Estos individuos representan una industria que se ha más que cuadruplicado en poco más de tres décadas y una actividad que genera ingresos anuales de más de 8.000 millones de dólares en Washington solamente. El término cabildero se refiere a individuos que trabajan en compañías de cabildeo, bufetes de abogados y firmas de relaciones públicas.
¿Quiénes son estas personas con sueldos altos y qué es lo que hacen para sus clientes que quieren influir en el Congreso en cuestiones de política exterior?
Tradicionalmente los cabilderos se aproximan a miembros del Congreso con un mensaje elaborado especialmente en beneficio de sus clientes y recolectan información específica sobre los asuntos para entregárselos a ellos. Los cabilderos diseñan estrategias políticas y tácticas para apoyar, iniciar u obstaculizar legislación, o para cambiar leyes que ya se encuentran en vigencia. En algunos casos definen las cuestiones, escriben discursos o esbozan borradores de propuestas legislativas con la esperanza de que lleguen a convertirse en leyes. El cabildero consumado es el perteneciente a los "círculos íntimos" de Washington que --con una llamada telefónica-- puede obtener una cita para un cliente con el presidente o un miembro clave del personal de una comisión del Congreso.
Uno de esos cabilderos es Thomas Hale Boggs, quien trabaja para el bufete y firma de cabildeo Patton, Boggs, al que el National Journal describe como una "central de poder" de Washington. Parte de la razón de ser de la firma es cabildear en el Capitolio, y sus conexiones se consideran superlativas. Se dice que Boggs -- cuya madre "Lindy" y su padre Hale fueron ambos legisladores-- entiende el Congreso mejor que muchos legisladores nacionales pasados y presentes.
Boggs dice que hasta clientes extranjeros muy bien preparados, con intereses en Estados Unidos, "en su mayor parte no entienden mucho cómo funciona el sistema federal aquí entre el Congreso y el Poder Ejecutivo", ni comprenden la relación política entre los sistemas estatal y federal. El les hace hincapié en la importancia de trabajar con el Congreso, porque muchos de ellos creen que pueden lograr sus metas simplemente acudiendo a la Casa Blanca.
Boggs puntualiza que la mayor parte del tiempo se dedica a decirle al cliente lo que se puede y lo que no se puede hacer, cuáles son los obstáculos que hay que superar y los costos en que se incurrirá.
Observa que una cantidad de compañías extranjeras se oponen al proyecto de sanciones contra Irán --el cual impondrá penalidades a las naciones que inviertan en Irán o Libia o que exporten ciertas tecnologías a esas dos naciones, las cuales han sido acusadas de patrocinar el terrorismo- - pero las compañías no están dispuestas a decirlo públicamente o a cabildear contra la medida mientras progresa a través de ambas cámaras del Congreso. Explica que prefieren hacer que sus gobiernos se encarguen del asunto o que una asociación comercial trata con el mismo. Agrega que socios comerciales importantes, como Japón, "muy raramente" dependen directamente de un cabildero estadounidense, pero en cambio acudirán a una compañía, banco o institución de Estados Unidos para que consiga la ayuda de un cabildero.
Boggs dice que los países tienen razones diferentes para contratar un cabildero. Expresa que las naciones pequeñas o emergentes frecuentemente están interesadas solamente en conseguir publicidad para un jefe de estado visitante o en atraer la atención de la administración y de la prensa. Dice que aunque esta es una función "válida", su firma no trabaja en "representación general", la cual tiende a concentrarse en promover el país del cliente o sus gobernantes.
Boggs dice que algunos de los asuntos que manejan los cabilderos, como asuntos de defensa, pueden ser "muy técnicos", y en casos relacionados con las ventas militares al extranjero el cliente contrata "conocimiento experto, no influencia". Agrega que al asumir tareas específicas el cabildero competente debe saber rápidamente si las puede cumplir, aunque los resultados "no son necesariamente predecibles".
