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La ayuda exterior todavía puede desempeñar una función decisiva en favor de los países en desarrollo, pero únicamente si sus gobiernos están dispuestos a efectuar reformas económicas y políticas, dice Brian Atwood, administrador de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID). "Queremos que estos países comprendan que su propio desarrollo no va a tener éxito a menos que cambien la forma en que hacen las cosas", declara. Si no lo hacen, la USAID ya "no podrá darse el lujo de colaborar con ellos".Atwood considera que existe una necesidad crucial de ayuda continuada para el desarrollo, al mencionar que la alternativa es el aumento en los "Estados que fracasan", con los problemas inherentes de corrientes de refugiados, deterioro del medio ambiente y trastornos de la economía mundial.
Realizó la entrevista Warner Rose, redactor de asuntos económicos de USIS.
Pregunta: ¿Qué espera lograr el gobierno estadounidense al suministrar ayuda exterior?
Atwood: El propósito de la cooperación estadounidense en el desarrollo, al concluir el siglo XX, es tratar de crear una asociación solidaria con el gobierno extranjero objeto del proceso de desarrollo. Esperamos que ese gobierno esté dedicado al desarrollo político, social y económico del país, que esté interesado en fortalecer las instituciones que tendrán a su cargo el proceso del desarrollo cuando Estados Unidos haya salido de la escena. Esperamos que el gobierno haga sus propias inversiones. Esperamos que colabore con otros gobiernos en los aspectos que requieren mayor atención. Estipulamos determinados objetivos estratégicos en cada país. Discutiremos e inclusive negociaremos esos objetivos estratégicos con nuestros socios en el país, principalmente el gobierno, pero también las organizaciones no gubernamentales. Lo que se espera es vigorizar el sistema económico del país de manera que pueda lograrse y sostenerse el crecimiento económico, y fortalecer el sistema político para que sea transparente y responsable ante su pueblo .
P.: ¿Qué requisitos tiene que llenar un país para merecer la ayuda de Estados Unidos para el desarrollo?
Atwood: Tenemos en cuenta la cuestión de necesidad. ¿Requiere ese país subsidios en lugar de préstamos, o puede depender en última instancia de la inversión privada? ¿Es un país pobre que realmente no puede desarrollarse por sí mismo? ¿Se ha comprometido ese gobierno a ser un buen socio para el desarrollo? ¿Quiere realmente reformar su sistema económico, eliminar restricciones económicas y crear mercados libres? ¿Quiere realmente reformar su sistema político, permitir al pueblo participar en el proceso del desarrollo mediante instituciones democráticas? Consideramos que estos requisitos son condiciones previas para el desarrollo.
P.: ¿Qué respondería usted a los críticos que dicen que la ayuda alienta a los países a posponer las reformas, a desarrollar dependencia de la ayuda extranjera?
Atwood: Creo que eso ha sido un problema en el pasado. Nuestro programa de ayuda durante la Guerra Fría creó dependencia. Se dirigió a países que no habían asumido el compromiso a la reforma que hoy esperamos, porque se hacía primordialmente por razones políticas relacionadas con la amenaza comunista. Eso ha cambiado. Hoy no trabajamos con gobiernos que no son buenos socios en la tarea del desarrollo. Queremos que estos países comprendan que su propio desarrollo no va a tener éxito a menos que cambien la forma en que hacen las cosas. Pero si no lo hacen, simplemente ya no podremos darnos el lujo de colaborar con ellos.
P.: ¿Pero Estados Unidos no sigue dando ayuda por razones otras que el desarrollo?
Atwood: Menos que antes. Obviamente, Israel sería una excepción. Ese fue básicamente un acuerdo político, el acuerdo de paz de Camp David firmado en 1979, por el cual Estados Unidos prometió apoyar con ayuda el acuerdo de paz entre Israel y Egipto. Pero nuestro trabajo en Egipto es trabajo de desarrollo. Nos gustaría ver que los líderes gubernamentales egipcios tomaran medidas más enérgicas, como indicaron recientemente que lo harían, para reformar su sistema económico y su sistema político. Nosotros alentamos ese proceso.
Y puede que haya otras situaciones de transición en las que las perspectivas de desarrollo no son inmediatas, pero confiamos en que podremos ir más allá del período de recuperación hasta un punto en que podamos colaborar con gobiernos nuevos y viables en lugares como Bosnia.
