La mayor parte del tiempo que pas?en la OTAN lo dediqu?a capacitar a la Alianza para llevar a cabo su funci・ en un ・bito posterior a la Guerra Fr・. Esta tarea no se hab・ completado a・ en 1992; aunque si hab・mos avanzado considerablemente, sobre todo en lo que era m・ importante, precisar la funci・ esencial de la Alianza en el futuro y hacer un esfuerzo para que nuestros ex adversarios cooperaran con nosotros, dentro del marco institucional de la OTAN, para facilitar la seguridad e independencia de todos los estados europeos.
Muchas personas contribuyeron en forma importante a esta labor. Sin ellas no habr・ sido posible avanzar. Los esfuerzos de Manfred Woerner, secretario general de la OTAN, desde 1988 hasta su muerte prematura, seis a・s m・ tarde, se destacan incluso cuando se los compara a los de distinguidos colaboradores. Me es grato recordarlos aqu?
Antes de ser secretario general, Manfred hab・ ocupado el cargo de ministro de Defensa de Alemania de 1982 a 1988. En ese puesto su claro entendimiento de que la capacidad militar era un elemento esencial en la preservaci・ de la paz y la libertad frente a la amenaza sovi・ica, as?como sus esfuerzos incansables para lograr que el parlamento financiara efectivamente tal capacidad, seg・ fuera necesario, desempe・ron un papel clave en inducir a la Uni・ Sovi・ica, primero, a que dudara de sus pol・icas de enfrentamiento con Occidente y, finalmente, a que las descartara. En la ejecuci・ de sus deberes esenciales pero pol・icamente impopulares, Manfred siempre mantuvo su sentido del humor. Sab・ lo que pensaba y sab・ que ten・ raz・. Tambi・, "se conoc・ a s?mismo", seg・ el aforismo griego, sus puntos fuertes y sus puntos d・iles, su propia identidad compleja. Era a la vez suabo, alem・ y europeo y un firme amigo de Estados Unidos. Y en cada caso lo era totalmente,no ve・ la necesidad de jerarquizar o distinguir uno de otro.
Dejar?lo de suabo para lo ・timo. Unas pocas palabras primero sobre lo de alem・.
En 1988, el significado de su nombramiento, el primer alem・ secretario general de la OTAN, era evidente. Se・l?el reconocimiento y aprecio por parte de los aliados del aporte pol・ico vital de Alemania a la Alianza. Durante muchos a・s este aporte hab・ sido de un car・ter m・ tentativo que su contribuci・ econ・ica y militar. No hab・ nada tentativo en Manfred Woerner, sin embargo, ni simplemente simb・ico en cuanto a su pol・ica. Era todo solidez. Los aliados sab・n que su nuevo secretario general acrecentar・ la reputaci・ cada vez mayor de Alemania como importante influencia en la formulaci・ de las pol・icas en las instituciones multilaterales de las que era miembro, incluyendo, m・ importante que todo, la OTAN. Lo que no pod・n saber era que la unificaci・ de Alemania, dentro de la Alianza, ser・ el asunto m・ importante en el orden del d・ de la OTAN en 1990 y 1991. Contar con un secretario general alem・ en ese momento fue una ventaja inestimable en la realizaci・ de esta tarea. No pas?desapercibido para el pueblo de Alemania Oriental y de los otros "aliados" sovi・icos que el jefe ejecutivo del Pacto de Varsovia jam・ ser・ un alem・.
Nadie en la sede de la OTAN pregunt?d・de estaba Manfred Woerner el d・ despu・ de que cayera el Muro de Berl・ en noviembre de 1989. No habr・ podido estar en otra parte que en Berl・, desde el momento en que escuch?la noticia. D・s m・ tarde, mucho despu・ de que regresara a Bruselas, todos pod・n ver claramente su orgullo y deleite en lo sucedido, en cuyo logro hab・ trabajado toda su vida. A pesar de toda su emoci・, nadie vio con m・ perspicacia y seriedad lo que deb・ hacerse tras el colapso de Alemania Oriental. La unificaci・ nunca fue un interrogante para ・. Nunca dud?que los "laender" (los estados) del Este formar・n parte tan importante de la OTAN como Bavaria. Y si a la gente le preocupaba que una Alemania unificada podr・ estar inclinada a sobrepasarse, Manfred Woerner mismo, el jefe ejecutivo de la Alianza, los tranquilizaba cada d・ (con su integridad y decencia en el trato para con todos los pa・es, grandes y peque・s) de que no ser・ as? Ten・ sus puntos de vista, desde luego, y si no eran los mismos de su interlocutor, ・te lo sab・. Sin embargo, su labor consist・ en crear un consenso y nunca dej?de hacerlo, ni permiti?que sus preferencias personales interfirieran con el cumplimiento de su responsabilidad.
