EL ENJUICIAMIENTO DE LOS VIOLADORES DE LOS DERECHOS HUMANOS:
UNA OPINION ESTADOUNIDENSE

Entrevista con el secretario de Estado adjunto para Democracia, Derechos Humanos y Trabajo, John Shattuck


La más alta autoridad de Estados Unidos en el campo específico de los derechos humanos dice que la única manera de poner fin a la violencia en Bosnia es someter a la justicia a los responsables de haberla desatado.


John Shattuck se desempeña como secretario de Estado adjunto para Democracia, Derechos Humanos y Trabajo desde 1993. Recientemente habló de las acciones internacionales para promover los derechos humanos en una entrevista con el escritor Rick Marshall, del Servicio Informativo y Cultural de Estados Unidos. A continuación se ofrecen extractos de esa entrevista que se refieren a Bosnia y a la labor del Tribunal Internacional de Crímenes de Guerra.

Entre 1984 y 1993 Shattuck fue vicerrector de la Universidad de Harvard, período durante el cual también enseñó derecho aplicado a los derechos humanos y a las libertades civiles en la Escuela de Abogacía de Harvard y se desempeñó como asociado principal en el programa de ciencia, tecnología y política pública en la Escuela de Ciencias Políticas John F. Kennedy. Entre 1976 y 1984 fue director ejecutivo de la oficina de la Unión Estadounidense de Libertades Civiles (ACLU) en la ciudad de Washington, a cargo de la supervisión de las relaciones con el Congreso y organismos del gobierno federal de Estados Unidos. Actuó como abogado de la Unión entre 1971 y 1976, litigando en aspectos de intimidad personal, secreto gubernamental y vigilancia política.

Shattuck obtuvo su diploma de abogado en la Escuela de Abogacía de Yale, una licenciatura con honores de primera clase en derecho y jurisprudencia internacional en la Universidad de Cambridge, y una licenciatura en el Colegio de Yale.


Pregunta. Una de las conferencias más importantes sobre derechos humanos en la historia reciente tuvo lugar en Viena en 1993. ¿Cuál es el significado de lo que ocurrió allí?

Shattuck. En 1993, la Conferencia Mundial sobre Derechos Humanos volvió a destacar que no hay barreras culturales, religiosas o de otra índole que deban interponerse en el camino del disfrute universal de los derechos humanos básicos. Nadie, no importa en qué país viva, debería estar sujeto a la tortura simplemente debido a las tradiciones culturales o religiosas de ese país. Nadie debería estar sujeto a la ejecución arbitraria. Nadie debería estar sujeto a la violación sexual en masa como instrumento de la llamada limpieza étnica simplemente por las diferencias religiosas en un país. Esto es en lo que consiste la universalidad.

Probablemente ninguna situación ilustra mejor este asunto que la crisis en Bosnia, donde los derechos fundamentales de la persona fueron violados en gran escala en un ambiente en el cual las diferencias culturales, étnicas y religiosas fueron usadas como pretexto para la comisión de violaciones de los derechos humanos. Esta es la razón por la cual la universalidad es tan importante.

Los gobiernos que sostienen que pueden estar exentos de los principios básicos de los derechos humanos porque tienen culturas diferentes o tradiciones históricas diferentes simplemente van en contra de la experiencia humana básica de fines del siglo XX, cuando hay tanta interconexión mundial. Obviamente, deberíamos celebrar las diferencias --diferentes países, diferentes culturas, diferentes religiones-- y deberíamos proteger esas diferencias. Pero esas diferencias nunca pueden ser una excusa para torturar, matar, violar sexualmente o violar fundamentalmente de otras maneras los derechos y libertades de una persona; para encarcelarla por períodos prolongados sin juicio o sin encontrar alguna culpabilidad durante el debido progreso, o para impedirle que hable o ejerza sus libertades básicas de expresión.

La Declaración de Viena dejó esto en claro con su propia definición de que los derechos humanos no solamente son universales sino que son un asunto legítimo de las organizaciones e instituciones internacionales. Esta es la razón por la cual toda acción para impedir que la Comisión de las Naciones Unidas de Derechos Humanos --que se reúne anualmente para examinar la actuación de derechos humanos de los países en todo el mundo-- inspeccione la actuación de un país, es una violación del principio de investigación legítima, al cual se refiere la Declaración de Viena. Esta es la razón por lo cual fue tan importante que en 1995 la Comisión rechazara la acción de un país grande --China-- para impedir la consideración de su historial de derechos humanos. Esa es también la razón por lo cual es tan importante crear nuevas instituciones que mejoren los derechos humanos en Bosnia o en Ruanda o en cualquier otro lugar donde se hayan destrozado fundamentalmente los valores universales.

