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En momentos en que comenzamos la segunda mitad de la última década del siglo XX están surgiendo signos esperanzadores en nuestra comprensión y respuesta a los desafíos mundiales que determinarán las oportunidades que pasaremos a nuestros hijos y nietos en el siglo XXI.
A través de todo el mundo, las cuestiones mundiales definen cada vez más los desafíos principales del futuro y deben definir la misión prioritaria de la comunidad internacional en esta época de profundo cambio mundial. Las naciones están comenzando a reconocer su oportunidad y su responsabilidad de mirar más allá de las crisis del momento hacia las causas subyacentes que están haciendo al mundo aun más complejo y redefiniendo las prioridades de seguridad nacional y de prosperidad mundial a largo plazo.
Para enfrentar estos desafíos Estados Unidos ha puesto el reto del desarrollo sostenible --el progreso económico, social y ambiental-- a la cabeza de sus prioridades internacionales. Esta clase de integración es imperativa para asegurar que Estados Unidos y sus socios mundiales sean capaces de promover el mundo de prosperidad y paz compartida que deseamos.
Mediante el desarrollo sostenible, la economía del mundo puede tratar de satisfacer las necesidades de las generaciones de hoy sin comprometer o robarles a las generaciones futuras. Debidamente comprendida y emprendida, la idea del desarrollo sostenible puede integrar y armonizar las fuerzas económicas y ambientales enormemente poderosas que están en marcha en el mundo de hoy.
El desarrollo sostenible ofrece una visión que considera el desafío de proteger y comprender nuestros recursos biológicos como una oportunidad enorme de catalogar nuestra herencia y explorar en busca de productos de las maravillas de la naturaleza.
Esta visión abarca la búsqueda de conocimiento -- descifrar los misterios de los océanos, de la atmósfera y de la biosfera para comprender cómo funcionan individualmente y cómo interactúan de manera colectiva--, es decir, una oportunidad maravillosa.
Es una visión que ve claramente la oportunidad del comercio mundial y la necesidad de nutrir y ampliar la familia de economías democráticas y de mercado libre a fin de que pueda conquistarse la pobreza y eliminarse la miseria humana, y se satisfagan en cada nación las necesidades humanas básicas.
Y estos son signos alentadores de esperanza:
Aquí, en Estados Unidos, han pasado dos décadas desde la aprobación de la Ley Nacional de Protección Ambiental, la Ley de Aire Puro la Ley de Agua Limpia, la Ley de Especies de Fauna y Flora Silvestre en Peligro de Extinción y una cantidad de medidas a nivel federal, estatal y local. Como resultado, el aire que respiran los estadounidenses es más limpio, se puede pescar y nadar más en nuestros ríos y nuestro sistema de fauna y flora silvestres es más amplio.
De manera similar, la industria privada ha cambiado drásticamente, en respuesta a la voluntad del público y a los nuevos mercados. El resultado no son sólo los ejemplos numerosos de estrategias imaginativas para impedir la contaminación, sino también una mayor eficiencia, productividad y competitividad industrial.
En el plano internacional, se han hecho progresos importantes para atender las necesidades insatisfechas de salud y las tasas explosivas de aumento de la población que había en el pasado. La cooperación mundial ha sido esencial en la eliminación gradual de los productos químicos que agotan la capa de ozono protectora de la Tierra. Se han hecho progresos notables en el adelanto económico y ambiental en beneficio de todas las naciones, grandes y pequeñas, ricas y pobres.
Por ejemplo, la ciencia y la medicina han ayudado a contener y eliminar las enfermedades infecciosas predominantes. El sarampión, la viruela y la poliomielitis --todos ellos problemas mundiales importantes hace 30 años-- han sido casi dominados prácticamente en todas las regiones del mundo, y la comunidad internacional trabaja ahora en el desarrollo de una vacuna única para los niños que los inmunice contra una serie de enfermedades fácilmente prevenibles.
Estos esfuerzos han demostrado claramente que está dentro de nuestra capacidad responder a la mejor información que están proporcionando los científicos sobre la salud del medio ambiente y el estado del mundo. Y el elemento adhesivo crítico que ha hecho posible esto lo han sido las asociaciones --científicos y funcionarios, sectores público y privado, naciones desarrolladas y en desarrollo.
Pero quedan todavía muchos desafíos que pondrán a prueba las asociaciones del pasado y requerirán la creación de coaliciones nuevas para el futuro.
