Desde películas como "Lo que el viento se llevó y "La guerra de las galaxias" hasta programas de televisión como "Los Waltons", las producciones de la industria estadounidense del espectáculo han sido apreciadas por audiencias en todo el mundo. Con todo, a la industria estadounidense frecuentemente le es difícil conseguir acceso a los mercados extranjeros y recibir el pago de sus servicios.
Según los expertos de la industria y los funcionarios estadounidenses, numerosas barreras comerciales limitan la competencia mundial en el sector de los servicios audiovisuales, no obstante el acuerdo sobre comercio de servicios que surgió de las negociaciones multilaterales de comercio de la Ronda Uruguay.
"Leyes tributarias discriminatorias, barreras fiscales y monetarias, cuotas de variados diseños para programas de televisión y películas, ausencia de trato nacional para el vídeo de uso doméstico... Todo esto es la amenaza diaria de un mercado salpicado de restricciones, parte de un juicio presuntuoso que hacen los gobiernos para volcar el mercado contra la competencia", escribió Jack Valenti, presidente de la Asociación Cinematográfica de Estados Unidos (MPAA), en un informe reciente al representante de Comercio de Estados Unidos.
Los gobiernos generalmente erigen tales barreras para asegurarse de que los programas de entrenimiento, dentro de sus fronteras nacionales, reflejen su cultura, y para fomentar el desarrollo de una industria nacional de servicios audiovisuales comercialmente viable, dice Bonnie Richardson, vicepresidenta de la MPAA para asuntos comerciales y federales. Irónicamente, dijo Richardson a USIS, tales barreras al comercio pueden inhibir la capacidad de un país de lograr esas metas.
Durante las negociaciones del Acuerdo General sobre Comercio de Servicios (GATS), en la Ronda Uruguay, el nivel de retórica en relación con el comercio audiovisual fue muy alto, particularmente en el debate, que recibió gran publicidad, entre Estados Unidos y la Unión Europea (UE). Desde entonces muchos expertos han comenzado a considerar la forma de dar cabida a las metas culturales válidas de los diferentes países y, al mismo tiempo, disfrutar de los beneficios del comercio liberalizado de servicios audiovisuales.
Una funcionaria de comercio estadounidense, que prefiere no ser identificada, dijo a USIS que el comercio liberalizado no es sólo compatible con las metas nacionales, sino que los dos pueden ser complementarios.
Las tecnologías nuevas, como la televisión por cable, el vídeo a solicitud y las transmisiones directas por satélite crean actualmente un gran potencial de crecimiento en los mercados de audiovisuales de Europa, América Latina y Asia Oriental, dijo la funcionaria de comercio. Señaló que el comercio liberalizado fomenta la inversión, estimula la aplicación de nuevas tecnologías y el desarrollo de industrias audiovisuales más competitivas, tanto nacionales y como extranjeras y, a la postre, permite a los países promover sus propias culturas.
Los países que erigen barreras a los servicios de las industrias extranjeras del espectáculo desalientan la inversión que necesita precisamente la industria audiovisual local para preparar los programas que promueven la cultura nacional, subrayó la funcionaria.
Las reglas del comercio mundial son lo suficientemente flexibles como para aplicarlas a los servicios audiovisuales, sin que se les impida a las naciones proteger su identidad cultural, dijo la funcionaria de comercio; "el reto es encontrar la fórmula menos restrictiva del comercio para proteger los intereses culturales válidos".
Por primera vez un acuerdo multilateral sobre servicios, el GATS, cubre toda la gama del comercio de audiovisuales. Estos servicios comprenden la distribución de filmes, programas de televisión y vídeos de uso doméstico; todos los aspectos de la producción; los servicios afines, tales como el doblaje y la duplicación de positivos; la proyección de películas y la propiedad y operación de instalaciones de cable, satélite, transmisión y salas de cine.
El GATS actualiza el Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT), que, desde su inicio en 1947, ha cubierto la importación y exportación de películas y vídeos grabados de uso doméstico, a los que consideraba mercancías.
