La seguridad económica y militar norteamericana es una prioridad de la política exterior de Estados Unidos, dice Tarnoff, pero también lo es trabajar a favor de la expansión de la democracia y de los mercados libres, porque hacerlo fomenta "los principios a los que concedemos mucha importancia en nuestra sociedad". La lucha contra las "nuevas amenazas" del terrorismo, los narcóticos, la proliferación nuclear y la degradación del medio ambiente es también "clave en nuestra agenda de política exterior", dice el subsecretario de Estado. La siguiente entrevista fue realizada por Dian McDonald, redactora de USIS.
Pregunta: La política exterior de Estados Unidos en la era posterior a la Guerra Fría ya no está enfocada en el objetivo preponderante de contener el comunismo soviético, sino que confronta una amplia gama de cuestiones políticas, económicas y de seguridad. ¿Cuáles son ahora las principales preocupaciones?
Tarnoff: Es cierto que se ha efectuado una reorientación apreciable de la política exterior norteamericana dada la desaparición de la Unión Soviética y la conclusión de la Guerra Fría.
Creo que algo que fue evidente desde los primeros días de la administración Clinton es que había que establecer nuevas prioridades y objetivos.
El presidente dejó saber claramente desde el principio que la defensa de la seguridad económica del país era de importancia vital para él, y lo mismo se aplica en el plano internacional donde operan muchos de nuestros mercados y se extiende la actividad comercial.
En segundo lugar, el presidente también se aseguró desde el principio de que, una vez concluida la Guerra Fría, nuestro departamento de defensa examinara muy cuidadosamente los requerimientos de una fuerza militar a la que Estados Unidos pueda confiar su defensa y que tenga la capacidad de emprender misiones en otras partes del mundo. Eso también se hizo.
En tercer lugar, existe el precepto de que las sociedades abiertas y los mercados libres del mundo interesan a Estados Unidos. Y es por ello que hemos hecho tanto en lugares como Rusia y Bosnia y en otros países en nuestro propio hemisferio -- en Haití, por ejemplo -- para colaborar con la comunidad internacional con el fin de tratar de lograr la expansión de la democracia y de los mercados libres, no solo porque es menos probable que los gobiernos representativos se peleen entre sí y es más probable que comercien unos con otros, sino también porque dichos gobiernos encarnan los principios a los que concedemos gran importancia en nuestra propia sociedad.
Por último, lo que generalmente se conoce como las "nuevas amenazas" a la seguridad norteamericana, ese tipo de cuestión internacional que no era tan aparente hace solo unos años -- el terrorismo internacional o la no proliferación, la lucha contra el narcotráfico internacional, algunas cuestiones del medio ambiente, toda una variedad de amenazas nuevas a la seguridad de una forma u otra --, también son muy importantes en nuestra agenda de política exterior.
P: ¿Cómo se abordan estas "nuevas amenazas"?
Tarnoff: Permítame darle un ejemplo relacionado con la cuestión de la proliferación. Estados Unidos ha tomado la delantera durante varios años en los intentos por asegurar que se establezca un régimen internacional que desaliente la proliferación y, de ser necesario, que tome medidas a nivel internacional en contra de los que son responsables de la proliferación.
Es por ello que Estados Unidos ha realizado esfuerzos dirigidos a tratar de reemplazar el régimen COCOM -- el régimen que estuvo en vigor durante la Guerra Fría para limitar la transferencia de tecnología vulnerable a la Unión Soviética y a los países del Pacto de Varsovia -- y revisar ese entendimiento para que a los países forajidos, países sobre cuyas intenciones nosotros y otros tenemos grandes dudas, como Irán, Irak, Libia y Corea del Norte --, se les pueda negar acceso internacional al tipo de tecnología que contribuya a los programas de armamentos nucleares, armas químicas, armas biológicas u otras armas de destrucción en masa. Es un área en el que hemos estado excepcionalmente activos. Lo mismo se puede decir del medio ambiente y del control de narcóticos. Lo que pasa es que, en realidad, estamos tratando con problemas que no se pueden resolver dentro de las fronteras nacionales.
