Los estadounidenses tienen una amplia gama de recursos noticiosos disponibles de los cuales obtener información sobre los candidatos y los temas en las elecciones de este año. Carolyn Barta, redactora de política nacional del diario The Dallas Morning News, examina cuán imparcialmente y cuán bien la prensa cumple esta tarea.
Cada cuatro años, los medios de comunicación social estadounidenses se preparan para cubrir uno de los acontecimientos más importantes de la nación --las elecciones presidenciales de Estados Unidos. Una infinidad de tiempo de transmisión y espacio en periódicos y revistas se dedica a los discursos de los candidatos, los gastos de campaña, el análisis de la publicidad por televisión, las diferencias sobre distintas cuestiones y los debates.
Este año no es distinto, mientras los aviones y omnibuses cargados de periodistas y camarógrafos de televisión siguen al presidente actual, el demócrata Bill Clinton y al candidato presidencial republicano Bob Dole y a los compañeros de fórmula de éstos para la vicepresidencia.
Las convenciones nacionales de los dos partidos políticos principales, este verano, son testimonio de la obsesión de los medios de comunicación social con la política presidencial. De las 35.000 personas que asistieron a cada una de las convenciones --la convención republicana en San Diego y la de los demócratas en Chicago-- 15.000 de ellas eran representantes de la prensa.
Como dice el profesor de ciencias políticas Ed Haley, del colegio universitario Claremont McKenna, "uno de los mejores espectáculos de la democracia son las elecciones". Y la prensa estadounidense tiene asientos en la primera fila, así como una responsabilidad enorme, dicen los expertos.
Las dos terceras partes del pueblo estadounidense dependen de la prensa como su fuente principal de información de la campaña, según un estudio de 1996 efectuado por el Centro de Estudios de la Prensa Freedom Forum de la Universidad de Columbia en Nueva York. La televisión es el medio predominante para el 57 por ciento del público, mientras que el 43 por ciento recibe su información de los diarios, la radio, las revistas y la Internet.
"Aunque los votantes tienen recelos sobre la cobertura periodística de la campaña presidencial de este año, también dependen fuertemente de los periodistas para conseguir la información que necesitarán para tomar sus decisiones en noviembre", dice la directora ejecutiva del Centro de Estudios de la Prensa Freedom Forum, Nancy J. Woodhull.
La manera en que la prensa cumplirá con esta responsabilidad es tema de alguna controversia en Estados Unidos.
"Los medios estadounidenses cubren las elecciones escépticamente, si no cínicamente", dice el profesor de ciencias políticas de la Universidad de Virginia, Larry Sabato, quien ha escrito ampliamente sobre la política y la prensa. "Consideran que su misión contrasta con la opinión oficial, la interpretación que ofrecen los consultores políticos y los propios candidatos".
"Interpretación" se ha convertido en un término muy usado de la cobertura política. Es la práctica por la cual los asociados políticos ofrecen un análisis instantáneo de los eventos y de las declaraciones en un esfuerzo por presentar a su candidato bajo una luz favorable. Cuanto más tratan las campañas de dar su propia "interpretación" a las cosas, más trata la prensa de buscar el otro lado de la información.
Las redes de televisión, por ejemplo, se rebelaron contra lo que consideraron convenciones excesivamente ajustadas a un libreto y manejadas políticamente en agosto, haciendo pases para efectuar entrevistas o presentar comentarios en vez de mostrar el programa planificado.
El presidente de la Asociación de Directores Periodísticos de Radio y Televisión, David Bartlett, explica que la función del periodista --verdaderamente, el propósito fundamental de una prensa libre en una sociedad libre-- es actuar como vigilante. "No se puede ser demasiado escéptico", explica. "No se puede ser demasiado crítico. Si algo le pasa a nuestra prensa, es que sufre de una falta de reciedumbre en la cobertura política, no es suficientemente recia".
Las quejas de años recientes sobre cobertura periodística y el dominio creciente de las noticias por televisión han producido algunos cambios en la manera en que se conectan la política, la prensa y el público estadounidense.