El vicepresidente principal de la firma de relaciones públicas Fleishman Hillard, Inc., Donald Massey, dice que los gobiernos extranjeros tienen "un interés verdadero" en el Congreso porque los "afecta lo que hace el Congreso". Explica que se interesan porque los miembros del Congreso "tienen mucho que decir sobre la política exterior" y pueden desempeñar sus deberes legislativos de maneras que promuevan los intereses de ciertos gobiernos extranjeros. Observa que cuanto mejor comunican los gobiernos sus intereses al Congreso, "mejor están". Massey agrega que un cabildero puede ayudar a elevar el perfil de una nación en Estados Unidos a través de lo que ocurre en el Congreso, al cual describe como "un imán para la atención de la prensa".
En el área de la elaboración de política exterior, dice Massey, la mayor parte de la influencia de los cabilderos se aplica en cuestiones como el proyecto de ley de ayuda exterior y cuestiones comerciales que incluyen los derechos de propiedad intelectual. Pero los cabilderos también son contratados por otros gobiernos cuando la nación es criticada en el Congreso, incluso por violaciones de los derechos humanos e infracción de reglamentaciones comerciales.
Massey dice que si un país no tiene un caso convincente, no hay nada que pueda hacer el cabildero. Y agrega que si una nación proscripta como Libia o Irán "se encuentra en el centro de la mira de la política exterior estadounidense", ese país será aislado y desmentido "en cada vuelta", no importa el curso de acción que siga el cabildero.
Pero en algunos asuntos, explica, si una oficina del Congreso es acosada con grandes cantidades de información, el cabildero puede ayudar a "dar forma al mensaje" de una manera que obtiene atención y "prioridad". Agrega que hacer esto es "un logro importante" para el cliente.
El cabildero desempeña un papel importante en interpretar lo que significa la acción del Congreso para el cliente. Incluso el personal de embajadas extranjeras que representan a gobiernos democráticos con frecuencia tienen poca comprensión del sistema de gobierno estadounidense y lo que significa funcionar bajo un "concepto de separación de poderes", porque están acostumbrados al gobierno bajo democracias parlamentarias.
Para ellos es difícil entender cómo las acciones legislativas pueden obstaculizar algo que han pedido el presidente de Estados Unidos o el secretario de estado, dice Massey. Agrega que la explicación del proceso, la provisión de asesoramiento estratégico, la redacción de cartas, la elaboración de hojas informativas y "ayudar a argumentar el caso" son todas partes de "un papel constructivo" que emprenden los cabilderos.
Las acciones de cabildeo a nivel local por grupos étnicos y de inmigrantes han sido sostenidas por el uso de nuevas tecnologías, incluso el uso del correo electrónico y de las máquinas de transmisión de facsímiles. Massey observa que el advenimiento de "la era de la información ciertamente ha hecho más fácil movilizar grandes grupos de personas".
Por ejemplo, los grupos mexicano-estadounidenses están haciendo públicas sus opiniones sobre cuestiones de inmigración fronteriza, y otros grupos --entre ellos el Grupo Armenio y los greco-estadounidenses-- tienen considerable poder en el Capitolio. Las coaliciones de grupos que comparten intereses similares y propósitos comunes han tenido particular éxito en influir al Congreso en cuestiones de política exterior.
La Comisión Estadounidense-Israelí de Asuntos Públicos (siglas en inglés AIPAC) ha sido descripta como el grupo de cabildeo de política exterior más prominente debido a su unidad de propósito, la cantidad de miembros que tiene y el alto nivel de educación y de participación política de sus representados.
Las dos cuestiones principales en el programa legislativo actual de la AIPAC son la ayuda exterior --Israel recibe 3.000 millones de dólares en ayuda estadounidense anualmente-- y la aprobación del proyecto de ley de sanciones a Irán.
El papel de los cabilderos, de los grupos de intereses especiales y de las organizaciones populares de cabildeo quedó en evidencia durante el debate del Acuerdo de Libre Comercio de América del Norte (siglas en inglés NAFTA), que fue una preocupación importante del Congreso durante varios años a comienzos de la década de 1990. La revista The Nation describe al NAFTA como "el asunto perfecto" para los cabilderos porque fue "sumamente técnico" y repleto de detalles "secretos". Según Boggs, "el cabildeo más eficaz vino de las compañías estadounidenses que tenían un interés" en la cuestión.
