El proceso de la Cumbre de las Américas, iniciado en 1994 en Miami con el objeto de fortalecer la democracia, aliviar la pobreza y lograr la integración económica y el desarrollo sostenible en el hemisferio occidental, ha dado a los países democráticos del hemisferio "la base para un criterio común sobre cómo resolver algunos de nuestros problemas fundamentales", afirma el embajador. Señala que el continuo proceso de reuniones incluye a todos los países del hemisferio, excepto la Cuba de Fidel Castro. Brown ha desempeñado anteriormente los cargos de embajador en el Uruguay y subsecretario adjunto de Defensa para Asuntos Interamericanos. Esta entrevista ha sido realizada por la corresponsal de la USIS Wendy Ross.
Pregunta: La administración Clinton ha promovido el proceso de la cumbre --serie continua de reuniones de los líderes del hemisferio occidental-- como medio de fortalecer la democracia y fomentar la prosperidad económica en el hemisferio. Embajador Brown, usted ha desempeñado una función clave en ese proceso. ¿Qué resultados ha tenido?
Brown: Desde la reunión de la cumbre de Miami en diciembre de 1994, los países de la región han progresado considerablemente hacia la aplicación de las iniciativas de la acción 23 firmadas por los 34 presidentes elegidos por procedimientos democráticos. El programa de la cumbre era amplio. Abarcaba cuatro sectores principales: el fortalecimiento de la democracia, la integración económica del hemisferio, el alivio de la pobreza y el desarrollo sostenible -- lo que vamos a hacer para proteger el medio ambiente.
Conseguir que 34 países llegasen a un acuerdo sobre un programa tan diverso ha sido un milagro. Pero lo hicimos por consenso. Tardamos cerca de siete meses en negociar los documentos de la cumbre, y creo que todos estábamos bastante satisfechos, aunque también muy sorprendidos, con los resultados alcanzados.
P: Se ha criticado a la reciente reunión ministerial de comercio celebrada en Cartagena por su fracaso en llegar a una decisión sobre los procedimientos que se aplicarán para negociar la Zona de Libre Comercio de las Américas.... ¿Significa esto que la cumbre está en peligro?
Brown: No, nada de eso. Hemos hecho enormes progresos en el sector de comercio. En junio de 1995, tuvimos una reunión ministerial en Denver, en la que se trató con más detalle el plan de acción enunciado en Miami. El acuerdo de Denver establecía siete grupos interamericanos de trabajo sobre cuestiones comerciales fundamentales que afectaban a la región, tales como las reglamentaciones aduaneras y fitosanitarias, todos los pequeños detalles que es necesario abordar para reducir las barreras en el hemisferio. Los términos de referencia para esas cuestiones se establecieron en Denver. La reunión ministerial celebrada en Cartagena en marzo de 1996 dio nuevo impulso a este proceso al establecer otros cuatro grupos internacionales de trabajo. Ahora hay once de esos grupos que están trabajando constantemente en cuestiones tales como la mejora de los regímenes de propiedad intelectual en cada país. Así es que hemos hecho grandes adelantos desde Miami, tanto en Denver como en Cartagena.
Por supuesto, es lógico que haya diferencias en una comunidad de 34 países amigos, todos ellos democráticos, inclinados a decir lo que piensan y a proteger sus intereses, pero esto no nos va a impedir conseguir una zona de libre comercio para el año 2005. Todos los países del hemisferio están empeñados en alcanzar esa meta para esa fecha. Así es que, tendremos unos cuantos tropezones en el camino aquí y allá, pero el progreso es constante y estoy convencido de que vamos a conseguirlo.
P: El proceso de la cumbre no se limita al comercio. También se refiere al fortalecimiento de la democracia y la prevención de la corrupción y del tráfico de estupefacientes. ¿Qué otras iniciativas ha producido el proceso?
Brown: Ese es un punto excelente. Dada la gran importancia del comercio, éste a veces acapara los titulares. Pero tenemos que resaltar que existen otras 22 iniciativas que forman parte del proceso de aplicación destinado a alcanzar los objetivos enunciados en Miami.
Por lo que se refiere al fortalecimiento de las instituciones democráticas, hemos hecho grandes adelantos. Por ejemplo, en Buenos Aires, en diciembre de 1995, todos los ministros de Justicia del hemisferio firmaron un comunicado sobre el lavado de dinero. Esto es algo que nunca se había hecho en el hemisferio, ni en el resto del mundo, definir exactamente el problema del lavado de dinero y las medidas que los gobiernos se están comprometiendo a adoptar para hacer frente a este problema. Por consiguiente, es un gran paso hacia adelante y es de gran importancia para todos nuestros pueblos del hemisferio.
