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Las autoridades de Estados Unidos afirman que no han podido parar el contrabando de estupefacientes en las fronteras del país. Los traficantes pueden escoger a su albedrío el lugar, el momento y el método de entrar para impedir la interceptación. Siempre hay más estupefacientes, más transportes y más correos para los abastecedores.
En los últimos años, Estados Unidos ha estado dirigiendo sus actividades internacionales de control de estupefacientes contra los objetivos donde pueden hacer el mayor impacto: las cosechas, los delincuentes involucrados y los gobiernos corruptos que permiten que este comercio ilícito continúe sin trabas. Estados Unidos también está trabajando a través de la vía diplomática para alentar a los gobiernos que carecen de la "voluntad política" a dar el carácter de máxima urgencia a la labor contra los estupefacientes.
Los funcionarios de la Oficina de asuntos internacionales sobre estupefacientes y cumplimiento de las leyes (INL) del Departamento de Estado alegan que el procedimiento adoptado por Estados Unidos no es el más fácil, pero sí el "más eficaz". Esta observación se hizo en el curso de una entrevista realizada por USIS.
"Hemos emprendido una política mucho más intrépida que la del pasado", subrayó un funcionario. "Vamos a dirigir nuestros esfuerzos a los objetivos más críticos de este comercio, no a los más fáciles". Afirmó que, además de concentrarse en las cosechas, Estados Unidos "desea destruir la capacidad de los traficantes de primera fila de realizar sus operaciones impunemente".
Señaló que "desde el punto de vista político es muy difícil conseguir que algunos gobiernos vayan en contra de esos objetivos, pero si éstos se pueden atacar, existe una oportunidad mucho mejor de socavar y reducir el tráfico de estupefacientes".
Estados Unidos está ahora más dispuesto a exponer la corrupción en los gobiernos que permiten el tráfico de estupefacientes. Afirmó que "el gobierno ha hecho de la corrupción relacionada con los estupefacientes una cuestión fundamental en nuestras relaciones bilaterales con muchos de los países que son abastecedores principales".
Las autoridades estadounidenses han estado reforzando durante muchos años los medios de que disponen los países para responder a los problemas de los estupefacientes. "Pero", según el funcionario de INL, "una respuesta eficaz exige, tanto los medios de que dispone un gobierno para hacer algo, como su voluntad de actuar. Es preciso contar con los dos elementos".
Añadió que en el pasado, Estados Unidos confiaba en que una vez que los gobiernos estuvieran capacitados para responder a los problemas de los estupefacientes pasarían a la acción. "Pero ahora nos estamos concentrando cada vez más en conseguir que estos gobiernos estén dispuestos a aplicar los medios que hemos tratado de reforzar.
El funcionario subrayó que para Estados Unidos lo más importante sigue siendo la reducción del uso de estupefacientes dentro del país. Pero sin un esfuerzo orientado a controlar la oferta, la entrada de estupefacientes anulará los efectos de cualquier actividad destinada a reducir la demanda.
En el curso de los últimos cinco años, según un funcionario, el comercio de estupefacientes ha sido calificado abiertamente de amenaza a la seguridad nacional de Estados Unidos. Anteriormente, se trataba de una cuestión que competía a los órganos encargados de la ejecución de las leyes, los cuales la abordaban con los métodos tradicionales a su alcance. Como amenaza a la seguridad nacional, ha impulsado al gobierno de Clinton a poner una serie de organismos gubernamentales al frente de la lucha contra este problema del tráfico de estupefacientes.
Dos son los factores que, a juicio del funcionario, convierten a los estupefacientes en cuestión de seguridad nacional. Primero, la mayoría de los estupefacientes ilícitos que se encuentran en Estados Unidos se producen en otro lugar. Subrayó que Estados Unidos desea reducir la producción y el tráfico en el exterior "para dar a nuestros programas de reducción de la demanda una mayor oportunidad de lograr su objetivo".
Segundo, la producción y el tráfico de estupefacientes en el exterior cada vez plantean un riesgo mayor a gobiernos y a economías que son importantes para Estados Unidos. "Queremos impedir que las organizaciones dedicadas al tráfico de estupefacientes lleguen a ser tan poderosas que destruyan los gobiernos con los que tratamos" declaró un funcionario del Departamento de Estado.
