La reciente visita del presidente Bill Clinton a Japón y Corea del Sur destacó la fuerza del compromiso de Estados Unidos en "dos áreas particularmente importantes de la política exterior de la administración Clinton en Asia", dice el autor. Observa que en Japón el presidente reiteró que la alianza de Estados Unidos y Japón brinda "un elemento fundamental de estabilidad" que beneficia a toda la región en un período de cambio: en la República de Corea, Clinton y el presidente Kim iniciaron un proceso dirigido a reducir las tensiones y a lograr una paz permanente en la península coreana. El funcionario de USIS Jim Kelman fue el coordinador editorial de este artículo.
Ninguna región es más importante para Estados Unidos que la de Asia y el Pacífico. En esta área enorme vive la mayor parte de la población del mundo, florecen muchas de las culturas más ricas, ejercen su atractivo economías dinámicas y se cruzan las potencias principales. Es una región donde Estados Unidos tiene intereses de seguridad obligatorios, y ha librado allí tres guerras en el último medio siglo. El 40 por ciento de nuestro comercio se hace con esta área, vez y media mayor que nuestro comercio con Europa Occidental y de crecimiento más rápido que el comercio con cualquier otra región. El flujo más grande de inmigrantes talentosos desde Asia durante el último cuarto de siglo ha creado nuevos y fuertaes vínculos a través del Pacífico.
El fin de la Guerra Fría ha creado grandes cambios y oportunidades en la región de Asia y del Pacífico. Reclama conocer el pasado y exige tener una perspectiva del futuro. Inspirado por esta apremiante necesidad de satisfacer los desafíos de esta nueva era y de garantizar la seguridad, vigor económico y libertad del pueblo estadounidense, el presidente Clinton ha establecido su perspectiva de la región: una comunidad del Pacífico construida sobre la fuerza, la prosperidad y un compromiso compartidos con los valores democráticos.
Me gustaría referirme a dos áreas particularmente importantes de la política exterior de la administración Clinton en relación con Asia -- Japón y la península coreana-- tras el viaje muy exitoso del presidente Clinton en abril.
Como reiteraron recientemente el presidente Clinton y el primer ministro Hashimoto, la alianza entre Estados Unidos y Japón es nuestro compromiso de seguridad más importante en la región; la asociación de Estados Unidos y Japón es la base de nuestra política en relación con Asia. Aunque algunos ponen en tela de juicio la justificación racional de esta alianza, ahora que ha desaparecido la amenaza de la Unión Soviética, responderíamos que en el período de cambio posterior a la Guerra Fría la alianza entre Estados Unidos y Japón va dirigida contra las incertidumbres que enfrentan Estados Unidos, Japón y la región. Al igual que nuestras otras alianzas, es un elemento fundamental de estabilidad que beneficia a todos y es apreciado por todos en la región.
Nuestra alianza con Japón se basa en el Tratado de Seguridad Mutua que, junto con nuestros 100.000 efectivos militares desplegados en el Pacífico, le permite a Estados Unidos proteger intereses políticos, económicos y de seguridad perdurables. La situación actual en Corea del Norte ilustra por sí sola la continua importancia de nuestros vínculos bilaterales políticos y de seguridad con Japón.
La visita del presidente Clinton destacó tres elementos importantes de nuestra relación con Japón. Primero, se llamó la atención sobre la naturaleza general amplia de nuestra asociación. Segundo, la declaración de seguridad no deja dudas acerca de la solidez de nuestros vínculos. Tercero, el secretario de defensa Perry, durante su visita, coronó una gestión que venía realizándose desde hace algún tiempo, con la estrecha colaboración de funcionarios estadounidenses y japoneses, sobre cuestiones de seguridad y las preocupaciones de los residentes de Okinawa. El progreso que hemos logrado en ese asunto refleja nuestra sensibilidad ante la presencia de nuestras bases en Okinawa y otras partes de Japón. Al mismo tiempo, no influirá en nuestra capacidad.
Mantenemos con Japón una valiosa cooperación diplomática. Esto ocurre no sólo en la región sino también en todo el mundo a medida que Japón asume sus responsabilidades internacionales. Japón participa en varias operaciones de mantenimiento de la paz de las Naciones Unidas. Ha hecho una importante contribución al proceso de paz en el Mediano Oriente, en Bosnia y en otras partes del mundo. Estados Unidos apoya la admisión de Japón como miembro permanente del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.
Otro aspecto de la relación que destacó la visita del presidente es el Programa Común, según el cual nuestros dos países trabajan juntos en una amplia gama de cuestiones mundiales como el VIH-SIDA y los problemas ambientales. También pudimos destacar la cooperación en otros dos problemas de naturaleza mundial: la campaña para erradicar la poliomielitis en todo el mundo y una mayor cooperación cuando ocurren desastres naturales en la región.
