NECESIDAD DE BIPARTIDISMO EN LA POL・ICA EXTERIORPor el senador Joseph Biden
Las primeras impresiones son importantes en todos los terrenos de la vida, incluso en la pol・ica y el gobierno. A pesar de una transici・ retrasada, el presidente Bush ha comenzado con paso acelerado. En la esfera de la seguridad nacional reuni・un equipo id・eo de asesores. Sin embargo, tiene mucha menos experiencia en pol・ica exterior que en pol・ica interna. Tiene que aprender r・ido, porque es casi seguro que pronto se ver・enfrentado a problemas de pol・ica exterior. El presidente Bush llega a la Casa Blanca cuando Estados Unidos tiene un poder pol・ico, militar y econ・ico sin rival. El poder, sin embargo, conlleva la responsabilidad; la responsabilidad de proteger y promover vigorosamente los intereses de Estados Unidos, la responsabilidad de apoyar a los aliados y la responsabilidad de contribuir en forma equitativa a la estabilidad y seguridad del mundo. Afortunadamente la mayor・ de los estadounidenses comprende que Estados Unidos tiene el deber de liderizar el mundo. Una tarea clave y dif・il que enfrenta el presidente es ver si puede convertir esa actitud en general internacionalista en una pol・ica exterior que goce de respaldo partidario. Hace medio siglo, el senador Arthur Vandenberg dijo: "la pol・ica se detiene al borde del agua". Ello es cierto en momentos de crisis verdaderas, pero lo cierto es que raras veces los debates de pol・ica exterior son inmunes a la pol・ica partidista. A・ durante la Guerra Fr・, cuando el consenso favorec・ la contenci・ del comunismo sovi・ico, hubo a menudo agudos desacuerdos sobre los medios para lograr el fin, por ejemplo si deb・ apoyarse un determinado movimiento guerrillero en el exterior o financiar un determinado sistema de armas en nuestro pa・. El debate es esencial para nuestra democracia, sin embargo, sigo albergando la esperanza de que podremos evitar luchas partidarias que crean disensi・. Lograr apoyo bipartidario en los siguientes asuntos claves no es s・o posible sino necesario para fomentar nuestros intereses nacionales: Una nueva estrategia de contenci・ La amenaza principal a la seguridad de Estados Unidos es el peligro que presentan las armas de destrucci・ masiva. Debemos forjar una nueva estrategia de contenci・, que se concentre en el peligro de que armas nucleares, qu・icas y biol・icas y los misiles que las lanzan puedan ser usadas por terroristas y estados parias. Esta amenaza requiere una respuesta multifac・ica. En el curso de la ・tima d・ada, mediante tratados de control de armas nucleares, de cooperaci・ internacional para combatir la proliferaci・ y programas como el "Nunn-Lugar" (que ayudan a la seguridad y el desmantelamiento de lo que fuera el arsenal sovi・ico), hemos disminuido el peligro de la proliferaci・. Todav・ hay mucho por hacer, necesitamos ayuda adicional para impedir que la tecnolog・ y los conocimientos pr・ticos caigan en malas manos y debemos adem・ mantener el consenso internacional para protegernos contra la proliferaci・. Estos esfuerzos no son baratos; recientemente un grupo de expertos nos inst・a que dedic・amos unos 30.000 millones de d・ares, durante la p・xima d・ada, a programas que garanticen la seguridad de las "armas nucleares sueltas" que existen en Rusia y para evitar que cient・icos rusos vendan sus conocimientos a estados parias. La prueba crucial para el bipartidismo radica en nuestra pol・ica nuclear. Durante la mayor parte de la Guerra Fr・ hubo un amplio acuerdo pol・ico sobre la pol・ica nuclear estadounidense, que marchaba por dos v・s paralelas que se reforzaban mutuamente. En la esfera de las superpotencias, procuramos frenar la amenaza sovi・ica mientras busc・amos reducciones mutuas que mitigaran el peligro de una conflagraci・ mundial. En el campo multilateral buscamos limitar la cifra de miembros del club nuclear