En lo que se refiere a la unificaci・ de Alemania, Manfred nunca habr・ podido imaginarla de otra manera que como alem・ y nunca habr・ tratado de hacerlo. La fuerza de sus argumentos siempre proven・ de la obvia sinceridad de sus sentimientos; era m・ elocuente cuando controlaba esos sentimientos sin ocultarlos. Cuando se lleg?el momento de abordar el colapso del Pacto de Varsovia y de la Uni・ Sovi・ica, ten・ otra identidad, era Manfred Woerner el europeo. Fue como europeo que tendi?su mano amistosa a las naciones del Este y las invit?a unirse a los aliados en la tarea de mantener la paz y la seguridad en Europa. Fue infatigable en su empe・, verdadero creyente en una "Europa ・tegra y libre".
A principios de 1990 y durante los dos a・s siguientes, el itinerario del secretario general estuvo lleno de visitas a los pa・es que hab・n pertenecido al Pacto de Varsovia. Como resultado de sus invitaciones personales, hubo tambi・ un desfile constante de cancilleres y jefes de gobierno de estos pa・es de visita en la OTAN. Por mirar hacia el pasado, nunca dej?de seguir adelante; cre?contextos institucionales para la participaci・ de estos ex adversarios en todos los aspectos de las actividades de la Alianza. La inclusi・ y la flexibilidad fueron su consigna: siempre dejar que entren, si no en una forma, en otra. Su concepto de Europa nunca se confin?al Occidente, a los ricos, a los cristianos o a ninguna otra cosa que no alcanzara a abarcar toda Europa. Cuando daba la bienvenida en la OTAN a un nuevo visitante, con una voz fuerte y una amplia sonrisa, sus palabras de acogida eran sinceras y ninguno pod・ interpretar mal su placer de ver a Europa en v・s de unirse.
No obstante, toda Europa era demasiado peque・ para Manfred Woerner. Am・ica del Norte, tanto Canad?como Estados Unidos, siempre estaba en su mente como elemento indispensable de la realizaci・ exitosa de sus sue・s de suabo, alem・ y europeo. Nunca podr・ ser un estadounidense, desde luego, pero estudi?a Estados Unidos como pocos europeos lo han hecho y, muy aparte de su convicci・ de que Estados Unidos debe ocuparse siempre de Europa, sent・ un afecto y una admiraci・ genuinas por este pa・. Conoc・ nuestra literatura, viaj?y dict?conferencias en todas partes del pa・ y habitualmente pasaba sus vacaciones aqu? Incluso segu・ nuestros deportes nacionales. Se alegraba de nuestros ・itos y compart・ nuestras desilusiones. Nunca se le ocurri?que los europeos "deb・n" ser aliados de Estados Unidos; ・ quer・ ser un aliado. Y m・ all? Manfred quer・ que Estados Unidos no s・o formara parte de la Alianza; quer・ que condujera la Alianza. Siempre que se reun・ con el presidente o el secretario de Estado les recordaba: "Ustedes deben conducir". La mayor parte del tiempo, desde luego, nosotros condujimos ciertamente, pero m・ de una vez tuve la impresi・ de que conduc・mos s・o como el caballo que conduce el coche, con Manfred en el pescante urgi・donos a seguir adelante.
Finalmente, llegamos a Manfred Woerner, el suabo. Era su tierra natal y nunca lo olvid? Con frecuencia, durante los fines de semana, hac・ el viaje hasta all?desde Bruselas. Y cuando no estaba all? llevaba consigo su historia. Su entusiasmo durante un viaje que hicimos juntos a Palermo era t・ico. Admiramos, desde luego, los mosaicos normandos y Manfred se regocij?toda la ma・na en el c・ido sol siciliano, descuid・dose de trabajar en un discurso. Hubo una cosa, sin embargo, que no descuid? Fuimos a presentar nuestros respetos en la tumba de su compatriota suabo, Federico II, miembro de la familia imperial Hohenstaufen, emperador de Occidente en el siglo XIII. Manfred coloc?en la tumba un ramillete y con orgullo record? para nuestro beneficio, los logros de su compatriota. Unos m・ cre・les que otros. El que impresionaba m・ a Manfred era la habilidad que demostr?Federico, cuando el papa le orden?que encabezara una cruzada para recuperar a Jerusal・, no s・o para hacerlo sino para llegar a ser rey de esa ciudad, todo a trav・ de la diplomacia. Este, nos dijo Manfred, era siempre el m・odo suabo preferido.
La muerte prematura de c・cer de Manfred Woerner, en 1994, priv?a Alemania, a Europa y a Estados Unidos de un gran estadista y un sincero amigo. El hecho de que la OTAN contin・ hoy como el principal garante de la paz, la libertad y la seguridad de Europa es, en gran medida, el fruto de su labor.
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