En marzo de 1996, en Caracas, bajo los auspicios de la Organización de los Estados Americanos, se firmó una convención contra la corrupción, que también marcó un hito en la historia de este hemisferio. En esta convención se codificaron las disposiciones para atajar el problema de la corrupción, una de las lacras que ha estado atacando la esencia misma de las instituciones democráticas del hemisferio. Ahora, en este hemisferio, estamos adoptando algunas de las disposiciones contenidas desde hace mucho tiempo en la Ley de Estados Unidos sobre prácticas extranjeras corruptas, por las que se impide a nuestras empresas hacer ningún tipo de pago bajo cuerda a extranjeros a fin de conseguir contratos o ganar licitaciones.
Es importante señalar que esta propuesta no fue promovida por Estados Unidos, sino que era algo que deseaban los latinoamericanos y los caribeños, que fueron quienes la introdujeron en el programa y en el plan de acción de Miami. Y fueron también quienes dieron impulso al movimiento que culminó en la firma de esta convención.
P: ¿Qué cambios experimentarán las relaciones en el hemisferio a consecuencia de estos acuerdos?
Brown: La convención contra la corrupción así como el comunicado sobre el lavado de dinero --y hay otros; estamos trabajando en un acuerdo contra el terrorismo-- indican que, por primera vez en la historia de este hemisferio, estamos trabajando en un programa común que hemos acordado entre todos, y que estamos empeñados en llevar a cabo el plan de acción que todos firmamos en Miami. Se ha producido un cambio enorme en nuestras relaciones hemisféricas. Ahora estamos trabajando en cuestiones críticas, que tienen repercusiones directas sobre nuestros pueblos, bien sea en materia de estupefacientes, corrupción, terrorismo, o comercio; todas estas cuestiones van a tener repercusiones en nuestras vidas, así como en las vidas de nuestros hijos y de nuestros nietos. Por consiguiente, el tipo de cambio que ha traído consigo la cumbre de las Américas en Miami es un cambio muy profundo, estos son los resultados tangibles de ese esfuerzo.
P: Si mira hacia el pasado, a su extensa carrera como diplomático, en gran parte en la América Latina, ¿cuáles son los cambios más profundos que ve en las relaciones de Estados Unidos con los países del hemisferio?
Brown: Ahora contamos con la base para un criterio común sobre cómo resolver algunos de nuestros problemas fundamentales. Si examinamos la historia de nuestras relaciones en el hemisferio occidental, podemos ver claramente el cambio representado en Miami en 1994. En la historia del hemisferio se han producido sólo tres cumbres: en 1956, en 1967 y, finalmente, en 1994. Las dos cumbres anteriores produjeron escasos resultados aparte de algunas fotografías. El motivo: no llegamos a un acuerdo sobre la mayor parte de los puntos fundamentales. En aquellos tiempos no existía un consenso general en el hemisferio en cuanto a que la democracia, pese a todas sus deficiencias y dificultades, es la mejor forma de gobierno. Nosotros y algunos otros en el hemisferio creíamos que la democracia era el único camino, pero otros no pensaban así. Para la época de la cumbre de Miami, todos los líderes participantes habían sido elegidos por procedimientos democráticos.
En cuanto a cómo lograr el desarrollo y la producción en una economía, también se han producido cambios radicales a lo largo de los años en la América Latina. Ahora estamos de acuerdo en que las economías orientadas hacia el mercado producen mejor que las dirigidas por el Estado. En gran parte de América Latina solía haber economías semicontroladas por el Estado, que ostentaba la propiedad de segmentos enormes de la economía. Ahora están privatizando. Han estado privatizando constantemente durante los últimos diez años. Así que el cambio de criterio sobre estos dos supuestos básicos ha sido absolutamente decisivo en los acontecimientos del hemisferio.
Y, por supuesto, existe otro factor en todo esto. Durante muchos años hemos vivido con la idea de la Guerra Fría. Hemos estado luchando contra la Unión Soviética y su penetración en este hemisferio a través de su delegado, Cuba, a propósito, el único gobierno que no ha sido invitado a Miami.
Ahora la Guerra Fría ha terminado. El régimen marxista ha demostrado ser tan insolvente en el aspecto económico como en el político. Ese elemento ya no gravitaba sobre nuestros presidentes cuando se reunieron en Miami. Eso nos dejó en libertad de ocuparnos de los problemas que aquejan a cada una de nuestras sociedades y a cada una de nuestras economías. Hicimos un progreso auténtico.
P: Usted ha señalado que Cuba fue el único país al que no se invitó a la cumbre de Miami ¿Cuál es la relación actual de Estados Unidos con el régimen de Castro?
Brown: Bueno, como hemos dicho frecuentemente, si Castro se hiciera demócrata e introdujera reformas democráticas y el respecto a los derechos humanos en su país, estaríamos dispuestos a hacer muchas cosas juntos. Pero mientras siga aferrado a ideas anticuadas y carentes de sentido y se empeñe en seguir siendo el último dictador del hemisferio, nos va a ser muy, muy difícil hallar puntos comunes de encuentro.
Agenda de la Política de los Estados Unidos de América, Publicaciones Electrónicas de USIS, Vol. 1, No. 4, mayo de 1996