Al celebrar el quincuag・imo aniversario de la Declaraci・ Universal de los Derechos Humanos, es oportuno que examinemos la manera en que ・ta ha afectado nuestras vidas, as?como tambi・ los retos que nos esperan para realizar sus nobles principios. La Declaraci・ naci?de las profundidades de la desesperaci・ humana despu・ de la Segunda Guerra Mundial, cuando los seres humanos descubrieron cuan lejos pod・n ir para deshumanizarse unos a otros. Ahora, medio siglo m・ tarde, la mayor・ de los pueblos del mundo eligen libremente sus propios gobiernos. Y esos gobiernos democr・icos saben que deben rendir cuentas a aqu・los que los han elegido, y que est・ obligados a proteger los derechos que la Declaraci・ Universal encierra. |
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El 10 de diciembre de 1948, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprob?la Declaraci・ Universal sin un solo voto disidente. Durante el medio siglo transcurrido, los treinta art・ulos de la Declaraci・ han penetrado la conciencia de la gente en todo el mundo. Se los invoca ahora regularmente en constituciones y tribunales. Establecen una norma seg・ la cual todos ahora debemos medirnos. Las amenazas a la libertad persisten, y los derechos humanos todav・ est・ en peligro. En Estados Unidos, no nos hemos purificado completamente del fanatismo y la intolerancia. En otras partes, la democracia tiene a・ que arraigarse; y en otros lugares esas ra・es todav・ son poco profundas. Las sociedades son asediadas por fuerzas que abarcan desde los carteles de las drogas hasta el crimen organizado. Demasiadas mujeres en el mundo sufren grandes injusticias. No se respeta universalmente el derecho de rendir culto seg・ la conciencia de cada uno. Aun cuando las fuerzas poderosas de la era inform・ica resquebrajan las barreras, uni・donos m・ unos a otros, todav・ existen intentos de mantener gente encerrada e impedir la entrada de ideas. En demasiados pa・es no est・ garantizados ni el imperio de la ley ni la protecci・ de los derechos de grupos minoritarios.
El ni・ reci・ nacido no conoce el odio. Este tiene que aprenderse. Es igualmente f・il alimentar los valores del amor y el respeto para asegurar que todos los ni・s tengan la oportunidad de hacer que florezcan sus capacidades innatas, con el fin de fortalecer el esp・itu humano. No existe mejor manera de homenajear a los grandes ciudadanos del mundo que nos dieron este obsequio extraordinario, la Declaraci・ Universal de los Derechos Humanos.
-- Bill Clinton
Presidente de Estados Unidos
Temas de la
Democracia
Publicación Electrónica de USIS, Vol.
3, No. 3, octubre de 1998