, será el lugar para lograr resultados tangibles en todo.
Primero, las naciones miembros han creado grupos de trabajo, integrados por altos funcionarios de todos los gobiernos, para preparar las negociaciones en cada uno de los cinco campos fundamentales que cubrirá el ALCA a medida que avance; es decir todo, desde acceso a los mercados y procedimientos aduanales, hasta normas fitosanitarias y protección de la propiedad intelectual.
Segundo, queremos abordar la cuestión de la estructura y manejo de las tareas futuras del ALCA; examinar la forma en que las obligaciones actuales, tanto en la OMC como en los arreglos subregionales como el NAFTA, el MERCOSUR y el Grupo Andino, se conforman a tal esquema, y debatir a cabalidad todos los temas relacionados con la celebración de negociaciones oficiales para la creación del ALCA.
Tercero, aún en la etapa preparatoria para las negociaciones, ya los países participantes han identificado varias esferas de acción inmediata, como la adhesión a las actuales convenciones arbitrales multilaterales y la elaboración de propuestas para fomentar el reconocimiento mutuo de instalaciones para pruebas de productos.
Cuarto, daremos mayor consideración a la mejor manera de fomentar los derechos laborales y proteger el medio ambiente, a medida que se avance en el proceso del ALCA.
Por último, una serie de grupos de trabajo del sector privado ha venido participando en el proceso del ALCA con su experiencia, ayudando a identificar esferas de prioridad y descubriendo las oportunidades en que podemos actuar inmediatamente para facilitar el comercio en todo el hemisferio. Estas iniciativas deben ponerse en práctica con rapidez y eficacia.
Estas son medidas ambiciosas, pero cuentan con amplio apoyo en el hemisferio y pueden realizarse mediante la cooperación, el trabajo arduo y la voluntad política.
Al igual que las calles mismas de Belo Horizonte, el modelo subyacente viene de Washington, pero sólo el activo crecimiento, el carácter y la vitalidad de América Latina pueden crear una comunidad de promesa.
Perspectivas
Económicas
Publicaciones Electrónicas de USIS,
Vol. 1, No. 16, noviembre de 1996.