P: Los conflictos religiosos y étnicos parecen abundar en el actual panorama internacional. Esos conflictos no son necesariamente una amenaza en nuestras fronteras, pero pueden crear inestabilidad entre naciones con las que tenemos alianzas o de las que dependemos. ¿Cómo responde Estados Unidos a estas situaciones? ¿Hay nuevas políticas para abordar estos conflictos étnicos y religiosos?
Tarnoff: Sí, ya lo creo que sí. Y tiene toda la razón al decir que los conflictos religiosos y étnicos prevalecen ahora en el mundo. Es irónico que después de la desaparición de los regímenes dictatoriales hayan renacido los antiguos y viejos odios. Hemos visto ejemplo de ello dentro de países y entre países en todas partes del mundo.
Hay maneras en las que Estados Unidos puede colaborar con otros países para evitar o contener estos conflictos. Evidentemente lo mejor es prevenirlos y, en este respecto, hemos trabajado arduamente y mayormente con organizaciones regionales de todo el mundo para ver si se pueden establecer organizaciones regionales que puedan prever mejor la posibilidad de un conflicto, ya sea entre países o dentro de países.
Muchos de los mecanismos de resolución de disputas que se han creado trabajan con razonable eficacia. Por ejemplo, Estados Unidos, junto a otros tres países -- Argentina, Brasil y Chile -- se ha mantenido activo para tratar de contener y resolver la enconada disputa que existe en América del Sur entre Ecuador y Perú, y que resurgió nuevamente el pasado año.
Pero, si las disputas llegan a desembocar en un conflicto, hemos demostrado en más de una ocasión que Estados Unidos está preparado para colaborar con los demás países. Después de todo, es por esta razón que estamos como estamos en Bosnia. Estamos en Bosnia porque un conflicto de mayores proporciones no sólo sería una tragedia humana, sino porque podría provocar la inestabilidad en otras partes de los Balcanes y también porque Estados Unidos entiende que es necesario tener instituciones internacionales establecidas que puedan trabajar con esos países en la prevención de conflictos, pero si estalla un conflicto, que puedan contenerlo si es posible y proporcionar a los líderes de los diferentes movimientos políticos incentivos reales para tratar de resolver pacíficamente sus diferencias.
P: ¿Cree usted que el final de la Guerra Fría ha logrado mejorar la situación de los derechos humanos en el mundo?
Tarnoff: Sí, en gran parte creo que sí, pues con la conclusión de la Guerrra Fría se han mejorado los derechos humanos y los derechos cívicos de los pueblos del mundo. Cuando se piensa en los cientos de millones de hombres y mujeres de la Unión Soviética y de los países dominados por la Unión Soviética, y cuando se considera lo que ha sucedido en esas sociedades en cuanto a la libertad y los mercados abiertos, es algo verdaderamente extraordinario.
Y lo que veo en todo el mundo, pero especialmente en lugares como Europa Central y Oriental, en la ex Unión Soviética, en nuestro propio hemisferio en América Latina y en Asia, es que cada vez más las sociedades con gobiernos representativos responden mejor a los requerimientos y deseos de su pueblo, aun cuando la forma de hacerlo no es siempre una que reconozcamos dentro de nuestra propia práctica.
P: ¿Qué hace Estados Unidos para fomentar esta tendencia?
Tarnoff: Nuestra política es muy clara. Y es que apoyaremos y expresaremos públicamente nuestro apoyo, si es necesario, a los países que actúan para mejorar el carácter representativo de su gobierno y los derechos humanos de sus ciudadanos. Y si, por el contrario, hay países que restringen y reprimen a sus poblaciones, tendrán también que oir a Estados Unidos. Y ello afectará nuestras relaciones bilaterales.
Además, en este sentido estamos cada vez más activos en las organizaciones internacionales. Por ejemplo, en la Comisión de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Estados Unidos ha sido el primero en dirigir la atención a los regímenes en el mundo que siguen haciendo caso omiso de los acuerdos internacionales y de la presión internacional para reducir los abusos, y aumentar la responsabilidad del pueblo al forjar un futuro político.