P.: ¿Qué ha hecho para fomentar el comercio y los objetivos de Estados Unidos la ayuda otorgada durante décadas?
Atwood: En 1995, el mundo en desarrollo, principalmente los mercados nacientes o recién establecidos, atrajo unos 170.000 millones de dólares en comercio e inversiones. Ese es el beneficio directo de años de inversión en el desarrollo. A la larga esto ayuda a los estadounidenses, ayuda a los japoneses, ayuda a los franceses, ayuda a los alemanes a invertir en desarrollo. Ahora vemos el fruto de los programas de desarrollo que fueron establecidos a lo largo de los últimos 50 años y que han servido para reducir a la mitad la mortalidad infantil, aumentar el promedio de expectativa de vida de 44 a 62 años, mejorar la salud de los pueblos y por consiguiente su productividad, y dar aliento a los principios democráticos del mercado libre.
P.: Por lo menos dos tercios de los flujos financieros a los países en desarrollo se originan en el sector privado. Los flujos gubernamentales han bajado en tanto que los privados han subido. ¿Hay menos necesidad de ayuda gubernamental bilateral?
Atwood: Uno de los objetivos del proceso de desarrollo es llevar a los países a un punto en el que les sea posible atraer comercio e inversión. Y eso es lo que hemos logrado en los últimos 50 años. Cada año aumenta el monto del capital privado que fluye hacia el mundo en desarrollo. Va dirigido a los países que se han beneficiado del proceso de desarrollo, países que ahora gozan de crecimiento económico, y eso está bien.
Con todo, el término "mundo en desarrollo" es muy amplio. Las corrientes de capital privado no van hacia los países más pobres. Si se examina el monto de capital que entra a Africa, por ejemplo, es poco. O si se examinan algunas regiones de Asia, o algunos países del Caribe, como Haití, no se ve que tengan afluencia de capital. De manera que todavía existe la necesidad de inversiones importantes en la ayuda al desarrollo. Sin embargo, las cifras más recientes de la Organización de Cooperación y Desarrollo Económicos muestran una disminución de 10 por ciento en la ayuda gubernamental en 1995 y de 8 por ciento en 1994. Es una tendencia grave. Las consecuencias de países que quedan rezagados, que no pueden competir en la economía mundial, se verán en un aumento de los estados que fracasan, en un aumento en el número de refugiados, en un aumento en el deterioro del medio ambiente y en el trastorno de la economía mundial.
P.: ¿Cómo será la USAID en el futuro?
Atwood: El Congreso de Estados Unidos ha recortado las asignaciones para casi todos los programas exteriores, de manera que la USAID será más pequeña. Tendremos sólo 30 misiones completas, pero estaremos en unos 45 países más con misiones limitadas y trabajaremos en otros desde Washington y de manera regional. En las reuniones de consulta presididas por el Banco Mundial, en las que tomamos parte, seguimos siendo el donante de mayor influencia, aunque demos menos dinero que otros, gracias a la gente que tenemos en el terreno y a sus conocimientos.
P.: ¿En su opinión, cuáles son los objetivos de la ayuda de USAID en el futuro?
Atwood: Tenemos cuatro objetivos de desarrollo: Promoción de la democracia, fomento del crecimiento económico, estabilización de la población y protección de la salud y la protección del medio ambiente. Además, tratamos de salvar vidas mediante nuestros esfuerzos humanitarios.
Al aplicar estos objetivos de desarrollo a un país en particular, hay que tener en cuenta las circunstancias específicas de desarrollo de ese país. No queremos autolimitarnos diciendo que sólo vamos a buscar una de estas metas. De modo que depende de la situación del país y del análisis que hagamos de la mejor manera de llevar a cabo la tarea del desarrollo. Además, habrá una cooperación considerablemente mayor y mejor entre los países industrializados donantes.
P.: ¿Estados Unidos tiene todavía la capacidad para responder a emergencias humanitarias internacionales?
Atwood: Estados Unidos no ha reducido su presupuesto para atender crisis humanitarias. Sin embargo, con el aumento constante de los precios de los alimentos, es menos lo que podemos proporcionar hoy que antes. La gran preocupación es que, con el aumento cada vez mayor del número de emergencias complejas, no podamos responder a ellas en forma adecuada. Actualmente manejamos unas veinticuatro emergencias complejas simultáneamente, mientras que a principios de los ochenta eran sólo tres o cuatro. El mundo gasta mucho más que antes en refugiados y en ayuda alimentaria de carácter urgente.