Sin embargo, fue poco lo que se obtuvo concretamente con el GATS en cuanto a la liberalización del comercio de servicios audiovisuales. Aunque entre 45 y 50 países participaron activamente en las negociaciones sobre el comercio de servicios, sólo 14 contrajeron compromisos específicos en el sector audiovisual: la República Dominicana, Hong Kong, India, Israel, Japón, Kenia, Corea, Malasia, México, Nueva Zelandia, Nicaragua, Singapur, Tailandia y Estados Unidos.
El Artículo IV del GATT original permite a los signatarios establecer o mantener cuotas de proyección que dan preferencia a las películas producidas localmente o a las procedentes de países que disfrutan de trato preferencial. Esta es una exención del Artículo I del GATT, el cual requiere que los firmantes apliquen a todos los estados miembros el mismo reglamento aduanero y trato arancelario que aplican a las llamadas "naciones más favorecidas" (NMF), y del Artículo III, que prohíbe la discriminación entre los bienes importados y los de producción nacional en cuanto a las normas gubernamentales.
Al contrario de lo que informó la prensa, dijo Richardson, los servicios audiovisuales no se excluyeron de las nuevas normas del GATS. Este acuerdo requiere la publicación de las normas y reglamentos ("transparencia") que rigen el comercio de los servicios audiovisuales, de la misma manera que lo requiere para los demás sectores. Establece además el trato general de NMF, aunque se permitió a los gobiernos señalar específicamente las exenciones que deberían someterse a revisión después de cinco años.
Otras normas estructurales, entre ellas el trato nacional y el acceso al mercado, tienen vigencia solamente cuando un país ha contraído compromisos concretos en sectores especificados de servicios. Por lo tanto, los países todavía pueden invocar sus derechos según el Artículo IV, si deciden no contraer compromisos concretos para liberalizar su sector audiovisual.
La funcionaria de comercio explicó: "Cuando un país contrae en su programa un compromiso concreto con respecto a un sector, ese país conviene en permitir la entrada a su mercado de los proveedores extranjeros de servicios (acceso al mercado) y otorgarles el mismo trato, en cuanto a términos y condiciones, que ofrece a los proveedores internos (trato nacional). ...
"Los gobiernos pueden continuar reglamentando los servicios cubiertos por compromisos siempre y cuando lo hagan de manera que no se reduzca el nivel de acceso al mercado o trato nacional acordado en un principio".
Estados Unidos hubiera preferido que más países asumieran el compromiso de no aumentar o de reducir las normas que limitan el acceso al mercado, dijo la funcionaria de comercio.
Durante la Ronda Uruguay, Estados Unidos trató de convencer a la UE de que se comprometiera a poner un límite máximo a su cuota para los programas de televisión de contenido no europeo, y a su vez la UE quiso sacar totalmente del marco del GATS los servicios audiovisuales. Ninguno de los dos logró sus propósitos. De hecho, Estados Unidos se comprometió a abrir su mercado audiovisual a la programación extranjera.
La funcionaria de comercio indicó que, habida cuenta de la Primera Enmienda de la Constitución de Estados Unidos que garantiza la libertad de expresión, no es probable que este país hubiera podido restringir la preferencia de los telespectadores limitando el acceso a la programación extranjera, aunque lo hubiera querido. Además, subrayó, el mercado estadounidense es un mercado abierto, de manera que el compromiso del GATS sirvió para confirmar una situación ya existente.
Los distribuidores escogen las películas para las salas de cine estadounidenses guiándose por el mercado, es decir, si la audiencia está dispuesta a pagar por verlas, dijo Richardson. Según la MPAA, se exhibieron unas 416 películas extranjeras en los cines de Estados Unidos entre 1989 y 1993, 70 por ciento de las cuales eran europeas.
Los mercados de audiovisuales en Europa y otras regiones actualmente van creciendo a medida que la privatización pone fin al control gubernamental y que se desarrollan y aplican las nuevas tecnologías. Este crecimiento demanda inversión, la que se atrae con mercados competitivos, dijo Richardson.
Un crecimiento rápido también puede dar origen a demandas de restricciones adicionales.
Los organismos reguladores tienen que fijar sus objetivos con claridad, advirtió la funcionaria de la industria. Las restricciones cuantitativas al comercio pueden ser contraproducentes porque las industrias establecidas detrá��de muros proteccionistas llegan a ser frecuentemente menos competitivas, dijo.
