![]()
Barry McCaffrey, director de la Oficina de la Casa Blanca para la Política Nacional contra las Drogas (ONDCP), dice que el éxito final contra el flagelo mundial que constituye el uso indebido de las drogas y su tráfico dependerá de esfuerzos nacionales e internacionales concertados para reducir tanto la demanda como la oferta. Una de las prioridades es inocular a la juventud estadounidense contra el consumo de drogas mediante programas eficaces de educación preventiva con base en la familia, las escuelas y las instituciones religiosas. La otra prioridad es atacar la conspiración criminal internacional del tráfico de drogas que amenaza nuestras democracias y nuestros hijos.McCaffrey, principal portavoz de la política del presidente Clinton con respecto a las drogas, fue confirmado unánimemente por el Senado de Estados Unidos el 29 de febrero de 1996. Antes de su confirmación, el General McCaffrey era comandante en jefe del Comando Sur del Pentágono, con sede en Panamá.
McCaffrey fue entrevistado para este periódico por Jim Fuller, redactor-colaborador.
Pregunta: Algunos países se quejan de que Estados Unidos no hace lo suficiente para remediar su grave problema del consumo de las drogas. ¿Qué se está haciendo para reducir la demanda?
McCaffrey: Es una excelente pregunta. Es esencial que le hagamos frente a esta terrible amenaza al pueblo de Estados Unidos, problema que causa la muerte a 20.000 de nosotros al año y cuesta 67.000 millones de dólares en pérdidas. Nos es grato informar que ha habido una reducción de 30 por ciento en el consumo de cocaína en Estados Unidos en los últimos tres años solamente. Como resultado de esfuerzos intensos de prevención, el número de consumidores de drogas ilícitas ha bajado a la mitad desde 1985, de 22 millones de personas a menos de 12 millones. También el número de consumidores de heroína descendió un 25 por ciento entre 1975 y principios de los años noventa. De manera que no hay duda de que hemos logrado un gran cambio. Ya no vemos a pilotos, conductores de trenes subterráneos, profesores de universidades o las fuerzas armadas afectados por el uso indebido de drogas. Lo eran en los años setenta. De manera que hemos avanzado bastante.
La segunda observación que haría es que más del 50 por ciento del presupuesto del presidente, de 15.100 millones de dólares, para la lucha contra las drogas en el año fiscal de 1997 se ha asignado a las prisiones y a hacer cumplir la ley. El año pasado Estados Unidos enjuició a 18.000 personas en el sistema judicial federal y condenó a 15.000. Dos tercios de los 100.000 detenidos en prisiones federales están allí por delitos relacionados con las drogas. En total, 250.000 estadounidenses están detenidos por infracciones a las leyes sobre drogas. No hay duda de que proseguiremos despiadadamente el ataque contra esta amenaza al pueblo estadounidense.
Sin embargo, para nosotros está claro que la toxicomanía y el uso indebido de las drogas es un problema internacional. No se trata de un problema colombiano o estadounidense. Es un problema mundial. Tenemos sólo el 4 por ciento de los heroinómanos del mundo. La gran mayoría de las drogas ilícitas que se consumen en Estados Unidos se produce en otros países. De manera que es algo en lo que tendremos que trabajar en colaboración mutua. El problema no es México o Colombia o la demanda estadounidense, el problema son las drogas y el negocio delictivo internacional que las explota. Quiero decir que hay elementos criminales rusos involucrados en ésto y elementos criminales colombianos y muchos otros. Y estamos absolutamente decididos a atacar con toda dureza la conspiración internacional delictiva que le costó a esta nación más de 100.000 vidas entre 1990 y 1995. El éxito se logrará por medio de programas de capacitación y ayuda, de medidas para reducir el cultivo y la producción y de una aplicación fuerte de la ley para destruir las organizaciones traficantes y privarlas de sus ganancias.
P.: ¿Qué función tienen los programas de tratamiento en la estrategia nacional contra las drogas?
