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Este esfuerzo por la inclusión no es un nuevo fenómeno; de hecho, Wendell Willkie, candidato republicano a la presidencia en 1940, se refirió a los programas electorales como "fusiones de ambigüedad".
Pese a este esfuerzo por incluir todos los puntos de vista, la elaboración del programa del partido a menudo ha producido en el pasado un debate animado, incluso borrascoso, durante la convención. Por ejemplo, la Ley seca --la prohibición por el gobierno federal de las bebidas alcohólicas-- despertó una fuerte polémica en la convención republicana de 1932 que nombró a Herbert Hoover. Las peleas por las promesas de derechos civiles hicieron que muchos demócratas airados abandonaran el local de la convención en los años 40.
Pero estos desórdenes han estado notablemente ausentes este año. Los programas electorales de los partidos, junto con la selección de los candidatos a la presidencia y a la vicepresidencia, se resolvieron eficazmente incluso antes de que se reunieran los delegados en un par de convenciones --la republicana en San Diego y la demócrata en Chicago--, que se organizaron ingeniosamente para dar una impresión de conflicto mínimo y de armonía máxima del partido. Los programas de los dos partidos obtuvieron la aprobación de los participantes sin que se produjera el menor indicio de argumento, disensión o fanfarria.
Este año se intensificó lo que parece ser una creciente falta de conexión entre el programa, como se expresa en el documento de política, y la campaña misma, cuando, al menos en un partido, funcionarios responsables expresaron su falta de interés en el documento e incluso negaron conocer su contenido.
El mismo candidato del partido republicano, Bob Dole, dijo durante la convención que no se sentía obligado por las disposiciones del programa. "Probablemente estoy de acuerdo con la mayoría de sus puntos, pero no lo he leído", confesó. El presidente del partido, Haley Barbour, reconoció que él tampoco lo había leído. Lo mismo dijo el presidente de la Cámara de Representantes, Newt Gingrich, al que se considera uno de los principales proveedores de ideas del partido.
Los demócratas no perdieron la ocasión de explotar este fenómeno. A diferencia de los republicanos, dijo el senador Christopher Dodd, presidente general de su partido, sus colegas ofrecían un programa electoral en el que los candidatos demócratas "podían enorgullecerse de basar su campaña". Pero mientras los demócratas no llegaron a repudiar el documento de política de su propio partido (previsiblemente, un llamamiento a la continuidad) tampoco hicieron un gran esfuerzo por dirigir hacia él la atención del público.
¿Pero, cuáles son los programas electorales de este año?
Como no puede por menos de suceder, el partido que está en el poder, en este caso los demócratas, "señalan con orgullo" los éxitos de su gestión, mientras que sus rivales, ahora los republicanos, "ven con alarma" lo que presentan como la triste situación a que hemos llegado desde que los votantes los despojaron del poder.
Sin embargo, en un importante aspecto general, el programa republicano coincide con la versión de los demócratas: aunque ambos documentos subrayan sobre todo las cuestiones nacionales, ambos consideran fundamental la continua intervención de Estados Unidos en el mundo.
Dados los "nuevos retos y las nuevas amenazas a nuestros intereses fundamentales" al término de la Guerra Fría, los republicanos dicen "nuestro país debe resistir la tentación de encerrarse en sí mismo y descuidar el ejercicio del liderazgo estadounidense y nuestra propia función en el mundo". La sección sobre asuntos exteriores de su programa comienza con una cita comparable del candidato Dole: "Este es el momento de restaurar el liderazgo estadounidense en todo el mundo. Nuestra seguridad futura depende de un liderazgo estadounidense que sea respetado, un liderazgo estadounidense que inspire confianza y, cuando sea necesario, un liderazgo estadounidense que sea temido".
Por su parte el programa demócrata declara: "El presidente Clinton y el vicepresidente Gore han aprovechado las oportunidades del período posterior a la Guerra Fría. Durante los últimos cuatro años, su liderazgo ha hecho a Estados Unidos más seguro, más próspero y más empeñado en resolver las dificultades de una nueva era".