P: ¿Y sobre las relaciones con las demás potencias principales del mundo? ¿Cómo han cambiado ahora que la confrontación con la Unión Soviética ha pasado a la historia?
Tarnoff: Es ciertamente importante para Estados Unidos mantener relaciones estrechas y buenas con las principales potencias del mundo. A diferencia de la era de la Guerra Fría, ahora tenemos que determinar nuestra política con las demás potencias haciendo un estudio de cada caso por separado. Es muy interesante que, cuando se trata de una cuestión política o de una cuestión económica de importancia fundamental para Estados Unidos, y cuando se trata cada cuestión por separado, vemos como algunos países se ponen de nuestra parte y otros en contra.
Durante la Guerra Fría, cuando nos consumía la amenaza muy real de la agresión soviética y el expansionismo soviético, era más fácil que prevaleciese la opinión de un grupo de países de un mismo parecer -- mayormente de los países de occidente --, y que convergiesen sus ideas sobre una amplia gama de cuestiones. Eso es menos automático ahora y, por lo tanto, se requiere una coalición sobre cada cuestión por separado. Estamos satisfechos con los resultados obtenidos, pero ciertamente que ahora es mucho más complicado que antes.
P: Ha mencionado usted a las Naciones Unidas en un contexto, pero, en general, ¿qué opinión tiene Estados Unidos de la función que desempeñan las instituciones internacionales ahora?
Tarnoff: Somos firmes creyentes en las Naciones Unidas y en las organizaciones regionales. Creemos que uno de los intereses nacionales de Estados Unidos es que estas organizaciones desempeñen una función cada vez mayor, y no sólo en el mantenimiento de la paz, a lo que las Naciones Unidas han dirigido mucha atención, sino también a atender la salud y el hambre, la población y el medio ambiente. Estos tipos de cuestiones tienen que ser abordados a nivel internacional y, consecuentemente, las organizaciones mundiales tienen claramente una función que desempeñar.
Pero también sucede que muchas de estas organizaciones necesitan una reforma. En muchos casos, las organizaciones fueron diseñadas hace medio siglo y los tiempos eran muy diferentes a los nuestros. Soy franco al decir que, algunas de ellas, no han prestado la atención que probablemente debían prestar a la necesidad de imponer requerimientos financieros rigurosos y un control cualitativo de las operaciones. Si a dichas organizaciones internacionales, y entre ellas las Naciones Unidas, les es posible adaptarse a las circunstancias actuales y responder a los intereses de Estados Unidos y de otras potencias principales, creo que es ciertamente muy importante que les sigamos dando nuestro apoyo.
P: Los funcionarios norteamericanos han destacado constantemente que Estados Unidos debe seguir y seguirá involucrado en el mundo y aceptará un papel de liderazgo. ¿Puede proporcionarnos algunos elementos de ello y cómo puede estar seguro de que el país aceptará esta función?
Tarnoff: La función de Estados Unidos en el mundo es, por supuesto, una de mucha importancia y creo que será tema de debate no solo durante este año de elecciones, sino en años venideros. La postura de la administración es clara. Creemos que se defenderán mejor los intereses personales de nuestros ciudadanos, tanto los económicos como los de seguridad, si Estados Unidos asume una posición de liderazgo en el mundo. Es por ello que favorecemos el internacionalismo activo. No es por alguna razón teórica. Es porque de muchas maneras específicas creemos que debemos defender los intereses del pueblo norteamericano y ello nos exige que seamos activos internacionalmente.
Ahora bien, hay voces en este país que se han levantado para expresar una postura diferente. Hay a quien le gustaría que nos retirásemos del mundo, renunciáramos a nuestras responsabilidades y cerrásemos nuestras fronteras en cierta medida, y no solo a personas sino también al comercio y a las ideas. A ellos les decimos, ¿cómo se pueden abordar algunos de los problemas que se desbordan de las fronteras nacionales? ¿Cómo se puede trabajar con la delincuencia internacional o el terrorismo si no se tiene una relación franca y de cooperación con muchos países del mundo?