Las restricciones cuantitativas comprenden normas de contenido local que restringen la cantidad y la hora en que puede pasarse por televisión la programación extranjera, y las cuotas de proyección que determinan el número de días en que las salas de cine pueden presentar películas extranjeras.
La Unión Europea y Canadá han sido los principales proponentes del uso de restricciones a la importación para proteger sus culturas. En la televisión canadiense los programas importados están sujetos a cuotas de contenido local. En la Unión Europea las cuotas determinan la cantidad de tiempo que una emisora de televisión debe llenar con programación de origen europeo, lo que limita las oportunidades de exportación de los proveedores extranjeros y la gama de programas comerciales con que estas entidades pueden llenar sus transmisiones.
La Unión Europea también limita estrictamente la cantidad de publicidad permitida en la televisión. Richardson señaló que esto reduce la disponibilidad de fondos de inversión, lo que a su vez puede limitar la capacidad de las estaciones emisoras de producir localmente nuevos programas.
En algunos países las cuotas de proyección han reducido la asistencia a las salas de cine, como reacción a ofertas comercialmente menos atractivas, continuó la funcionaria de la industria. Observó que en Corea, por ejemplo, algunos inversionistas locales han comenzado a poner en entredicho las normas que limitan el acceso extranjero al mercado, pues éstas no han promovido una programación atractiva.
El interrogante clave consiste en si las restricciones cuantitativas sirven para fomentar un sector audiovisual interno vigoroso. Richardson sugirió que los incentivos financieros tales como exenciones fiscales y subvenciones a la producción audiovisual, podrían ser más efectivos.
La funcionaria de comercio hizo hincapié en la necesidad de que los países colaboren para hacer frente a los retos de las nuevas tecnologías audiovisuales. "Los países que desean promover el desarrollo de un sistema moderno de telecomunicaciones no pueden restringir el flujo de contenido creativo que circula por ese sistema, si esperan atraer inversionistas", dijo. "La tarea primordial es ofrecer incentivos para crear y diseminar obras de alta calidad, que los consumidores demanden, si quieren dar acogida a la tecnología nueva".
Las tecnologías nuevas tienen relevancia especial para los mercados europeos de audiovisuales, donde los productores de cine y televisión enfrentan los problemas derivados de los mercados pequeños y la diversidad lingüística, dijo la funcionaria de comercio. Las transmisiones vía satélite dan la oportunidad de llegar a audiencias de habla francesa, griega, finlandesa o portuguesa en todo el mundo. Además, las nuevas tecnologías permitirán que una misma transmisión se haga en varios idiomas simultáneamente.
En Estados Unidos, por ejemplo, observó esta funcionaria, es posible ver RAI (radio y televisión italianas), Deutsche Welle (Voz Alemana), RTP (Portugal), Antenna 1 (Grecia), así como programación china, coreana e hindi.
Señaló además que las estaciones comerciales enfrentan costos iniciales altos y que las limitaciones de contenido restringen la capacidad de éstas de sobrevivir en una situación de creciente competencia.
"Llenar el tiempo de programación con productos ya existentes, ya sean extranjeros o locales, es mucho menos costoso para las estaciones emisoras y los proveedores de televisión por cable, que producir toda su programación desde un principio". Después de que un nuevo canal haya acumulado capital, estará en mejor posición para comisionar programación nueva que la audiencia local demande.
El mayor acceso al mercado, basado en reglas de comercio multilaterales, ofrece la posibilidad de beneficiar tanto a las economías locales como a los proveedores nacionales y extranjeros de servicios audiovisuales. En los países donde la industria cinematográfica es robusta, la concurrencia per cápita al cine es mayor que en los países cuya industria nacional es débil, dijo la funcionaria. También es una ayuda estimular la construcción de salas de cine modernas y bien ubicadas y una mayor atención a las reseñas de las películas en la prensa local, dijo.
Mientras más asista al cine la población local más se podrá apoyar financieramente la producción de películas, agregó Richardson. Además, a medida que crezca el mercado se podrán apoyar más producciones culturales.
El resultado, afirmó la funcionaria de comercio, "es una situación en la que todos ganan, en la que los productores locales de películas, tanto locales como los extranjeros, se benefician".