Según un informe del National Journal, Robert Strauss, de la firma de abogados empresariales Akin, Gump, Strauss, Huer y Feld, se reunió con un grupo de demócratas indecisos poco antes de que se sometiera el NAFTA a votación en la Cámara de Representantes. Se dice que en esa reunión, Strauss --ex embajador en Moscú, Representante Comercial de Estados Unidos y presidente del Comité Nacional Demócrata-- persuadió a por lo menos uno de los representantes para que votase a favor del NAFTA.
Los cabilderos ganaron grandes cantidades de dinero durante el debate del NAFTA, y se dice que el gobierno y los intereses empresariales mexicanos gastaron unos 25 millones de dólares para asegurar el pacto. La firma Burson-Masteller, inscrita como agente extranjero, recibió 5 millones de dólares, según la publicación Legal Times, mientras que la firma neoyorquina de cabildeo legal Shearman y Sterling ganó una suma similar. El bufete de abogados de Cleary, Gottlieb, Steen y Hamilton, también de Nueva York, cobró más de 4 millones de dólares de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público de México.
Al retirarse, muchos miembros del Congreso pasan del Capitolio a empleos en el sector de cabildeo. Entre ellos se cuentan el ex jefe de la mayoría senatorial Howard Baker, quien ahora dirige la firma de Baker, Donelson, Bearman y Caldwell, y el ex senador por Indiana, Birch Bayh, quien se incorporó al bufete de abogados de Bayh, Connaughton y Malone. El diario del Capitolio, Roll Call, observa que una cuarta parte de los miembros que salieron del 103?período de sesiones del Congreso ya se han registrado como cabilderos.
Tanto el Poder Ejecutivo como el Congreso han tratado recientemente de ajustar las reglamentaciones sobre los grupos de intereses especiales. Por ejemplo, se ha presentado legislación en la Cámara de Representantes para prohibir a sus miembros que representen a gobiernos o partidos políticos extranjeros durante 10 años después que dejan sus cargos electivos. También hay nuevas reglamentaciones que rigen el valor de los regalos que pueden recibir los miembros de la Cámara de Representantes y del Senado. Los miembros del Congreso también deben revelar todos los fondos que hayan recibido de grupos como las asociaciones comerciales, tales como la Asociación Internacional de Fabricantes de Automóviles, que pudieran representan un segmento de una industria.
Las leyes que establecen las pautas para los cabilderos son la Ley de Registro de Agentes Extranjeros de 1938, que requiere la revelación de actividades comerciales y empresariales extranjeras, y la Ley de Revelación de Cabildeo de 1946, la cual requiere que los cabilderos se registren con el Secretario de la Cámara de Representantes y con la Secretaría del Senado. El Congreso aprobó en 1965 una nueva ley de revelación de cabildeo dirigida a cerrar escapatorias en la ley de 1946.
En el pasado las referencias a los cabilderos evocaban visiones de hombres y mujeres elegantemente vestidos que agasajaban a políticos poderosos. El panorama se ha ampliado enormemente. El proceso ahora es aparentemente más acerca de conocimientos expertos que de contactos. Pero los contactos también tienen que ser más amplios, puesto que los miembros nuevos del Congreso algunas veces pueden afectar el debate de la política exterior de maneras que antiguamente sólo podían hacerlo los presidentes de las comisiones y de las subcomisiones.
Massey predice que las "tensiones" entre las ramas ejecutiva y legislativa del gobierno "nunca desaparecerá". Tomando en cuenta esa premisa solamente, los cabilderos tendrán siempre un papel como facilitadores de sus clientes en el ámbito de la elaboración de la política exterior.
Agenda de la Política
de los Estados Unidos de América,
Publicaciones
Electrónicas de USIS, Vol. 1, No. 9, julio de 1996.