P.: ¿Qué hace la USAID para fomentar el desarrollo en los estados recientemente independizados y en Rusia?
Atwood: La creación de instituciones será una prioridad para los próximos cinco años más o menos. Muchos de estos países, no todos, no tienen problemas de encontrar gente competente, tienen gente bien instruida. Tienen fuerza laboral profesional. Lo que necesitan hacer es reorientar sus instituciones políticas y económicas. Tratamos de ayudarles a transformar sus sociedades, de enseñarles la técnica de la economía de mercado y el procedimiento de la política democrática.
P.: ¿Funciona esto en Rusia?
Atwood: Razonablemente bien. Rusia es una sociedad enorme y nuestro programa de ayuda no es la razón única por la cual funciona. Hemos aportado una contribución importante porque los rusos tienden a querer entenderse con la otra superpotencia. Hemos tenido más influencia de lo que indicarían los recursos que hemos invertido. Pero existen de problemas serios. Tenían una sociedad en bancarrota a causa de un sistema contrario a la naturaleza humana llamado comunismo. Necesitan privatizar su economía, necesitan aprender que el mercado debe fijar los precios y que la oferta y la demanda deben prevalecer. Uno de los legados de la corrupción del viejo sistema es que hay gente con poder político y económico que explota el nuevo sistema, dedicados a hacer millones mientras otros sufren. Ese es un problema real para la nueva Rusia. Creo que tomará otros 20 años, pero a la postre se convertirá en una superpotencia económica y política.
P.: ¿Qué prioridades tiene la ayuda estadounidense en Africa?
Atwood: En Sudáfrica hay un programa intenso, de tres años, de 600 millones de dólares, y nuestros esfuerzos allí proseguirán por otra década, por lo menos. Sudáfrica es un país potencialmente rico, pero la mayoría de la población no ha recibido suficiente educación y ha sido reducida a la pobreza. De manera que tratamos de ayudar al gobierno en la realización de una transformación muy importante allí.
Tenemos una iniciativa para Africa Meridional, dirigida desde nuestra misión regional en Botswana, que tiene por objeto reunir a todos los países de la región. Tenemos programas bilaterales importantes en Mozambique, Namibia y Zimbabwe. Además, está la Conferencia para la Coordinación del Desarrollo de Africa Meridional (SADC), y tratamos de trabajar con SADC así como con cada uno de los países, bilateralmente, para tratar de crear un mercado económico que, con el tiempo, beneficie otras regiones de Africa. Tenemos la Iniciativa del Gran Cuerno de Africa para la parte oriental de Africa, la sección más pobre de ese continente, que tiene por objeto lograr la seguridad alimentaria en esta atormentada región. Asimismo tenemos otros programas en Africa Occidental. Muchas de las estrategias en Africa giran alrededor de la necesidad de aumentar la producción agrícola. Tratamos de estimular el comercio de productos agrícolas.
Además tenemos la iniciativa Leland, que está introduciendo la Internet a 20 países africanos. Creemos que nos dará un impulso importante en términos de desarrollo. Podremos compartir información mucho más económicamente.
P.: ¿Cuáles son las prioridades de Estados Unidos en América Latina?
Atwood: Tenemos que hacer más profundas las raíces de la democracia allí; todavía son frágiles. Nos hemos beneficiado enormemente con la apertura de los países latinoamericanos a las prácticas democráticas. Lo más importante en este campo es estimular la descentralización y la autonomía local y hacer que los gobiernos locales puedan funcionar apropiadamente y que la gente tenga acceso a esos gobiernos de varias maneras. Por otra parte, la labor que se ha realizado en cuanto a la administración de justicia, que atiende el problema más grande que enfrenta América Latina, la corrupción, comienza a dar resultados. Esta es una cuestión clave en América Latina.
También trabajamos en el desarrollo sustitutivo, de manera que las zonas que han dependido del cultivo de la coca, que terminaba en cocaína, ahora producen otros tipos de cosechas. Estos programas, en algunos casos, tienen un éxito extraordinario, como es el caso del Chapare, Bolivia, donde 70 por ciento de la tierra tiene ahora cultivos comerciales que no son de coca. Ese es un adelanto importante y tomó 10 años de inversión, primero para determinar qué se podía producir y exportar y luego para crear un sistema de transporte que sacara esa producción al mercado. Ahora está funcionando y muy bien.