A continuación, algunos puntos sobresalientes de los programas de ambos partidos:
Los republicanos
En el caso de los republicanos, un comité de 107 miembros dirigido por el representante Henry Hyde de Illinois elaboró un programa que se presenta en un atractivo folleto de cerca de 100 páginas titulado "La restauración del ideal estadounidense". Una vez sorteado con maña el conflicto de la espinosa cuestión del aborto antes de la convención (los partidarios de la libre elección de interrumpir o no interrumpir la gestación pudieron poner de relieve sus puntos de vista en un apéndice separado al documento), el programa se aprobó sin ruido y sin enmiendas la primera noche de la convención. Las redes comerciales de televisión no se ocuparon mucho de él durante la hora de mayor audición que dedicaron a la convención.
Unas 20 páginas del total del programa, reunidas bajo el título "La restauración del liderazgo estadounidense en el mundo", tratan de asuntos exteriores y temas afines.
De conformidad con el criterio de "ven con alarma" generalmente adoptado por el partido fuera del poder, el partido republicano insiste en que "la situación interna --y la seguridad de nuestro país frente a las fuerzas del mal-- ha empeorado los últimos tres años y medio" mientras el presidente Clinton ha ocupado el cargo.
Continúa presentando una larga lista de presuntos fracasos del gobierno de Clinton: "Hoy en día, el futuro democrático de Rusia es más incierto que en cualquier otro momento desde que la hoz y el martillo fueron arrancados de las torres del Kremlin. Fidel Castro ha derribado con impunidad a ciudadanos estadounidenses sobre aguas internacionales. Corea del Norte ha obtenido concesiones sin precedentes del gobierno de Clinton respecto a su capacidad nuclear. Gran parte de Africa se ha sumido en la tragedia: Somalia, Rwanda, Burundi, Liberia. El gobierno de Clinton se opuso al levantamiento del embargo de armas en Bosnia mientras facilitaba el flujo de armas iraníes a dicho país. Bill Clinton hizo firmes promesas sobre China en su campaña electoral, pero después fracasó en su intento de intimidar al gobierno chino, lo que hace que disminuya el prestigio de Estados Unidos y no se aborden las graves cuestiones de derechos humanos, estabilidad regional y proliferación nuclear".
El programa, que describe al partido republicano como "el partido de la paz a través de la fuerza", aboga por poner "los intereses de nuestro país por encima del de otros países -- y del de las Naciones Unidas".
El documento asegura que "los republicanos no subordinarán la soberanía de los Estados Unidos a ninguna autoridad internacional". Reitera lo que se ha convertido en un tema principal de política exterior del partido: "Nos oponemos al compromiso de tropas estadounidenses a las operaciones de mantenimiento de la paz de las Naciones Unidas bajo mando extranjero y nunca obligaremos a los soldados estadounidenses a llevar uniformes o emblemas extranjeros". Además, pide que se ponga fin al "despilfarro, la mala administración y el fraude" en las Naciones Unidas, y rechaza "cualquier "tributación internacional" impuesta por dicha organización o cualquier concesión de autoridad a un tribunal internacional para juzgar a ciudadanos estadounidenses".
Con respecto a Europa, el programa electoral pide el fortalecimiento de la Organización del Tratado del Atlántico Norte, al que considera "el más firme baluarte de la liberad y la estabilidad internacionales". Respalda concretamente el llamamiento de Dole a la ampliación de la OTAN para incluir Polonia, la República Checa y Hungría para 1998.
Si bien expresa su apoyo a las tropas de Estados Unidos en Bosnia, impugna "las políticas desacertadas e incongruentes que condujeron a su emplazamiento". El programa propone una "retirada oportuna" de las fuerzas de Estados Unidos vinculada al suministro de armas y capacitación a la Federación Bosnia como "la única estrategia realista de salida".
