El científico social Seymour Martin Lipset dice que los estadounidenses son más activos en asociaciones voluntarias y más dispuestos a contribuir a organizaciones no gubernamentales que los ciudadanos de cualquier otro país. Lipset, cuya erudición ha influido en el estudio de las condiciones, valores e instituciones de la democracia en Estados Unidos y en todo el mundo, sostiene que los estadounidenses, a pesar de signos notables de separación política, son todavía los ejemplos más fuertes del sector independiente. El siguiente texto se extrajo de un artículo con el mismo título publicado en Journal of Democracy en julio de 1995.
Reimpreso con permiso de Johns Hopkins University Press. Copyright (c) 1995.
De Journal of Democracy, julio de 1995.
El científico político Robert Putnam, de Harvard, sostiene que las redes tradicionales que han unido a los estadounidenses que sustentan opiniones e intereses comunes y han ayudado a sostener a los partidos políticos y la participación política, han perdido fuerza durante las últimas décadas.
Aunque el establecimiento de una relación entre niveles declinantes de la cantidad de miembros de asociaciones y la caída de la participación política es lógico, una mirada de cerca a las pruebas sugiere que la sociedad civil sigue siendo relativamente saludable en Estados Unidos. Los datos de estudios comparativos, por ejemplo, todavía confirman la conclusión de Tocqueville de que los estadounidenses tienen una participación cívica más activa que la mayor parte de los otros pueblos del mundo. Según el Estudio de Valores Mundiales de 1990, Estados Unidos tiene tasas considerablemente más altas de participación como miembro en organizaciones voluntarias que cualquier otra nación. El 82 por ciento de los estadounidenses pertenece a por lo menos una de 16 clases de organizaciones voluntarias, comparado con el 53 por ciento de los alemanes, el 39 por ciento de los franceses, el 36 por ciento de los italianos y el 36 por ciento de los japoneses. Más aún, los estadounidenses tienen las tasas más altas de participación como miembro en la casi totalidad de las 16 clases de organizaciones, siendo los sindicatos la excepción principal. Con respecto a las actividades caritativas o de servicios sociales, el 49 por ciento de los estadounidenses informaron haber actuado como voluntarios en 1990- 91, comparado con el 13 por ciento de los alemanes y el 19 por ciento de los franceses. Un porcentaje más alto de estadounidenses --el 73 por ciento-- contribuyó dinero a esas causas, comparado con el 43 al 44 por ciento de los franceses y de los alemanes; los contribuyentes estadounidenses también dieron mucho más por cápita. La proporción de la población adulta de Estados Unidos que actúa como voluntaria en actividades de servicio comunitario aumentó en las encuestas Gallup del 27 por ciento en 1977 al 54 por ciento en 1989, antes de caer al 46 por ciento en 1994.
Grupos religiosos e informales
Los estadounidenses son claramente el pueblo más dedicado religiosamente de la Cristiandad, con la excepción de unos pocos países como Irlanda y Polonia, donde la religión y el nacionalismo están entrelazados. Pero, en lo que respecta a las tendencias hay información conflictiva. Con respecto a la participación como miembro en grupos afiliados con iglesias, el Centro Nacional de Estudios de Opiniones (NORC) informa de una caída del 42 por ciento en 1974 al 35 por ciento en 1993, con la mayor parte de la declinación a fines de la década de 1970. Gallup, por otro lado, informa que la cantidad de miembros en iglesias y sinagogas ha permanecido firme en las dos terceras partes, y que la tasa de concurrencia semanal a la iglesia ha fluctuado apenas ligeramente, con las cifras de 1994 (38 por ciento) casi idénticas a las de 1950 (39 por ciento) y 1987 (40 por ciento).
Entre 1974 y 1993 el NORC inquirió regularmente sobre las relaciones interpersonales de los estadounidenses mediante tres preguntas distintas con respecto a la frecuencia de visitas a parientes, vecinos y amigos. El porcentaje de estadounidenses que informaron haber visitado a vecinos de "diariamente a varias veces por mes" declinó del 44 por ciento en 1974 al 33,5 por ciento en 1993. Durante el mismo intervalo, el porcentaje de quienes "pasan tiempo regularmente con parientes" disminuyó mucho menos, del 57 al 52 por ciento; el porcentaje de quienes "ven a amigos regularmente" aumentó, del 40 al 45 por ciento.
Los datos sobre la participación en grupos informales tienen obvia importancia aquí. El estudio que Robert Wuthnow realizó en 1990 del movimiento de pequeños grupos informales, basado en una encuesta Gallup, entrevistas personales y estudios detallados, determinó que el 40 por ciento de los estadounidenses de más de 18 años participa regularmente en un pequeño grupo en el cual encuentra atención y apoyo mutuo. Las razones principales para participar en estos grupos es "adquirir una sensación de comunidad" y "encontrar espiritualidad". De acuerdo con el enfoque pragmático de estos grupos, los requisitos de ingreso y salida son mínimos y a los miembros se les exige muy poco. No obstante la flexibilidad de estas "reglas", las tres cuartas partes de los grupos han existido durante más de cinco años y la mayoría han durado más tiempo. Wuthnow llegó a la conclusión de que aunque estos grupos hacen sentir bien a los participantes, no desafían a los miembros a asumir compromisos importantes hacia otros o hacia la comunidad.