McCaffrey: Lo que queremos hacer es lograr un enfoque equilibrado que incluya tratamiento, educación y prevención, así como nuestra firme respuesta judicial actual. Hay sólo 3,1 millones de toxicómanos empedernidos en Estados Unidos. Hay más de 260 millones de estadounidenses. Pero estos tres millones de toxicómanos empedernidos causan un daño tremendo a la sociedad. Consumen dos tercios del total de las drogas que entran al país; cometen la mayoría de los delitos relacionados con las drogas. En un año dado dos tercios de ellos se encuentran bajo arresto en espera de juicio, en prisión o en libertad condicional. Y la interrogantes es ¿vamos a hacer algo más que arrestarlos o encarcelarlos? La respuesta es si. Tenemos que pasar a los programas de tratamiento. Si invertimos en esos programas tendremos lugares de trabajo más seguros, escuelas más seguras, calles más seguras. De manera que si no le gusta el delito y la violencia, le gustarán los programas de tratamiento contra las drogas que son efectivos, quizá no en eliminar el uso indebido de éstas pero en reducir al mínimo el perjuicio que causa a nuestra sociedad. Aunque el déficit en los servicios de tratamiento sigue siendo considerable, el porcentaje de los que los requirieron y subsecuentemente los recibieron aumentó de 38 por ciento en 1990 a 52 por ciento en 1994. Además, el número de individuos en estos programas ha aumentado constantemente desde 1980. Tres de cada cuatro compañías con más de 250 empleados tienen en marcha programas formales antidrogas. P.: ¿Qué puede hacerse para frenar el aumento en el consumo de drogas entre los adolescentes?
McCaffrey: La meta número uno de la Estrategia Nacional Contra las Drogas, 1996, es motivar a la juventud estadounidense para que rechace el uso indebido de substancias químicas. Es una de las cinco metas, pero es obvio que tendrá que tener prioridad. El consumo de drogas entre los adolescentes en Estados Unidos está subiendo vertiginosamente. El consumo de todas las drogas entre jóvenes de 12 a 17 años aumentó 50 por ciento cada mes con relación al anterior, entre 1992 y 1994. El consumo de la marihuana se duplicó prácticamente. Un tercio de los estudiantes de último año de secundaria ha consumido substancias ilícitas desde el último año. También estamos viendo que el consumo de drogas comienza ya desde el último año de primaria. De manera que vemos jóvenes con una predisposición mucho mayor al uso indebido de las drogas y el alcohol. Lo que, predeciblemente, va a producir una gigantesca cosecha de violencia y toxicomanía un poco más adelante. Creemos que la solución de largo plazo está en las escuelas. Si se quiere una mayor influencia en la cuestión de las drogas en Estados Unidos, no hay que ir al final de la ecuación donde ya se tiene un millón y medio de estadounidenses en prisiones y cárceles locales. Hay que ir a la otra punta de la ecuación y hablar de educación sobre las drogas y de prevención con nuestra juventud. No es una situación sin esperanza. Si se hace llegar un mensaje creíble a los niños, desde el kindergarten hasta el último año de secundaria, se hará un impacto importante en la actitud de los jóvenes. Si se realizan programas efectivos de educación preventiva basados en la familia, las escuelas, las instituciones religiosas y los técnicos deportivos, se inoculará a la juventud contra la amenaza de las drogas.
P.: Usted ha hablado de la demanda de drogas en este país. ¿Qué de la oferta? ¿Qué están dispuestos a hacer en colaboración con México para controlar la oferta de drogas que llegan a Estados Unidos?
McCaffrey: Tanto México como Estados Unidos tienen un problema serio con la cuestión de las drogas. Nuestros hijos están en la balanza. Nuestras instituciones de gobierno y nuestras fuerzas de policía están a prueba. Se viola nuestro espacio aéreo nacional. Nuestro espacio marítimo es invadido por los delincuentes de las drogas. Para nosotros es obvio que debemos trabajar en absoluta colaboración con las autoridades mexicanas, con absoluto respeto por la soberanía de cada nación. La policía, los fiscales y las fuerzas armadas de México son los únicos que tienen a su cargo la protección del pueblo mexicano. Las fuerzas armadas mexicanas destruyeron más drogas ilícitas el año pasado que cualquier otra nación en la superficie de la Tierra, al costo de su propio sudor y sangre. Sin embargo, vemos que tenemos la responsabilidad de suministrar, cuandoquiera que sea apropiado, capacitación, equipo y cooperación. La cooperación incluirá un intercambio cabal de información y pruebas en el aspecto judicial. De manera que las dos democracias creen que ningún transgresor de la ley puede evadir la justicia en uno u otro país.
La Secretaria de Justicia de Estados Unidos Reno y yo copatrocinaremos la Conferencia de la Frontera Sudoeste, el 10 de julio en El Paso, Texas. Durante la conferencia altos funcionarios federales escucharán a funcionarios estatales y locales que trabajan en colaboración con las autoridades mexicanas a lo largo de los 3.200 kilómetros de la frontera entre México y Estados Unidos. El éxito de principios de los noventa en puertos de entrada como Miami, Florida, han hecho que las organizaciones internacionales delictivas de las drogas modifiquen su modalidad de contrabando y ahora creemos que más del 70 por ciento de las drogas ilícitas que entran a Estados Unidos vienen a través de México. Y tendremos que trabajar en colaboración con nuestros socios mexicanos para parar esto o reducirlo drásticamente en los próximos años. Creemos que la reunión en la frontera sudoeste es crucial y una de las cosas que espero que resulte de ella es el discernimiento necesario para formar un concepto más lógico de la tarea de comando y control estadounidenses para proteger la frontera.