Esos cambios incluyen una participación mayor de programas de conversación por radio y televisión; más periodismo "con base en el ciudadano", que permite a los estadounidense corrientes ayudar a dar forma a los temas; y "tiempo gratis" en la televisión para los candidatos presidenciales. Estas tendencias ofrecen una vía para que los candidatos se comuniquen más directamente con el público y escapen de los límites de la cobertura tradicional.
El Centro de Asuntos Públicos y de la Prensa, un grupo independiente con sede en Washington que estudió las noticias por televisión durante las elecciones primarias de 1996, encontró que la cobertura tradicional es demasiado negativa, demasiado concentrada en quién iba ganando o perdiendo, y demasiado centrada en los periodistas.
"Los noticieros de las cadenas nacionales de televisión son todavía los medios por los cuales la gente obtiene la mayor parte de sus noticias. Y la imagen que la gente recibe de los periodistas es que son personas cínicas, adversarias, que hablan todo el tiempo y no dejan que el público tenga una visión clara de los candidatos", dice un portavoz del centro, Richard Noyes.
Según el estudio, los periodistas de televisión tuvieron seis veces más de tiempo en el aire que los candidatos en los informes sobre las elecciones primarias. El "corte de sonido" promedio de los candidatos --el tiempo verdadero que se oye hablar al candidato-- declinó de 42 segundos en 1968 a apenas 7,2 segundos en 1996.
David Bartlett, de la Asociación de Directores Periodísticos de Radio y Televisión, rechazó la crítica.
"La tarea del periodista --dijo-- no es quedarse simplemente parado y dejar que los candidatos digan lo que quieran. Si yo soy el público, lo que compro es la experiencia, el análisis, el escepticismo de un periodista competente. Eso es lo que es periodismo. El resto es publicidad o reproducción".
Noyes, sin embargo, señala un cambio drástico en la "cobertura televisiva agresiva" de las campañas políticas entre 1988 y 1992, cambio que relaciona con el poder en surgimiento de CNN y de la televisión por cable en 1990 y 1991 con la cobertura de la guerra del golfo Pérsico.
Las cadenas tradicionales NBC, ABC y CBS sintieron que la gente estaba "viendo las noticias antes de que ellos tuvieran oportunidad de informar sobre ellas", dice. Como resultado, comenzaron a reemplazar sus resúmenes noticiosos de la noche con más análisis y comentarios.
La cobertura por los reporteros de los diarios difiere algo de la de la televisión porque los diarios tienen normas más estrictas con respecto a proporcionar el origen de sus informaciones, y a mantener los comentarios separados de las noticias. También tienen la oportunidad de escribir informaciones con mayor profundidad.
Aún así, el profesor de ciencias políticas de la Universidad de Syracuse Thomas E. Patterson, quien es autor de "Out of Order" (Fuera de Orden), un libro de 1993 sobre el poder de la prensa, dice que se aprecia una función cambiante para la prensa en la cobertura de las campañas.
"El papel de la prensa ha cambiado de ser proveedora de información a ser mediadora en el proceso", dice. "Actúa como el portero, dejando pasar ciertas cosas y cerrándole el paso a otras".
Observa que durante las primarias de 1996, mientras los candidatos se concentraban principalmente en mensajes positivos, los informes de prensa eran en gran parte negativos. "En la cobertura de Dole, lo que se destacó fue un gran cuestionamiento a su fuerza como el puntero, las fuerzas que se habían aliado en contra de él, y cuándo iba a derrumbarse", expresa.
Los periodistas justificaron esta cobertura, afirmando que había pocas diferencias reales sobre los temas entre los aspirantes a la candidatura republicana, con la excepción de Patrick Buchanan
David Bartlett defendió el uso de cortes de sonido más breves. "El mundo gira más rápido hoy que en 1968. La cantidad de opciones de las cuales la gente puede conseguir sus noticias e información es enormemente más grande en 1996 que en 1968. No teníamos CNN y C-Span en 1968", observó.