mediante el Tratado de no Proliferaci・ Nuclear y con un conjunto com・ de controles a la exportaci・. Hoy el consenso para el apoyo a estas pol・icas ha desaparecido pr・ticamente. La mayor・ de los Republicanos expresan dudas sobre la utilidad del control de armas nucleares y prefieren un r・ido despliegue de una defensa nacional de misiles. La mayor・ de los Dem・ratas, por el contrario, apoyan el control de armas y se muestran esc・ticos de la necesidad inmediata de desplegar dicha defensa. Est・muy lejos de saberse a ciencia cierta si podr・encontrarse un punto de convergencia. Es obvio que debemos financiar plenamente los programas de investigaci・ y desarrollo. No obstante, el presidente debe resistir la presi・ para que tome una decisi・ prematura de desplegar la defensa de misiles. Si el presidente examina de cerca el programa que actualmente propone el Pent・ono ver・que tiene demasiados defectos para proteger adecuadamente a Estados Unidos y es probable que provoque una reacci・ de las potencias extranjeras que nos deje menos, no m・ seguros. Es preciso que el presidente prepare el mundo para la defensa de misiles, en lugar de decir, b・icamente, "constr・ala y se convencer・ y la aceptar・". Si en ・tima instancia la defensa de misiles es necesaria, nuestra meta debe ser un sistema que Rusia pueda aceptar mediante la enmienda del Tratado de Misiles Antibal・ticos; que China no la considere una amenaza para su capacidad nuclear disuasiva y que tenga el apoyo de aliados en Europa y Asia. El presidente debe concentrarse tambi・ en la pr・ima revisi・ de nuestro disuasivo nuclear, la primera en seis a・s. Debe responder en forma responsable a la propuesta de Rusia de reducir la cantidad de ojivas estrat・icas desplegadas por los dos pa・es a 1.500 o menos. Simult・eamente, el presidente debe examinar con prontitud las recomendaciones presentadas por el ex jefe del Estado Mayor Conjunto, Shalikashvili, sobre la forma de promover el Tratado de Prohibici・ Completa de Ensayos Nucleares (TPCE), que ofrece un instrumento clave para poner tope a la capacidad de otros pa・es de construir armas nucleares avanzadas, en tanto que nuestro propio arsenal sigue intacto. Creaci・ de fuerzas militares apropiadas Una responsabilidad clave del Comandante en Jefe es decidir el papel y la misi・ de las fuerzas armadas. El presidente Bush debe organizar y equipar las fuerzas militares para aprovechar las tecnolog・s m・ avanzadas y enfrentar los nuevos retos a la seguridad de la ・oca posterior a la Guerra Fr・. La alternativa ante nosotros no est・entre cumplir nuestro compromiso de mantener la paz o mantener nuestra preparaci・ militar. Podemos darnos el lujo de hacer ambas cosas. Promover la paz y la estabilidad regionales, incluso con el despliegue de fuerzas estadounidenses de mantenimiento de paz, es una de las mejores formas de garantizar que nuestra capacidad para luchar y ganar una guerra importante no se someta a prueba. La clave para mantener la superioridad mundial de las fuerzas militares est・en decidir, en forma rigurosa, la prioridad con que asignaremos los recursos. Cumplir los compromisos de seguridad con Europa y Asia Estados Unidos es tanto un poder europeo como asi・ico es una fuerza de estabilidad en ambos continentes. Importantes compromisos de seguridad en ambos continentes ofrecer・ pruebas tempranas para el nuevo equipo de pol・ica exterior. En cuanto a Europa, debemos evitar el paso precipitado de retirar unilateralmente de Bosnia o Kosovo las tropas terrestres estadounidenses, lo cual har・ que nuestros aliados europeos duden de nuestro compromiso con la Organizaci・ del Tratado del Atl・tico Norte (OTAN). Lentamente los Balcanes dejan atr・ tendencias destructivas del pasado y se encaminan hacia un futuro m・ democr・ico. Con la tarea s・o parcialmente terminada, dif・ilmente es el momento de considerar