Nuestro instrumento diplomático ha sido la confección anual de una lista de los países que el presidente de Estados Unidos determina que son importantes productores o puntos de tránsito de estupefacientes ilícitos. Además de Afganistán, Birmania, Irán, Nigeria y Siria, esa lista incluye ahora a Colombia, que es un amigo y aliado de Estados Unidos.
Las leyes prevén que el presidente agrupe esos países en tres categorías: --Los países o territorios que hayan cooperado plenamente con Estados Unidos en acuerdos bilaterales o multilaterales destinados a combatir los estupefacientes, o que por su cuenta hayan adoptado medidas apropiadas para cumplir plenamente las metas y los objetivos de la Convención de las Naciones Unidas contra el Tráfico Ilícito de Estupefacientes y Sustancias Psicotrópicas, de 1988.
--Los países que no cumplen las normas de cooperación con Estados Unidos ni la Convención de las Naciones Unidas, pero cuya certificación como países que cumplen la norma redundaría en el "interés nacional" de Estados Unidos. Esta designación lleva consigo la dispensa de las penas por imperiosos intereses de seguridad del momento.
--Los países que no cumplen las normas para la certificación. Las leyes de Estados Unidos exigen el cese de la mayor parte de la ayuda exterior a los países comprendidos en esta categoría. Y por ley, Estados Unidos está obligado a votar contra la concesión a estos países de créditos bancarios multilaterales para el desarrollo.
Después de analizar la eficacia del programa internacional de estupefacientes, el presidente Clinton encomendó al Departamento de Estado que estableciera normas más rigurosas de certificación y las aplicara de manera más estricta. Este endurecimiento de las normas ha hecho que aumente el número de los países a los que se está negando la certificación.
El funcionario afirmó que las normas más rigurosas "constituyen una clara indicación de que vamos a encarar el problema internacional con más seriedad y que vamos a hacer a los países extranjeros cada vez más responsables de su propio desempeño".
Agregó que como resultado de esta situación, muchos países se están esforzando por mejorar su actuación contra los estupefacientes. Los países no certificados o que reciben una dispensa desean mejorar su condición y su imagen internacional, y otros actúan porque les preocupa que se les pueda negar la certificación.
"En respuesta a la opinión mundial adversa, hemos visto a la mayoría de los países realizar esfuerzos más eficaces y radicales contra los estupefacientes", manifestó el funcionario. "El proceso de certificación se ha convertido en un instrumento de gran eficacia".
Los países que han demostrado un compromiso a hacer frente al problema de los estupefacientes han recibido ayuda de los organismos de Estados Unidos, sobre todo en las tareas de destrucción de cosechas destinadas a la elaboración de estupefacientes.
Un funcionario de Estados Unidos afirmó que "cada vez son más los países que aceptan el concepto de control de las cosechas destinadas a la elaboración de estupefacientes, especialmente en Centroamérica y Sudamérica".
Añadió que la reducción de estas cosechas es más eficaz y menos costosa que las operaciones de interceptación en constante crecimiento. "La interceptación exige más dinero y tecnología. Tenemos que defender todos los lugares continuamente y, a fin de cuentas, la interceptación no va a tener un efecto a largo plazo.
Dijo también que "la producción incontrolada compensaría los estupefacientes confiscados y la interceptación no podría atacar el creciente poderío de los magnates de la droga.
Tres son los principales países de origen de la cocaína: Colombia. Bolivia y Perú. La adormidera, base de la heroína, se produce en todo el mundo, y en relación con ella han surgido muchos más grupos delictivos que en relación con la cocaína.
Un funcionario señaló que muchos países siguen remisos a combatir el tráfico de estupefacientes. "Piensan que los estupefacientes son productos cuyo comercio está impulsado por el consumidor y que se usan principalmente en Estados Unidos y Europa occidental". Dijo que el progreso en la cooperación internacional contra el tráfico de estupefacientes ha sido lento.
"En su mayor parte, todavía es Estados Unidos el que dirige este esfuerzo".
Cuestiones Mundiales
Publicaciones Electrónicas de USIS, Vol. 1, No. 7, julio de 1996.