Primero, el rápido aumento de la población debe continuar a la cabeza del temario de desarrollo sostenible. Afortunadamente tenemos un proyecto notable, el Programa de Acción acordado en la Conferencia Internacional sobre Población y Desarrollo celebrada en El Cairo, Egipto, en 1994. El programa refleja los valores básicos y las lecciones importantes aprendidas durante los últimos 25 años: que los esfuerzos generales --desde facilitar universalmente el acceso a los servicios de planificación familiar y salud reproductiva hasta ampliar drásticamente la educación de las niñas y concentrarse en supervivencia de los infantes, familias fuertes y participación local-- son esenciales para las acciones internacionales dirigidas a garantizar que las personas de todas partes puedan determinar libremente el número de hijos y el intervalo entre cada uno de ellos.
Una parte integral de esta estrategia es la promoción de los derechos sociales, políticos y económicos de las mujeres, que constituyen recursos extraordinariamente importantes para el crecimiento y el cambio. El beneficio de estas iniciativas --en términos de estabilidad, calidad ambiental y productividad económica-- superará los costos de generación tras generación.
Los servicios básicos de salud serían otra prioridad prudente para la comunidad de naciones, y se pueden lograr con un costo mundial relativamente bajo. Sólo como un ejemplo, debemos trabajar juntos para compartir ideas y crear una red de vigilancia y respuesta mundial para enfrentar a las enfermedades infecciosas que surgen y aquéllas resurgentes. Una asociación entre la comunidad de investigación científica y el sector privado será esencial para que desarrollemos diagnósticos baratos y eficaces de las enfermedades transmisibles y mejoremos la preparación de profesionales médicos y de salud pública a fin de que puedan reconocer y combatir las enfermedades infecciosas.
La eliminación de cuatro enfermedades importantes y fácilmente prevenibles --sarampión, tétano, tos ferina y polio-- la erradicación de la deficiencia de yodo y de vitamina A y la disponibilidad mundial de tratamientos de rehidratación oral se pueden lograr a comienzos del próximo siglo. Realizadas con éxito, estas medidas solamente salvaría entre 3 millones y 4 millones de vidas anualmente y quizás eliminarían más de 20 millones de muertes infantiles, aliviarían un sufrimiento inconmensurable e innecesario y harían una contribución importante a la reducción de presiones para tener familias grandes.
La mayor comprensión e integración del medio ambiente y de la economía también contribuirá de manera importante a la sustentabilidad. La obtención de los precios correctos es una tarea vital. Las naciones, incluso Estados Unidos, ya no pueden suponer que no pagaremos un precio por contaminar el aire o agotar nuestros recursos. En cambio, necesitamos encontrar maneras para internalizar esos costos y permitir que el mercado ayude a determinar los medios más eficientes de lograr nuestras metas ambientalistas relacionadas al cambio del clima y otros desafíos importantes al medio ambiente mundial.
La atención del problema del hambre y la promoción de la seguridad alimenticia desafiará a numerosos sectores: las investigaciones científicas, la agricultura y el gobierno por igual. La Revolución Verde del último cuarto de siglo ha ayudado a proporcionar alimentos básicos a cantidades crecientes de población, pero mientras la población sigue aumentando, la tierra arable no lo hace. En efecto, la degradación de la tierra y la vulnerabilidad de los cultivos - -el precio por el uso intenso de fertilizantes y de pesticidas químicos-- se presenta como un desafío importante para el futuro.
Finalmente, la educación y la investigación científica serán fundamentales para que tengamos el conocimiento y la saagacidad necesarias para la sustentabilidad. Nuestras escuelas y colegios universitarios necesitan información sobre los sistemas fundamentales de la vida y las relaciones intrincadas de la civilización y la naturaleza. Hacen falta acciones incluso más grandes para fomentar públicos iluminados capaces de comprender los muchos elementos del desarrollo sostenible. Las nuevas tecnologías educativas y de comunicaciones ayudarán a hacer frente al desafío, pero no hay sustituto para el estudio dedicado de las personas de todas las edades.
A fin de no robarles el futuro a nuestros hijos, debemos aclarar que el desarrollo sostenible es un desafío meritorio y una oportunidad increíble. Debemos demostrar que la esperanza y el trabajo fuerte son los antídotos al temor y a la resistencia al cambio. Debemos hacer frente a los desafíos importantes con una creatividad renovada y la fuerza poderosa de la ingenuidad. Debemos transformar el debate de uno que con frecuencia presenta las cuestiones científicas como obstáculos para las costumbres del pasado a otro que en cambio las considere como oportunidades para concebir nuevas ideas nuevas, crear nuevos productos y mejorar la calidad de la vida para el futuro.
Timothy E. Wirth es Subsecretario de Estado para Asuntos Mundiales y ex senador de Colorado.