C-Span cubre sin interrupción y sin el filtro del periodista eventos como las convenciones políticas, los discursos de la campaña y sesiones del Congreso, y tiene numerosas oportunidades para que los televidentes llamen. En efecto, los eruditos y los periodistas concuerdan en que los medios de prensa son tan numerosos que los estadounidense tienen una diversidad de fuentes de información disponibles para mantenerse bien informados sobre su gobierno, candidatos y cuestiones políticas claves.
Como comentó el analista de la prensa Richard Harwood en un foro patrocinado por el Instituto Brookings, de la ciudad de Washington, sobre el tema "Democracia y prensa, un vínculo frágil y necesario":
"Cualesquiera que sean las deficiencias de nuestro sistema de gobierno, no se pueden atribuir a una falta de periódicos, canales de televisión, programas de radio, revistas y redes de computadoras que ponen a disposición un abastecimiento interminable de información generalmente fidedigna a la cual todos tienen acceso".
Los candidatos presidenciales descubrieron en 1992 que podían dejar de lado a los periodistas al responder preguntas del público directamente en los programas de llamadas telefónicas de radio y televisión. El uso de otros medios de prensa no tradicionales en 1992 aumentó para incluir presentaciones de candidatos en programas populares que no son de noticias, como los programas cómicos nocturnos.
Algunos expertos creen que la televisión, a la cual se culpa de muchos de los excesos en la cobertura de las campañas, puede ser parte de la corrección, al proporcionar "tiempo gratis" a los candidatos presidenciales para que puedan dirigirse a los votantes directamente sin que los periodistas actúen como mediadores.
El ex reportero político del diario The Washington Post, Paul Taylor, ha encabezado la campaña de la Coalición de Televisión Gratis para Hablar Honestamente, la cual es respaldada por cinco ex presentadores de noticias de cadenas de televisión, nueve senadores, y seis ex presidentes de partidos políticos y otros. Desilusionado con la cobertura política, Taylor pasó a ser corresponsal extranjero y, después de presenciar el experimento de Sudáfrica con la democracia, pensó que Estados Unidos, donde se inventó la democracia moderna, podía hacer una tarea mejor con sus propias elecciones presidenciales.
Taylor reconoce que "para los consumidores de información política, en 1996 hay más fuentes de las que nunca hayan tenido los seres humanos: programas de conversación, televisión por cable, C-Span, CNN, la Internet y formas convencionales de comunicación. Es difícil plantear el argumento de que lo que falta es sustancia".
"Algunas personas la consiguen, pero vastos millones (de otras) no. Cuando la política se cruza con las masas vastas, lo que consiguen es la cosa rápida, los cortes de sonido de siete segundos y los anuncios de ataque de 30 segundos. Allí hay una brecha de sustancia".
La industria de la televisión ha presentado una variedad de ofrecimientos de tiempo gratuito para la campaña presidencial, desde una hora de tiempo gratis en la víspera de las elecciones hasta tiempo sin filtros para los candidatos en los programas de noticias existentes. La coalición está presionando para que se otorguen dos minutos y medio de tiempo gratis cada noche de lunes a viernes durante un mes antes de las elecciones, en cada cadena.
El periodismo "público" o de base ciudadana es otro impulso que está ganando fuerza en los Estados Unidos. Está dirigido a ver la política a través de los ojos de los ciudadanos más que los de los candidatos, y en más de 20 estados hay proyectos en marcha emprendidos por la prensa escrita y electrónica. El profesor de periodismo Jay Rosen, de la Universidad de Nueva York, defiende el impulso hacia esa clase de cobertura, al afirmar que la prensa nacional está más interesada en cubrir las campañas desde el punto de vista de los profesionales, o de la "clase política".