En lo que atañe a la defensa, el programa alega que Clinton ha dejado a Estados Unidos inerme frente a ataques de misiles y pide el establecimiento de un sistema de defensa antimisil en todos los estados para el año 2003. Califica al Tratado para la prohibición completa de los ensayos nucleares, firmado el 24 de septiembre por el presidente Clinton, de "incompatible con los intereses de seguridad de Estados Unidos" al limitar los ensayos todavía necesarios. Propone amplias medidas para "dar marcha atrás a la reducción de nuestro gasto de defensa" que, según alega, erosiona gravemente la presteza militar.
El documento promete una política "anticipatoria" contra el terrorismo patrocinado por estados extranjeros y declara que "los gobiernos de Corea del Norte, Irán, Siria, Irak, Libia, Sudán y Cuba deben saber que la primera línea de defensa de Estados Unidos no es nuestra línea costanera, sino sus propias fronteras".
En Africa, los republicanos proponen continuar los programas de ayuda, pero sobre una base más limitada de "caso por caso". En Asia, piden que se insista en tratados mutuos de seguridad de Estados Unidos con Japón y la República de Corea como "base de nuestra función en la zona", una postura más enérgica frente a Corea del Norte y Vietnam, "vigilancia" frente al poderío militar de China y su actitud en el sector de los derechos humanos, y la reiteración del compromiso a la seguridad de Taiwan. En el Oriente Medio, subrayan la importancia fundamental de Israel como "nuestro aliado más seguro y capaz en esta parte del mundo" y respaldan el reconocimiento de Jerusalén como capital indivisa de Israel. En el hemisferio occidental, piden una nueva asociación para combatir el tráfico de narcóticos y proteger los avances de la democracia, y reafirman una política de aislamiento del régimen de Castro en Cuba.
En ayuda exterior, el tenor del programa sugiere el regreso al gasto para ayuda militar a los aliados y un apartamiento de "las operaciones de las Naciones Unidas y programas sociales y de beneficencia en el Tercer Mundo".
Los demócratas
El comité encargado de reunir la documentación del programa electoral demócrata, de 47 páginas, estaba integrado por no menos de 191 miembros; la redacción del documento se confió a un grupo de 16 personas dirigido por el gobernador Zell Miller de Georgia. Miller señaló que la labor de preparación del programa había comenzado con un día completo de audiencias públicas en julio.
El programa electoral demócrata, que dedica sólo diez páginas a cuestiones de política exterior bajo el título de "Seguridad, libertad y paz", se atribuye el mérito de lo que los demócratas consideran una serie ininterrumpida de éxitos en política exterior durante el gobierno de Clinton.
Señala con orgullo la acción diplomática que ha eliminado "miles de armas nucleares rusas que estaban dirigidas a las ciudades estadounidenses"; el desarrollo de la democracia y los mercados libres en los países de la antigua Unión Soviética, el movimiento hacia la paz en el Oriente Medio y en Irlanda del Norte, la suspensión del programa nuclear de Corea del Norte, y la revitalización de la OTAN con la incorporación de actividades de mantenimiento de la paz en Bosnia y su inminente ampliación para incluir miembros centroeuropeos.
Reivindica los éxitos conseguidos en la restauración de la democracia en Haití, el establecimiento de un gobierno de unidad nacional en Sudáfrica mediante elecciones firmemente respaldadas por Estados Unidos, la mejora del ambiente internacional de comercio gracias a iniciativas tales como la Cumbre de las Américas, las reuniones de la Cooperación económica de Asia y del Pacífico y la labor de promoción del comercio del fallecido secretario de Comercio Ron Brown.
El programa, que afirma que los republicanos proponen políticas de "retirada e indiferencia", aboga en cambio por la continuación de políticas que "ejercitan el liderazgo estadounidense en una serie de tareas militares, diplomáticas y humanitarias en todo el mundo"
La receta demócrata para la defensa comprende la financiación plena del plan quinquenal de gastos del Pentágono, la realización de un segundo estudio fundamental de la estructura de defensa, la intensificación de la cooperación entre los diversos cuerpos de las fuerzas armadas, y la "garantía de que nuestras tropas puedan dominar el campo de batalla del futuro".