Creo que lo que hizo Viena fue mostrar que la adhesión a los derechos humanos debe ser más que retórica. También involucra su cumplimiento, ya sea por medio de instituciones internacionales o a través de instituciones internas. Esta es la razón por la cual la Comisión de Derechos Humanos es tan importante; esta es la razón por la cual el procurador de derechos humanos es tan importante en Bosnia; esta es la razón por la cual el Tribunal de Crímenes de Guerra y muchas otras instituciones que se crean para adelantar la protección de los derechos humanos son tan importantes para Ruanda y Bosnia. Este es el espíritu de Viena.


P. ¿Cómo ve usted los acontecimientos en Bosnia y la creación del Tribunal Internacional de Crímenes de Guerra en el contexto de la evolución histórica de los derechos humanos?

Shattuck. Claramente, la situación en Bosnia requiere toda la imaginación de los diplomáticos, especialistas militares y especialistas económicos. El desafío de reconstruir una sociedad destrozada fundamentalmente, que ha sido destruida, en esencia, por violaciones en gran escala de los derechos humanos, peor a todo lo que se ha visto en Europa desde la segunda guerra mundial, es enorme. Es un desafío de visión y de ejecución práctica. La visión debe concentrarse en la reconstrucción de la comprensión que toda sociedad necesita para poder funcionar, la comprensión de que hay ciertos valores básicos que mantienen unida a la gente. La integridad de la persona, el derecho a no ser torturado, ejecutado o violado, el derecho a permanecer en la propiedad y en la casa propia sin ser forzado a salir... estos se cuentan entre los derechos que han sido violados tan fundamentalmente en Bosnia por dirigentes cínicos que han avivado las llamas de la incomprensión étnica y religiosa. El sistema de valores en el centro de la campaña de Bosnia es muy importante; es el valor universal de los derechos humanos.

Creo que es importante destacar que todos los países del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas han visto la crisis de Bosnia de la misma manera: últimamente, como una catástrofe de la violación de los valores humanos fundamentales. China, Rusia, Estados Unidos, los países Europeos, los miembros del Consejo de Seguridad de otros estados, todos se han unido para ver esto como un ataque sobre los valores humanos y los derechos humanos fundamentales.

A fin de poner esto en práctica es necesario que la comunidad internacional cree instituciones nuevas para reconstruir los valores que han sido destrozados, instituciones de justicia como el Tribunal Internacional de Crímenes de Guerra, que fue establecido hace tres años por el Consejo de Seguridad, no sólo para Bosnia sino también para Ruanda, otro país que ha sido devastado de una manera muy parecida. Las nuevas estructuras institucionales para la reconstrucción de Bosnia velarán por los derechos de los refugiados de regresar a sus hogares, crearán un marco para resolver disputas de derechos humanos como lo hace la Comisión de Derechos Humanos [de las Naciones Unidas] y organizarán el proceso electoral ordenado por los Acuerdos de Paz de Dayton que fueron firmados por todas las partes.

Lo que se ha aprendido tan dolorosamente durante los últimos cuatro años es que se necesita un compromiso internacional fuerte para respaldar esta creación de instituciones y el refuerzo de los derechos humanos. Esa es la finalidad de la Fuerza de Ejecución de la OTAN, con sus 60.000 miembros. Habiendo separado a las facciones beligerantes y asegurado la protección de la zona de separación, esa fuerza está volviendo ahora su atención a ayudar en la ejecución civil de la protección de los derechos humanos, así como otros aspectos del acuerdo de paz.

En Bosnia tenemos al mismo tiempo un enorme desafío y un gran ejemplo de lo que se puede hacer cuando la comunidad mundial se une para remediar el destrozo de valores sostenidos universalmente.

Creo que Bosnia es la prueba de los derechos humanos de fines del siglo XX. Hay también otras pruebas, pero Bosnia es un ejemplo muy poderoso. Los derechos humanos no son solamente retóricos, ni son solamente valores sostenidos universalmente. El sistema de derechos humanos debe ejecutarse en el terreno. Para superar los horrores del genocidio, hacen falta instituciones que quizás nunca tuvimos antes, mecanismos de cumplimiento de los derechos humanos que sean parte de un proceso de reconciliación y de paz. Es difícil poner fin a la espiral de violencia que aferra a una sociedad como Bosnia cuando la violencia es desatada por elementos criminales que reclaman liderazgo. La única manera de poner fin a la violencia es someter a la justicia a los responsables de desatarla, o por lo menos comenzar el proceso para someterlos a la justicia, aislándolos como lo está haciendo el Tribunal Internacional de Crímenes de Guerra, convirtiéndolos en parias dentro de la comunidad internacional. No pueden viajar a parte alguna sin el temor de ser arrestados, y últimamente deben ser arrestados y sometidos a la justicia. De otra manera continuará la violencia.


P. La conferencia de Roma "Dayton II" en febrero pasado consideró algunos principios básicos sobre el Tribunal de Crímenes de Guerra. ¿Qué es exactamente lo que se decidió?

Shattuck. En la conferencia de Roma, todas las partes -- Bosnia, la República Serbia y Croacia-- reiteraron su compromiso con los principios de los Acuerdos de Paz de Dayton y fueron un poco más allá que eso en algunas áreas; es decir, establecieron un nuevo conjunto de principios sobre el arresto de los criminales de guerra acusados, involucrando al Tribunal Internacional de Crímenes de Guerra además de solamente las autoridades nacionales.