P.: ¿Y qué de América Central, beneficiaria de tanta ayuda durante la década de 1980?
Atwood: Atendemos a cuestiones fundamentales que han sido el meollo de la inquietud pública en varios de esos países durante años, cuestiones como el régimen de propiedad de la tierra. La USAID ha venido dando a la gente oportunidades económicas mediante programas para las microempresas, cooperativas agrícolas que le permiten tener su propia tierra y por medio de una cooperativa para exportar sus cosechas, como el café. Esto ha hecho mucho para darle la paz a América Central. Hay mucho camino por recorrer, pero se avanza.
P.: ¿Y en Asia?
Atwood: Hay algunas economías que se desempeñan extraordinariamente bien pero que permanecen frágiles. Indonesia es un ejemplo. Tiene una tasa de crecimiento de 8 por ciento, pero todavía es débil estructuralmente y tenemos una estrecha colaboración con el gobierno indonesio para lograr que su política macroeconómica sea acertada y que tenga una bolsa de valores que funcione, que sea resistente a las prácticas corruptas.
Hacemos el mismo tipo de trabajo en las Filipinas donde tenemos un enorme inventario de proyectos, debido a inversiones anteriores. Hemos ayudado a construir un importante aeropuerto en Mindanao. Esa inversión, que fue financiada mayormente por Estados Unidos, aunque otros, como el Banco Asiático de Desarrollo y el Banco Mundial, ahora comienzan a participar, ha estimulado realmente el comercio y la inversión entre Malaysia, Indonesia, y esa parte de Filipinas. Esos son logros considerables. Queremos seguir en la consolidación de todo esto y creemos que al hacerlo ayudamos también, en forma indirecta, los intereses comerciales estadounidenses. Desde luego que también auspiciamos programas importantes en toda la región para estabilizar las tasas de crecimiento demográfico y prevenir la transmisión del VIH/SIDA.
P.: ¿En el Mediano Oriente, si hay un acuerdo en Golán o un acuerdo en Líbano, Estados Unidos comenzará nuevos programas de ayuda en esa región?
Atwood: Ya tuvimos un importante programa de ayuda. El de Egipto es el más grande que hemos tenido en el mundo. En Jordania tenemos uno más pequeño y en el Líbano un programa pequeño, sin que estemos presentes. Durante varios años tuvimos uno en Siria, hasta que el gobierno cruzó varias líneas y tuvimos que terminarlo, en los años setenta.
El punto importante en el Mediano Oriente será tratar de utilizar el liderazgo estadounidense para estimular la integración tanto como sea posible. Hay graves problemas de desarrollo que todos esos países enfrentan. Por ejemplo, la cuestión del agua. Tenemos que alentar a esos gobiernos para que miren más allá de sus fronteras y aborden problemas regionales como la escasez de agua para la producción agrícola. Además, nos gustaría ver que integraran más sus economías. Ha habido algún intercambio mínimo en el caso de inversión israelí en Egipto. Nos gustaría alentar mucho más ese tipo de actividad.
P.: ¿Anticipa mayor necesidad de ayuda en el Mediano Oriente?
Atwood: Ya hemos visto alguna. Desde que los palestinos firmaron el acuerdo con los israelíes, hemos administrado un programa de cerca de 75 millones de dólares en Cisjordania y Gaza. Lo que es una indicación de lo que probablemente seguirá si vemos la paz en toda la región. Es posible que en algún momento el mismo gobierno israelí revise la ayuda que recibe de Estados Unidos y diga: "preferiríamos que algo de esto se invirtiera en la región". Todo el propósito de la ayuda es proteger a Israel en lo que ha sido, y todavía es, una región hostil. Creo que se verá alguna modificación cuando haya una paz general en la región. Pero no creo que la carga de la ayuda vaya a ser menor para Estados Unidos. Tenemos intereses realmente importantes en esa región y debemos mantenerlos mediante un amplio programa de ayuda que estimule la integración regional.
Perspectivas
Económicas
Publicaciones Electrónicas de USIS,
Vol. 1, No. 11, agosto de 1996.