P.: Usted ha dicho que vamos a militarizar la frontera pacífica entre Estados Unidos y México. ¿Cuál es la función que usted considera que deben tener las fuerzas armadas en la guerra contra las drogas?
McCaffrey: El presupuesto del presidente propone más de 1.500 agentes nuevos para el patrullaje fronterizo, incluyendo 700 del Servicio de Inmigración y Naturalización y más de 600 de Aduanas. El presupuesto estipula un aumento de 7 por ciento de los fondos para financiar el trabajo de interceptación a lo largo de la frontera sudoeste. Pero esta guerra no será ganada por el ejército de nadie. Esta lucha corresponde a los legisladores y jueces, la policía y los fiscales, los líderes religiosos y los maestros de escuela y, lo que es más importante, a las familias. Las fuerzas armadas deben ayudar en forma apropiada, ciñéndose estrictamente a las leyes de cada país.
De manera que no vamos a militarizar la frontera, pero las fuerzas armadas pueden ayudar y lo harán. La Fuerza Aérea y la Armada de Estados Unidos toman parte en la detección y vigilancia y prestan una enorme contribución. El Comando del Sur gastó 153 millones de dólares en operaciones antinarcóticas el año pasado. Algunas de las operaciones sólo podían ser realizadas por las fuerzas armadas. Por ejemplo, llevamos a cabo ese año unos mil vuelos de interceptación aérea antinarcótica. Tenemos aviones F-16 de reserva en estado de alerta, aviones AWACS, aviones de la Marina y de la Aduana, y otros medios de recolección de inteligencia. Hemos puesto en servicio dos de los llamados radares de dispersión transhorizonte, que fueron originalmente construidos, pero nunca instalados, para protegernos de la Fuerza Aérea Rusa. Los hemos dado vuelta y ahora miran hacia la aproximación sur a Estados Unidos, y son sumamente efectivos. También hemos instalado un equipo muy avanzado de rayos X en un importante punto de cruce de la frontera para los camiones. Este equipo, originalmente producido para ser usado en la verificación de armas nucleares, esencialmente ha hecho que los contrabandistas mexicanos de drogas dejen de usar ese lugar de cruce. En los últimos 20 meses descubrimos 11 transgresiones. Así que vamos a obtener más dispositivos móviles de rayos X, los que en el curso de los próximos años detendrán el contrabando de drogas por tierra a Estados Unidos desde México. Y en los próximos cinco a diez años no hay duda de que la introducción de drogas a México y Estados Unidos disminuirá.
También hemos visto nuevas formas de conducta delictiva internacional. Hace unos pocos meses decomisamos una nave en el océano Pacífico con 12 toneladas de cocaína. Así están tratando de desviarse de México. Creo que vamos a tener una nueva amenaza marítima como fuente principal de entrada de drogas a Estados Unidos.
P.: El aumento más grande en el presupuesto propuesto para 1997, 25 por ciento, es para programas internacionales. ¿En qué se pondrá mayor énfasis?
McCaffrey: Tenemos que desbaratar las fuentes de los narcóticos tanto internas como externas. Actualmente no le dedicamos mucho dinero. Sólo un nueve por ciento del presupuesto total se dedica a la interceptación, 26 millones de dólares para Colombia, 25 millones para Perú, 50 millones para Bolivia. Dado que este problema, que como ya dijimos costó la vida a 100.000 estadounidenses en la década de los años noventa, ¿podemos justificar el trabajo en colaboración con el gobierno de Perú para reducir la cantidad de coca que se cultiva allí? Creo que sí podemos, y lo mismo puede decirse con respecto a Colombia y Bolivia. Y vamos a tener que encarar el problema con Birmania, que es la fuente de 60 por ciento de la heroína que entra a Estados Unidos. Y tenemos otras metas con respecto a estas sociedades. Desde luego que los derechos humanos ocupan primer lugar en la orden del día.