Hay voces en este país que se levantan a favor del unilateralismo, que es fundamentalmente que Estados Unidos tome medidas por su cuenta. Claro está, el presidente debe hacer uso de las fuerzas militares por su cuenta, de ser necesario, y si así lo decide. Pero, cuando pensamos en las acciones que Estados Unidos ha tomado para defender nuestros intereses en el mundo, ciertamente que ha sido ventajoso cooperar con otros -- con la OTAN, en particular, pero también en otros lugares del mundo -- para poder distribuir la carga y la responsabilidad, y no tener que echarnos toda la carga encima. El internacionalismo activo es algo de suma importancia para el presidente Clinton y el secretario de estado Christopher, y ellos continuarán defendiendo vigorosamente esa postura.
P: Ha descrito usted las normas de política exterior que Estados Unidos ha estado poniendo en vigor. ¿Se ha logrado el éxito en estos objetivos? ¿Cuáles son los principales logros de la política exterior?
Tarnoff: Me parece -- y esta es la opinión de uno que forma parte de la administración -- que hemos tenido éxito en algunos aspectos críticos. Primero que todo, hemos comenzado a definir los intereses de la política exterior de Estados Unidos de manera novedosa. Segundo, hemos establecido prioridades y objetivos de largo plazo que muy probablemente no podrán ser logrados en el transcurso de un año o al término de una administración.
En el plano económico, por ejemplo, hemos firmado casi 20 acuerdos de comercio con Japón y la balanza de comercio con ese país, si bien es problemática en muchos aspectos, ya se está inclinando a nuestro favor como resultado de una enorme cantidad de trabajo que fue emprendido bajo el liderazgo del presidente, pero en la que muchos han participado.
En el área de manejo de crisis y respuesta a algunas de las alarmantes situaciones que se han producido en nuestro turno de guardia o que hemos heredado de otros -- sea en Bosnia o en Haití--creo que Estados Unidos ha demostrado ser capaz de colaborar con otros para lograr una situación política más estable y también, y esto refleja los principios y valores norteamericanos, para reducir el alcance de la tragedia humana.
Es obvio que queda mucho por hacer. Hay países en el mundo que son una amenaza desde el punto de vista del terrorismo o de las armas de destrucción masiva. Hay que vigilarlos y contenerlos. Siempre existe la posibilidad de una tragedia humana, ya sea provocada por los líderes políticos o como consecuencia de un acto de la naturaleza. Pero me gustaría pensar que cada vez más se establecerán pautas para nuestra acción. Sabemos que tenemos que intervenir y hay que tener en mente el hecho de que no podemos hacer nada trascendental sin el apoyo del pueblo norteamericano, pero el pueblo norteamericano ha demostrado cada vez más su comprensión de que sus propios intereses están vinculados a la función internacional de Estados Unidos y, por lo tanto, creo que podemos presentar nuestro caso más convincentemente.
P: ¿Cuáles son los problemas o retos más críticos que quedan por delante?
Tarnoff: Creo que los problemas más grandes son en las áreas del terrorismo internacional y de la proliferación de armas de destrucción masiva, los que, repito, podemos contener con mucha cooperación internacional. Sin embargo, hay estados forajidos que, a nuestra manera de ver, están determinados a retener su potencial para efectuar actos de extrema violencia en el mundo y hay que vigilarlos. En algunos casos, y dados los adelantos de la tecnología, sólo se necesita un grupo pequeño o pocas personas para detonar un aparato explosivo y desencadenar una gran crisis política y humana. Hay que tener ésto en mente.
Además, creo que el reto que se nos presenta es mejorar las estructuras internacionales que mencioné antes, asegurarnos de que las Naciones Unidas y las organizaciones regionales, y los organismos económicos internacionales -- el Acuerdo de Libre Comercio de América del Norte, el foro de Cooperación Económica de Asia y el Pacífico --, trabajen de manera constructiva para fomentar las sociedades libres y los mercados abiertos. Y es aquí precisamente donde creo que Estados Unidos siempre ha desempeñado una función de liderazgo, y espero que sigamos haciéndolo.
Agenda de la Política de los Estados Unidos de América, Publicaciones Electrónicas de USIS, Vol. 1, No. 4, mayo de 1996