El programa pide que se emprenda una intensa campaña contra las armas de destrucción en masa (nucleares, químicas y biológicas) y sus sistemas vectores, y respalda concretamente la adopción de medidas inmediatas para aprobar y poner en vigor un Tratado para la prohibición completa de ensayos. Apoya, asimismo, la pronta ratificación de la Convención sobre armas químicas, que quedó paralizada en el Senado después que Dole manifestara su oposición.
Los demócratas expresan su apoyo a un "programa sólido y equilibrado" de defensa nacional antimisil que incluya el despliegue de un sistema defensivo contra misiles de largo alcance para el año 2003. Pero alegan que el plan republicano, más costoso, "despilfarraría el dinero, debilitaría las defensas de Estados Unidos y violaría acuerdos vigentes de control de armas que nos hacen más seguros".
El programa elogia al gobierno por organizar la "campaña más intensa de la historia de Estados Unidos para combatir el terrorismo, el tráfico de estupefacientes y el crimen internacional" y promete "procurar la creciente cooperación de nuestros aliados y amigos en el exterior en la lucha contra estas amenazas".
Se compromete a emplear "fuerza decisiva y diplomacia activa" para llevar la paz y la democracia por todo el mundo. El gobierno, afirma, perseguirá esos objetivos "con diplomacia, donde sea posible; con fuerza, cuando sea necesario; y en colaboración con otros, cuando sea apropiado --nuestros aliados, socios interesados, las Naciones Unidas y otras organizaciones de seguridad--, para compartir los riesgos y costos de nuestro liderazgo".
El programa proclama un amplio apoyo a "las aspiraciones de todos los que tratan de fortalecer la sociedad civil y un sistema de gobierno responsable". Concretamente, respalda los Principios MacBride de igualdad de acceso al empleo regional en Irlanda del Norte y apoya los derechos humanos de los judíos y otras minorías en los países de la antigua Unión Soviética. Apoya el continuo financiamiento de la Fundación Nacional para la Democracia, Radio Europa Libre/Radio Libertad, la Red de Asia y el Pacífico, Radio Martí, "y otras actividades destinadas a promover la democracia y el libre movimiento de ideas".
Los demócratas se lamentan de que los republicanos han "embestido" en el Senado contra gastos de importancia vital en actividades de política exterior y prometen "oponerse a esos cortes irresponsables que socavan nuestra seguridad y la capacidad de liderar de Estados Unidos".
En Europa, los demócratas enumeran objetivos tales como el incremento de la asistencia a Ucrania, la continuación de las tareas de paz de Bosnia a Chipre, y la búsqueda de una relación con una Rusia en evolución en la que "procuramos la cooperación donde podemos", pero también "expresamos francamente el desacuerdo cuando existe, como en el caso de Chechenia".
En Asia, aplauden la política de Clinton respecto a Japón y Corea, así como la labor del gobierno de "compromiso firme para alentar una China estable, segura, abierta y próspera, una China que respete los derechos humanos en todo su territorio y en el Tíbet, que se una a la campaña internacional contra la proliferación de armas y respete las reglas del comercio libre y en condiciones de igualdad.
En cuanto al Oriente Medio, los demócratas siguen el ejemplo de los republicanos al mencionar "la antigua y especial relación de Estados Unidos con Israel" y declaran que "Estados Unidos debe seguir ayudando a Israel a mantener su ventaja cualitativa". Al mismo tiempo, proponen reforzar los lazos con los "estados y pueblos del mundo árabe e islámico comprometidos a la no agresión y dispuestos a arriesgarse por la paz".
El programa hace un llamamiento a la realización de actividades adicionales para consolidar la democracia, la estabilidad y los mercados libres en el hemisferio occidental. Declara que "seguir ayudando al pueblo de Africa a cuidar el extraordinario potencial de su continente es el curso de acción justo y redunda decididamente en el interés de Estados Unidos".
Agenda de la
política exterior de los Estados Unidos de
América
Publicaciones Electrónicas del
USIS, Vol. 1, No. 14, Octubre de 1996.