el retiro de tropas. La pol・ica de Estados Unidos tampoco representa una carga indebida. Por espacio de cinco d・adas hemos tenido cientos de miles de tropas en Europa. Ciertamente podemos disponer de unos pocos miles para la seguridad en los Balcanes, junto a nuestros socios europeos, quienes conforman tres cuartas partes de las fuerzas de mantenimiento de paz en Bosnia y Kosovo. Finalmente, la OTAN debe extender su zona de estabilidad en Europa con la continuaci・ del proceso de admisi・ de nuevos miembros y ofrecer afiliaci・ en los pr・imos a・s a cualquier pa・ que re・a las rigurosas condiciones que prescribe la Alianza. En Asia, la innovadora labor diplom・ica de Estados Unidos, Corea del Sur y de Jap・, para sacar a Corea del Norte de su hermetismo, lentamente comienza a dar fruto; la promesa de una amenaza reducida a la seguridad en Asia y de una amenaza reducida a la proliferaci・ de misiles en otras partes, exige que la nueva administraci・ est・preparada para asumir pronto una postura m・ activa en ello. Un buen desenlace a las conversaciones con Corea del Norte sobre su programa de misiles (la amenaza principal en que se funda la defensa nacional de misiles de Estados Unidos) otorgar・ m・ tiempo al presidente para considerar la decisi・ sobre la defensa de misiles. En toda la regi・ el despliegue militar y la tarea diplom・ica de Estados Unidos son esenciales para la estabilidad regional. En Asia no hay una organizaci・ an・oga a la OTAN, por tanto, debemos contar con alianzas bilaterales claves y al mismo tiempo fortalecer las incipientes estructuras de seguridad de la regi・. Comprometerse con Rusia y China Desde la Guerra Fr・, la pol・ica estadounidense ha estado luchando por encontrar el enfoque apropiado respecto a Rusia y China. Quiz・somos una superpotencia, pero nos falta la habilidad para controlar los sucesos en cualquiera de estos pa・es, con todo, podemos ayudar a moldearlos. No es probable que en poco tiempo estos pa・es lleguen a ser socios verdaderos, pero tampoco tienen que ser adversarios. En la era de la mundializaci・, la contenci・ no es una opci・. Debemos atraerlos pero, ・n qu・t・minos? Nuestra mensaje para ambos pa・es debe ser claro y consecuente: esperamos que act・n con responsabilidad en la arena internacional; trabajaremos con ustedes en favor de intereses comunes; apoyaremos el progreso de valores democr・icos y nos opondremos vigorosamente a una pol・ica de proliferaci・ que amenace la seguridad mundial. Cualquiera que sea nuestra actuaci・, debemos tratar de evitar graves disputas partidarias; nuestras relaciones con Rusia y China son sencillamente demasiado importantes. Financiar apropiadamente la actividad diplom・ica Para proseguir con un programa internacional activo y para mantener la paz, necesitamos unidades militares y un cuerpo diplom・ico bien capacitado y equipado. Cierto, la mejor forma de evitar el uso excesivo de nuestras fuerzas armadas es apoyar suficientemente nuestro cuerpo diplom・ico y nuestro servicio de informaci・. Los aumentos moderados de a・s recientes no han compensado los recortes profundos a principios de la d・ada. Gastamos apenas el uno por ciento de nuestro presupuesto en asuntos exteriores; podemos darnos el lujo de gastar m・, pero el presidente y el secretario Powell deben convencer al Congreso y al p・lico estadounidense. El programa de pol・ica exterior es, desde luego, m・ largo que esta corta lista, pero el tono que el presidente Bush adopte respecto a estas cuestiones en los pr・imos meses contar・mucho para determinar el tenor del debate de la pol・ica exterior los pr・imos cuatro a・s. El pueblo estadounidense est・a la expectativa para ver si la famosa m・ima del senador Vandenberg puede ser algo m・ que un refr・.
Contenido -
Agenda de la Pol・ica Exterior de los EUA
- Marzo 2001
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