La tesis de que la vitalidad de la sociedad civil, como se refleja en el nivel de participación en organizaciones voluntarias, está relacionada con la fuerza de la democracia, data de casi dos siglos. Ello implica, como lo sugiere Putnam, que las dos deberían moverse juntas. Muchas de las pruebas que están disponibles sobre las tendencias respaldan la conclusión de Putnam de que la participación de los estadounidenses en organizaciones voluntarias ha declinado. No obstante, hay suficiente información en sentido contrario para garantizar el veredicto escocés de que "no se ha probado", a lo cual podría agregarse "pero es probable". Claramente, hacen falta más estudios en este terreno.
La supervivencia del ideal estadounidense
Dadas las malas noticias sobre las actitudes hacia el gobierno en Estados Unidos, ¿qué es lo que causa la estabilidad continua del sistema político estadounidense? ¿Por qué no estamos presenciando agitación en gran escala o formas de oposición dolorosas? ¿Por qué el principal movimiento de protesta --encabezado por Ross Perot-- es básicamente centrista, aunque conservador en lo que respecta a política económica y social? Parte de la respuesta se encuentra en la fuerza continua y quizás un poco disminuida de la cultura cívica estadounidense. Como se ha detallado previamente, el voluntarismo por causas caritativas, algunos tipos de participación como miembro de organizaciones, y en actividades religiosas, ha aumentado o ha permanecido constante, y Estados Unidos sigue a la cabeza de otras naciones en su nivel de participación ciudadana en instituciones de voluntarios. Quizás aun más importante es la prueba de que la mayoría de los estadounidenses no se sienten infelices con respecto a sus vidas o perspectivas personales; en efecto, muestran considerable optimismo hacia el futuro. Todavía consideran a Estados Unidos como un país que recompensa la integridad personal y el trabajo arduo, como una nación que --dejando al lado al gobierno y a la política-- aún "funciona".
El "ideal estadounidense" todavía está vivo, aunque al gobierno y otras instituciones se los vea como corruptos e ineficientes. Un estudio basado en una encuesta de 1994 y realizado por el Instituto Hudson determinó que las cuatro quintas partes de los estadounidenses, o sea el 81 por ciento, estuvieron de acuerdo al declarar: "Soy optimista respecto a mi futuro personal". Las tres cuartas partes, o sea el 74 por ciento, estuvieron de acuerdo con la declaración: "En Estados Unidos, si se trabaja duro, se puede ser cualquier cosa que uno quiera". No es sorprendente que cuando se les pidió que escogieran entre "tener la oportunidad de tener éxito" y "tener seguridad contra el fracaso", más de las tres cuartas partes, o sea el 76 por ciento, escogieron la primera, y sólo una quinta parte prefirió la seguridad.
Una encuesta Gallup de 1994 realizada para Times Mirror arrojó resultados similares. Más de las dos terceras partes de los entrevistados, o sea el 67 por ciento, dijeron que esperaban que su situación económica mejoraría "mucho" o "algo"; sólo el 14 por ciento dijo que sería peor. Grandes mayorías rechazaron la declaración de que "el éxito en la vida está determinado por fuerzas fuera de nuestro control". La mayoría afirmó la ideología estadounidense tradicional de no intervenir en los asuntos de otros, 88 por ciento de estuvo de acuerdo con la declaración: "Admiro a la gente que se hace rica trabajando duro" y el 85 por ciento de acuerdo en que "los pobres se han vuelto demasiado dependientes de los programas de asistencia del gobierno". Quizás lo más importante, el 78 por ciento apoyó la opinión de que "la fuerza de este país se basa hoy principalmente en el éxito de las empresas estadounidenses".
Desigualdad de ingresos
Esas opiniones persisten a pesar de las pruebas tangibles de que la desigualdad de ingresos está aumentando y que es mayor en Estados Unidos que en la mayoría de las naciones europeas y en Japón. La explicación de esta tendencia podría encontrarse en el énfasis cultural estadounidense en la meritocracia y la movilidad ascendente. Y en efecto, grandes proporciones ascienden a los sectores más privilegiados en Estados Unidos que en otras partes. Dada la fuerza de las aspiraciones para hacerlo, no es sorprendente que los estadounidenses estén más dispuestos a aprobar altos salarios para los "astros" en la industria del espectáculo, el atletismo y el mercado en general, es decir, para quienes consiguen logros en todos los niveles. Estudios comparativos sugieren que los estadounidenses aprueban mucho más las grandes diferencias de ingresos que los europeos y los japoneses. El apoyo al sistema general también está reforzado por una tasa de desempleo relativamente baja, actualmente entre el cinco y el seis por ciento. Ciertamente hay alguna insatisfacción con la economía y la distribución de ingresos en Estados Unidos, la cual refuerza otras fuentes de malestar político, pero es mucho menos pronunciada que en otras partes.
Claramente, el sistema político estadounidense --aunque desconfiado e ineficaz para tratar con grandes problemas sociales-- no está realmente en peligro. La mayoría de los estadounidenses siguen siendo sumamente patriotas y religiosos, creen que están viviendo en la mejor sociedad del mundo y piensan que su país, a pesar de sus problemas, todavía les ofrece oportunidades y buenas perspectivas de seguridad económica. Aunque los efectos de la gran depresión de la década de 1930 fueron peores en Estados Unidos en que la mayor parte de Europa, la nación estadounidense salió de ella con su sistema de partidos, instituciones estatales y valores materiales intactos; y sin duda sobrevivirá también la oleada actual de malestar político.
Temas de la
Democracia
Publicaciones Electrónicas de USIS, Vol.
1,
No. 8, julio de 1996.