EL PROXIMO RETO DE LA OMC:
LA LIBERALIZACION DEL COMERCIO DE LAS TELECOMUNICACIONES

Por Renato Ruggiero
Director General de la Organización Mundial del Comercio.



Estamos acercándonos a una fase crítica de la importante negociación sobre el comercio internacional de las telecomunicaciones. La Ronda Uruguay de negociaciones comerciales multilaterales no sólo resultó en la creación de la Organización Mundial del Comercio (OMC), sino que también dio lugar al primer acuerdo multilateral que aplica las normativas del sistema comercial a los servicios. El Acuerdo General sobre Comercio de Servicios (GATS) extiende a todos los servicios comerciables las normas de acceso al mercado, trato nacional y no discriminación, que han sido la base del sistema comercial del GATT y de la enorme expansión del comercio de bienes durante la posguerra. Estoy seguro de que la expansión del comercio de servicios basada en el GATS será aún más rápida.

En las telecomunicaciones, el GATS incluye todo servicio imaginable, los que existen y los que aún no ha concebido la mente humana. Durante la Ronda Uruguay, más de 60 países se comprometieron a dar acceso al mercado a los servicios de "valor agregado", que en muchos países se han abierto a oferta competitiva. Pero se hizo evidente que, en las telecomunicaciones básicas, la función predominante de los monopolios públicos añadían un aspecto especial de dificultad política al tema, y los gobiernos decidieron seguir las negociaciones sobre estos servicios hasta abril de 1996, el plazo fijado para su conclusión.

Los intereses económicos que hay en juego en esta negociación son de proporciones mayores. Entiendo que se calcula que el actual mercado internacional de telecomunicaciones es de 513 mil millones de dólares, y que el valor de la industria de información a nivel mundial es de 1,3 billones de dólares. Sin embargo, la importancia de la negociación trasciende la esfera de la economía y el comercio. La construcción de una sociedad global de información revolucionará la misma sociedad humana de forma nunca antes imaginada. Pronto será posible llevar educación, salud y servicios comerciales de alta calidad a toda la aldea global. El potencial para creación de empleos y de mejores oportunidades para la gente que ahora no las tiene es enorme. La tarea de los negociadores de la OMC es crear el clima político adecuado para que esto suceda.

Debido a que estamos creando una sociedad global de información, esta negociación tiene una tremenda relevancia para los países en desarrollo. Entiendo la preocupación que hay por la continuación o agravación de una sociedad dividida entre los ricos y los pobres en información. Hay muchos importantes factores que fundamentan esta preocupación, como las inquietudes en torno al objetivo de un servicio universal que no se ha logrado todavía en muchas partes del mundo. Sin embargo, la liberalización de las telecomunicaciones debe ser vista como una manera de promover el servicio universal y no como un obstáculo a ello.

No obstante, el desarrollo económico es lo más importante para cerrar la brecha de información. La manufactura y los servicios son ahora industrias hambrientas de información. Como ya he dicho, las comunicaciones modernas guardan la esperanza de generar más empleos mejor remunerados para los pueblos de los países en desarrollo. Las oportunidades de empleo ya van en aumento en infomática y desarrollo de material de programación. El acceso directo a servicios avanzados de todo tipo mejorará a economías enteras. Para que las personas se beneficien del incremento de los empleos, y para que las industrias incipientes puedan ser competitivas, necesitan los mejores sistemas de telecomunicaciones que la tecnología moderna les puede proporcionar. Las telecomunicaciones ineficientes son una carga sobre toda la economía.

El GATS se compone de dos partes: la estructura de obligaciones y normas que se aplican a todos los servicios, y los calendarios nacionales de los compromisos. Ejemplo de obligaciones claves son la no discriminación entre socios comerciales (o trato de nación más favorecida) y la transparencia de normas y regulaciones nacionales. Los 114 calendarios nacionales de GATS especifican cuáles son los servicios a los que los gobiernos han garantizado acceso al mercado y trato nacional, y a qué nivel. Los compromisos, al igual que las normas de la estructura, son obligaciones legales y ejecutables en virtud del mecanismo de solución de disputas de la OMC.

El objetivo de las negociaciones de telecomunicaciones básicas es asegurar los compromisos de apertura de mercados del mayor número posible de países. Los compromisos tendrán que versar sobre la introducción de la competencia en ese sector por medio del retiro de restricciones que ahora evitan o dificultan que compañías extranjeras ofrezcan sus servicios. Puede que incluyan todo tipo de oferta, desde comercio a través de fronteras e inversión extranjera directa, hasta reventa, propiedad y operación de redes e infraestructura.

Los negociadores también discuten sobre compromisos que tienen que ver con el ambiente regulatorio de las telecomunicaciones. Entre ellas se incluyen las salvaguardas sobre derechos de interconexión y maneras de evitar el abuso de poder en el mercado. Es evidente que dichos compromisos serán indispensables para lograr todos los benficicios de la liberalización en este sector. Los beneficios serían seriamente limitados si le fuera posible a los operadores dominantes dictar precios y controlar el acceso a la infraestructura que es tan esencial para las comunicaciones globales efectivas.

He oido decir que las expectativas poco realistas pueden presentar una amenaza al éxito de las negociaciones. También he oido decir que el no satisfacer esas expectativas podría imposibilitar una solución multilateral.

Por mi parte, no me gustaría definir una ambición tenaz como un problema. El intento por lograr los objetivos más altos es lo que impulsa hacia adelante a ésta y a cualquier negociación. Estoy con los que en la industria y en el gobierno esperan un gran salto adelante en esta negociación. Debe tenerse en mente, claro está, que los países participantes están en diferentes "posiciones de partida" en sus esfuerzos por reformar su régimen nacional de telecomunicaciones.

Estoy convencido de que la liberalización de las telecomunicaciones debe ser una iniciativa global en el sistema multilateral, y ello significa preservar el principio de trato de nación más favorecida. Las tecnologías modermas de telecomunicaciones requieren métodos globales porque eliminan fronteras nacionales y hacen obsoletos los monopolios nacionales. Las soluciones bilaterales o discriminatorias a los problemas comerciales pueden resultar atractivas a corto plazo, pero sus recompensas son usualmente decepcionantes y sus costos políticos muy elevados. Tampoco pueden hacerse cumplir en virtud del mecanismo para solución de disputas de la OMC. He dicho antes que las normas para la competencia serán un elemento esencial de esta negociación. Dichas normas sólo pueden ser globales, y solamente un sistema multilateral les puede proporcionar seguridad legal y legitimidad política.

Las prolongadas negociaciones sobre telecomunicaciones básicas comenzaron en mayo de 1994 y ahora llegan a la parte difícil. Cuarenta y ocho gobiernos participan y se espera que otros se unan. Los participantes pusieron sobre la mesa sus ofertas a fines de julio de 1995 y, hasta la fecha, se han presentado 19 ofertas condicionales que representan 18 gobiernos y los países miembros de la Unión Europea.

Es muy probable que este mes muchos de los participantes proporcionen un nivel de acceso al mercado que trasciende lo permisible por su actual régimen regulatorio. Hace unos años hubiera sido difícil, pero el ritmo del cambio que se efectúa en esta industria es algo no visto en otras áreas.

La Sociedad Mundial de Información está a nuestro alcance. La tencología está disponible; tenemos que crear el clima político que haga posible la explotación total de la tecnología. De eso tratan estas negociaciones.