Nuestro trabajo de interceptación en América del Sur ha trastornado la modalidad del tráfico de cocaína en Perú, lo que ha hecho que los traficantes modifiquen sus rutas de vuelo y formas de transporte. Un tercio de la cocaína producida en la región se intercepta antes de que llegue a nuestras calles y por ende a las de otros países. El intercambio de información con países aliados ha hecho posible realizar varias interceptaciones, entre ellas embarques de toneladas múltiples de cocaína. En los últimos cinco años, en todo el mundo, las autoridades correspondientes impidieron que 1.400 toneladas métricas de cocaína llegaran a distribuirse. Las autoridades estadounidenses por su parte incautaron aproximadamente la mitad de esa cantidad. Ello equivale a alrededor de dos años de oferta que no está en las calles de Estados Unidos. El año pasado nuestros esfuerzos antinarcóticos asestaron rudos golpes contra los traficantes. Seis de los siete cabecillas del cartel de Cali fueron arrestados, uno fue muerto por la policía colombiana al tratar de resistir el arresto. Países asiáticos claves han comenzado a arrestar cabecillas del tráfico de heroína y a extraditarlos a Estados Unidos.
P.: ¿En qué forma afectará la cooperación antidrogas con Colombia el voto reciente en la Cámara Baja de ese país, que absolvió al presidente Samper de la acusación de que su campaña electoral de 1994 fue financiada por narcotraficantes?
McCaffrey: Quiero decir ante todo que respetamos plenamente la Constitución colombiana y su concepto de la democracia, pero no estamos satisfechos de que la decisión del Congreso haya enterrado estas afirmaciones increíbles. El gobierno estadounidense actuará de conformidad con nuestras propias leyes y en el curso de los próximos días y semanas examinará nuestras opciones y llegaremos a conclusiones lógicas sobre lo que se debe hacer. Se están considerando sanciones económicas y analizaremos esa posibilidad. Además, examinaremos las relaciones entre Estados Unidos y Colombia en su totalidad y las evaluaremos desde nuestro punto de vista en cuanto a la cooperación en la lucha contra los narcóticos.
La descertificación de Colombia por parte de Estados Unidos a principios de este año (la conclusión del presidente Clinton de que las autoridades colombianas no están haciendo lo suficiente para combatir el tráfico de drogas) no afecta nuestra colaboración con ese país en la lucha contra los narcóticos. De tal manera que continuamos trabajando en completa asociación con la policía y las fuerzas armadas colombianas, que tienen una participación limitada en una misión antinarcótica y en cooperación con las autoridades judiciales colombianas. En el año fiscal de 1996 proporcionamos alrededor de 29 millones de dólares en ayuda a las autoridades colombianas para su misión contra los narcóticos. En el próximo presupuesto hemos propuesto 26 millones de dólares en fondos de ayuda. Tenemos una enorme admiración por los cientos de agentes policiales y soldados colombianos que han perdido la vida y han sido heridos en esta lucha. Lucha que libran por la supervivencia de la democracia colombiana contra miles de fuerzas de narcoguerrillas y carteles internacionales.
P.: ¿Qué estamos haciendo para prevenir el lavado de dinero por parte de los carteles internacionales de las drogas?
McCaffrey: Actualmente avanzamos en un esfuerzo internacional bastante complejo. Celebramos una reunión muy productiva en Buenos Aires, Argentina, hace un año, y procuramos que todas las democracias tengan legislaciones que les permitan atacar este problema, leyes sobre intercepción telefónica, presentación de pruebas de conspiración y técnicas de lavado de dinero. México acaba de promulgar nueva legislación importante que le permitirá comenzar a atacar más eficazmente el lavado de dinero. Según tenemos entendido, los panameños van a tratar de confrontar la cuestión del lavado de dinero. Y tenemos una fuerza táctica muy importante, en la que participan el Servicio de Impuestos Internos de Estados Unidos y todas nuestras entidades encargadas de hacer cumplir la ley, para ir tras el problema del lavado de dinero. Ya comenzamos a ahuyentarlos de los bancos estadounidenses y han tenido que optar por bancos menores. De manera que estamos trabajando bien la cuestión
P.: Usted dice que el problema de la droga de este país no puede solucionarse de la noche a la mañana y que requiere una dedicación de 10 años. ¿Qué quisiera ver usted, en términos de reducción del consumo, al término de esos 10 años?
McCaffrey: No hay razón para que no podamos devolver a Estados Unidos a los niveles de los sesenta, al nivel de consumo de drogas anterior a la época de Vietnam. No lograremos una victoria total contra las drogas. No debemos esperarlo. No podemos tomar todos y cada uno de los adictos a la heroína o el crack y curarles su toxicomanía. Pero debemos esperar reducir en cantidades enormes el número de jóvenes que consumen drogas y el peligro que significa esta epidemia. De manera que si usted me pide que le dé una meta, regresemos a los niveles de drogas ilícitas de antes de [la guerra con] Vietnam.
Cuestiones
Mundiales
Publicaciones Electrónicas de USIS, Vol. 1,
No. 7, julio de 1996.