"La mayor parte de la élite de la prensa, los medios nacionales, está interesada en cubrir una campaña que ella permite que los consultores le den forma. Cada vez más los periodistas emprendedores están asumiendo a nivel local una función diferente, al revelar los intereses de los ciudadanos y presentarlos como el verdadero contenido de la campaña, y al llevar esos intereses ante los candidatos", explica.
"Es un movimiento de arriba hacia abajo contra un movimiento de abajo hacia arriba", dice. "Uno comienza con los candidatos, el otro comienza con ciudadanos".
Deborah Potter, del Instituto Poynter de Estudios de la Prensa en St. Petersburg, Florida, cree que la cobertura está cambiando como resultado del periodismo basado en los ciudadanos, lo cual pone "voces" diferentes en el proceso de la campaña. Potter, quien fue periodista, dice que al comenzar a estudiar los medios se sorprendió de cuanto dependían los periodistas de fuentes dentro de las campañas y de la industria de la política. Ahora están comenzando a hablar más con los votantes.
Los debates son siempre un punto importante de la cobertura noticiosa en las elecciones generales. Los debates presidenciales están programados para el 25 de septiembre y el 9 y 16 de octubre, con un debate entre los candidatos a vicepresidente el 2 de octubre. Está pendiente si se permitirá que Ross Perot, el candidato del Partido de la Reforma, se presente en todos los debates presidenciales.
La cobertura de la campaña de Perot en 1996 es diferente de la de 1992. Hace cuatro años hubo una cobertura extensa sobre los antecedentes de Perot, porque era una figura política desconocida. Este año la cobertura se ha dirigido en gran parte a la formación del Partido de la Reforma, bajo cuya bandera se postula Perot. Puesto que la popularidad de Perot en las encuestas ha declinado, se espera que los periodistas le presten menos atención, aunque sigue siendo un factor en la campaña de las elecciones generales.
Se han planteado interrogantes acerca de prejuicios en la prensa estadounidense. Los conservadores creen que la prensa favorece a los demócratas y tiene un prejuicio en favor de Clinton. Dicen que eso explica el aumento de los programas de conversación conservadores por radio y televisión.
En la Convención Nacional Republicana de 1996 se usaron botones que decían "Moleste a la prensa, elija a Bob Dole", así como en la de 1992 se usaron botones que decían: "Moleste a la prensa, reelija al presidente Bush".
La institución conservadora Media Research Center ha iniciado una campaña de 2,78 millones de dólares para llamar la atención sobre el prejuicio que se anticipa en la cobertura política de 1996. Los republicanos creen que el prejuicio contra su partido fue demostrado por una encuesta efectuada por Freedom Forum, entidad independiente, la cual determinó que casi 9 de 10 reporteros en Washington votaron por el presidente Clinton.
Ken Walsh, el corresponsal principal de la revista U.S. News and World Report en la Casa Blanca y autor de "Feeding the Beast: The White House Vs. the Press" (Alimentando la bestia: La Casa Blanca contra la Prensa), considera que los integrantes del cuerpo de prensa de Washington van detrás de quienquiera que se encuentre en el poder, cualesquiera sean sus tendencias individuales como votantes.
Durante la campaña de este año, dice, "creo que podemos estar seguros de que la prensa se guiará por las campañas a medida que se ataquen recíprocamente, y que la prensa será tenazmente crítica".
Algunos demócratas que asistieron a la convención nacional de su partido creen que la prensa ha sido demasiado dura con el presidente Clinton y con la primera dama Hillary Rodham Clinton. Pero no todos. "A mucha gente le molesta mucho la prensa, pero a mí no", dijo la delegada Mildred Conner, de Missouri. "Necesitamos que los diarios, la radio y la televisión publiquen la información".
El delegado Joe Rugola, de Ohio, dice que si la prensa y los partidos realizan su tarea, "nuestro mensaje llegará al pueblo estadounidense, y entonces será su tarea decidir en qué dirección quiere que vaya el país".
Temas de la
Democracia
Publicaciones Electrónicas de USIS, Vol.
1, No. 13, septiembre de 1996.