En el ámbito económico, hemos trabajado con diligencia en los años recientes y nuestra ardua labor y esfuerzos mutuos han resultado en un éxito considerable. Nuestros países han concertado 21 acuerdos y las cifras comerciales se han desplazado en la dirección correcta, reflejando el progreso logrado tanto en el frente macroeconómico como en los frentes sectorial y estructural. Nuestras exportaciones a Japón han aumentado el 34 por ciento y las exportaciones en las áreas en las cuales hemos estado negociando subieron el 85 por ciento. Nuestro déficit comercial bajó el año pasado aproximadamente el 9 por ciento. Nos sentimos complacidos con el éxito, aunque debemos asegurar el fiel cumplimiento de los acuerdos y tratar asuntos todavía pendientes.
Cuando la administración Clinton asumió el cargo en enero de 1993, uno de los desafíos de seguridad más apremiantes del mundo era el programa nuclear norcoreano. Hace apenas año y medio Corea del Norte -- que estaba empeñada en desarrollar una gran capacidad de armas nucleares -- tenía reactores nucleares, tanto en operaciones como en construcción, de un tipo diseñado para maximizar la producción de plutonio de calidad suficiente como para usarlo para producir armas. Semejante arsenal nuclear en las manos del régimen norcoreano habría sido una grave amenaza para la región y para los intereses de Estados Unidos en el mundo.
El Acuerdo de Referencia ha frenado el programa nuclear norcoreano. El reactor en operaciones de Corea del Norte y sus instalaciones de reprocesamiento están sellados, se ha detenido la construcción de dos reactores nuevos y los expertos estadounidenses han comenzado, con la cooperación norcoreana, a colocar el combustible usado que contiene plutonio en almacenaje seguro para su retiro final de Corea del Norte. La congelación la vigila eficazmente el Organismo Internacional de Energía Atómica, que llegó recientemente a un acuerdo con Corea del Norte sobre procedimientos para la reanudación de inspecciones ad hoc y de rutina en las instalaciones nucleares que no están sujetas a la congelación.
El Acuerdo de Referencia producirá un informe completo del historial del programa nuclear de la República Popular Democrática de Corea (RPDC) antes de que reciba los componentes nucleares claves para los reactores de agua liviana que nos hemos comprometido a proveer conforme al acuerdo. Cuando se ejecute plenamente, el Acuerdo de Referencia resultará en el desmantelamiento de los peligrosos reactores de gas y grafito norcoreanos e instalaciones relacionadas, incluso la planta de reprocesamiento de la RPDC. Estas medidas van mucho más allá de lo que se le habría requerido a la RPDC según el Acuerdo de No Proliferación Nuclear, que permite a los estados miembros, bajo las salvaguardias del OIEA, reprocesar combustible usado. Por lo tanto, garantizar que se cumpla con éxito el Acuerdo de Referencia es una meta importante y que tratamos de alcanzar con pleno conocimiento de que podríamos enfrentar graves desafíos en el futuro.
Nuestro enfoque se basa en nuestra sólida relación con la República de Corea. Nuestros vínculos se forjaron en el crisol de la guerra. Han sido consolidados por una alianza que ha perdurado 40 años. Se han nutrido de patrones de estrecha consulta y cooperación establecidos hace mucho tiempo. A medida que los coreanos construyeron un milagro económico, nuestro comercio bilateral se ha ampliado rápidamente, llegó a alrededor de 50.000 millones de dólares el año pasado y ha convertido a Corea en nuestro quinto mercado en orden de importancia. Y a medida que los coreanos desarrollaron sus propias instituciones democráticas, un compromiso con los valores compartidos ha fortalecido los lazos entre nuestros dos pueblos.
El proceso dirigido a lograr una paz permanente en la península coreana se ha sido de acuerdo con la propuesta de paz cuatripartita anunciada por los presidentes Clinton y Kim el 16 de abril.
La propuesta contempla una reunión de representantes de la República de Corea, de la República Popular Democrática de Corea, de la República Popular China y de Estados Unidos tan pronto como sea posible y sin condiciones previas. Los dos gobernantes acordaron que este proceso de paz debería considerar una amplia gama de medidas para reducir tensiones.
Los dos presidentes también acordaron que Corea del Sur y del Norte deberían tomar la delantera en una búsqueda renovada de un acuerdo de paz permanente, y que no se pueden considerar negociaciones separadas entre Estados Unidos y Corea del Norte sobre cuestiones relacionadas con la paz.
Nuestro principio fundamental, establecido hace mucho tiempo, consiste en que las cuestiones de la paz y la reunificación debe resolverlas el propio pueblo coreano. Aunque el presidente Clinton ha destacado el compromiso de Estados Unidos de apoyar y facilitar el proceso de paz, también ha hecho hincapié en que "el futuro de la península coreana se encuentra en manos de su pueblo".
Agenda de la Política de los Estados Unidos de América, Publicaciones Electrónicas de USIS, Vol. 1, No. 4, mayo de 1996