La expansión de la zona de estabilidad y prosperidad, la inclusión de ex adversarios, y la integración a un sistema cooperativo de las naciones interesadas, son los principios en los que se basa el enfoque estadounidense de la seguridad europea, dice el autor, y describe seis líneas de acción en las que se persigue estos principios -- más un séptimo elemento que será un "laboratorio práctico" del enfoque. Jacqui S. Porth, redactora de USIS, fue la editora coordinadora de este artículo.
Enfrentamos dos retos fundamentales. El primero es abordar el tema de la seguridad en Europa. Considero que la cuestión es fortalecer el enorme y poderoso deseo que existe en Europa por la integración y unificación de las estructuras occidentales, consideradas por las nuevas democracias de Europa Central como modelo de prosperidad y seguridad.
El éxito del fortalecimiento de este deseo de integración ayudará a proteger de la otra fuerza muy poderosa que existe en la Europa actual -- el riesgo de la desintegración. El ejemplo más obvio y trágico es Bosnia.
El segundo reto de la política exterior es la necesidad de renovar el consenso que ha sostenido el compromiso de Estados Unidos en Europa y en el mundo. El resultado de nuestra estrategia después de 1945 ha sido un éxito resonante mundialmente reconocido. Sería absurdo, sin embargo, negar que el consenso básico se ha deteriorado en Estados Unidos. Existen varias razones muy naturales y comprensibles de este deterioro.
La primera razón es un cambio de generaciones. Los líderes de Estados Unidos que lucharon durante la Segunda Guerra Mundial comprendían intuitivamente porqué Estados Unidos debía mantenerse involucrado en el mundo. En la actualidad está surgiendo una nueva generación de líderes que se criaron en un período de gran prosperidad y para quienes el hechizo del aislacionismo es tal vez más fuerte que para sus antecesores.
La segunda razón, por supuesto, es los cambios ocurridos desde la misma Guerra Fría.
Sin embargo, la administración Clinton ha adoptado un enfoque de política exterior efectivo y coherente, bien diseñada para ayudar a resolver los retos que enfrentamos -- tanto en Europa como en el proceso por el cual lograremos renovar el consenso por el compromiso de Estados Unidos.
Bajo la administración Clinton, Estados Unidos se ha dedicado al proceso de definir no aquello a lo que nos oponemos sino por lo que abogamos en esta nueva era. Abogamos por la expansión europea -- de la zona de valores occidentales, estabilidad y prosperidad; inclusividad -- de los antiguos adversarios en esta zona; e integración -- de todos los europeos interesados en un sistema cooperativo. Estos son los principios fundamentales que unifican nuestra estrategia con respecto a la seguridad y estabilidad de la Europa actual.
Estados Unidos persigue un enfoque amplio de la seguridad. En Europa, la seguridad ya no puede definirse en el sentido tradicional como seguridad militar o planes de defensa. Es necesario considerar también las dimensiones políticas, económicas y sociales.
Sin embargo, actualmente no existe ninguna institución europea que sea capaz o haya sido creada para abordar todos esos aspectos de la seguridad. Sería mucho pedir que la OTAN o la Unión Europea o la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE)-- asuman toda la responsabilidad. Estas instituciones no fueron creadas para eso. En cambio, cada una tiene aptitudes y puntos fuertes y nuestra estrategia trata de utilizar las aptitudes singulares de cada una y crear una red interconectada de medidas de seguridad cooperativas en las que puedan participar todos los países; en la que la integración ya no se define como afiliación en el sentido de pertenecer al club, sino como integración mediante medidas cooperativas que, en conjunto, procuran lograr metas comunes.
Este enfoque amplio ha conducido a seis "líneas de acción".
Rusia ha puesto en práctica su Asociación para Programas de Paz (PFP) y ha comenzado a trabajar con la Alianza para extender su relación más allá de la PFP y participamos ahora en las etapas iniciales de un diálogo con Rusia sobre la estructura de las futuras relaciones entre la Alianza y Rusia. Más recientemente, hemos allanado las relaciones prácticas de mando y las hemos aplicado en Bosnia, lo que significa una señal prometedora para el futuro.
La PFP ha sido creada para ser una serie de relaciones individuales entre los países asociados y la Alianza en las que los socios mismos definen el grado y el alcance de la cooperación que desean con la OTAN. Esta puede ser tanto o tan poco como lo requieran los intereses e inquietudes del país asociado.
El crecimiento futuro de la OSCE depende de su capacidad de manejar la prevención de crisis y conflictos o la resolución de conflictos. Durante los últimos años, el papel de la OSCE ha aumentado y ahora cuenta con misiones en el terreno en 12 países de la ex Unión Soviética. Estas misiones consisten en una gran variedad de actividades, incluso observación de elecciones y seminarios sobre disputas sobre etnicidad y nacionalidad en algunos de los Estados Bálticos.
El crecimiento de la OSCE se pondrá a prueba sobre todo en Bosnia, donde tendrá que participar plenamente en la aplicación de los Acuerdos de Dayton mediante la observación de elecciones y resolución de conflictos y en muchas de las técnicas especializadas que ha creado durante los 20 años de su historia.
Bosnia -- la séptima línea de acción de la política de Estados Unidos -- será el laboratorio práctico en el que muchas de estas ideas teóricas y abstractas se someterán a una prueba muy realista y severa. Las medidas incluyen a nuevas naciones socias que trabajan junto con la OTAN por primera vez: Rusia, la República Checa, Polonia, Ucrania, Hungría y otros países socios que ponen a la disposición su territorio nacional en apoyo de la Operación Esfuerzo Conjunto. Bosnia será un lugar interesante para que nuestros socios aprendan a trabajar con la Alianza y para que nosotros aprendamos más sobre ellos. Esperamos también que la Unión Europea desempeñe una función mayor en Bosnia, al ayudar en la reconstrucción económica y social.
En cuanto al consenso en Estados Unidos, los Acuerdos de Dayton produjeron un cambio en el ambiente político de Washington a favor de una gran participación de Estados Unidos en Bosnia.
Existen muy buenas razones para confiar en la función futura de Estados Unidos. No hay diferencia entre los intereses de Estados Unidos y los europeos. Existe una comunidad transatlántica en la que los intereses y valores son los mismos. Como la única superpotencia que aún existe, Estados Unidos no pretende poder ser todo para todos y hacerlo sola. La Alianza se ampliará con otros estados que comparten con nosotros un sistema de valores económicos y democráticos en común y que comparten nuestro interés en mantener la función que Estados Unidos desempeña en el mundo con respecto a nuevos compromisos.
Algo muy importante de la Iniciativa Transatlántica es que, por primera vez, podemos encontrar un temario de acción en el que Estados Unidos y Europa buscan juntos realizar algo más allá de las fronteras europeas. Aunque hasta ahora poco se había notado, esto posiblemente cobrará suma importancia ya que realmente le estamos pidiendo a Europa que mire más allá del estrecho semicírculo de estados más inmediatos a sus fronteras y que desempeñe nuevamente la función histórica y mundial que antes desempeñó. La medida en que los europeos estén dispuestos a participar tendrá el beneficio recíproco de que se mantenga la voluntad de Estados Unidos de participar también. Aunque algo difícil de lograr y mantener, esto quizás sea también la tarea más imprescindible que enfrentamos como una asociación de valores comunes.
Agenda de la Política de los Estados Unidos de América, Publicaciones Electrónicas de USIS, Vol. 1, No. 4, mayo de 1996