Una de las tentaciones para todas las partes en este punto es básicamente la de hacer redadas de grandes cantidades de personas y encarcelarlas, sin mucha prueba, acusadas de crímenes de guerra. Claramente, el procesamiento judicial de los crímenes de guerra es esencial para el proceso de paz, pero también es esencial asegurar que se usan ciertas normas de prueba cuando se arresta a personas por crímenes de guerra. En Roma se acordó que todo arresto por crímenes de guerra se efectuará solamente después que el Tribunal de Crímenes de Guerra haya determinado que se cumplió con las normas internacionales sobre pruebas. Esto impide la redada de una gran cantidad de personas en represalia por acciones que podrían haber sido cometidas por otros.

También en Roma se progresó bastante en lo que se refiere a la disposición de todas las partes a darle al tribunal acceso a todas las personas y lugares donde haya presentes pruebas de crímenes de guerra, incluso fosas colectivas. También hubo un compromiso de garantizar, por medio de IFOR [siglas en inglés de la Fuerza de Ejecución de la OTAN], un ambiente seguro para desempeñar las tareas de investigación.

La cuestión de los prisioneros y de las personas desaparecidas también fue consideraba de manera más detallada que en las negociaciones de paz de Dayton, y las partes se comprometieron a dejar en libertad prontamente a los prisioneros restantes, incluso personas que se hallaban detenidas en campamentos de trabajos forzados. Nuevamente se asignó a la IFOR la tarea de proporcionar un ambiente seguro para la liberación de los prisioneros y para completar la búsqueda de las personas desaparecidas. El principal organismo involucrado en esto es la Comisión Internacional de la Cruz Roja.

Las partes también están comenzando a ocuparse de las elecciones que se efectuarán este año [en Bosnia]. La Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa ya ha comenzado a destacar observadores electorales y de derechos humanos para determinar cuando serán propicias las condiciones para que se efectúen las elecciones. Una fuerza de tareas policial internacional, que ya es un elemento muy importante en la ejecución, trabajará con las autoridades locales en algunas de las áreas más difíciles.

Yo pasé mucho tiempo en Bosnia en 1995 y comienzos de 1996, en las áreas serbo-bosnias, obteniendo una visión de primera mano de las pruebas de los crímenes de guerra en gran escala perpetrados en Srebenica, en el campo de concentración que se había establecido en Omarska, y en una presunta fosa colectiva en una mina en Ljubija, en el noroeste de Bosnia. Pude trabajar tanto con IFOR como con las autoridades locales --es muy importante que las autoridades locales faciliten esta clase de misión, con la línea de autoridad en este caso concentrada en las autoridades serbo- bosnias-- y las autoridades en Belgrado, todas las cuales me brindaron acceso irrestricto en estas misiones de derechos humanos. También llevé investigadores del Tribunal Internacional de Crímenes de Guerra a Srebenica a fin de que pudieran iniciar sus averiguaciones. Esto fue puesto en conocimiento de los serbo-bosnios y ellos permitieron que ocurriera, lo cual considero como algo muy importante.

Una cuestión constante y desafiante es que una gran cantidad de criminales de guerra acusados siguen en libertad. Siguen desempeñando un papel muy peligroso y divisivo en el proceso de paz, razón por la cual es tan importante someterlos a la justicia. Si la IFOR los encuentra, los arrestará conforme con las nuevas reglas que se han establecido. No los perseguirá, pero si los encuentra en cualquier punto o entra en contacto con ellos, los detendrá en ese momento.

El ejemplo más poderoso de lo que ocurrió fue un almacén en Kravica, donde tuvieron lugar ejecuciones en gran escala. Me enteré de esto en julio de 1995 por algunos sobrevivientes. El almacén era exactamente como lo habían descripto. Había sido blanco de muchos proyectiles de mortero. Mostraba pruebas de que se le habían arrojado granadas de mano. En este lugar hubo hasta 2.000 hombres civiles durante dos noches. El ejemplo más gráfico y horrendo de la matanza genocida que tuvo lugar allí fue la sangre en el techo, a 10 metros del suelo. Todavía estaba allí, seis meses después de ocurrido el suceso. Había un agujero en el almacén por donde había entrado una excavadora para levantar los cadáveres con una máquina elevadora. Era extremadamente gráfico, y el hecho de que era exactamente como lo habían descripto los sobrevivientes lo tornó en una prueba aún más poderosa.

Esto es lo que los investigadores del Tribunal de Crímenes de Guerra vinieron a ver conmigo. Estaba afuera, en la nieve, en un sitio apartado, lejos de la línea de combate; no fue algo que hubiera ocurrido en el fragor de la batalla. Ocurrió cuando la conducta criminal se dirigió contra los refugiados que huían de Srebenica.

Temas de la democracia, Publicaciones electrónicas de USIS, Vol. 1, No. 3, mayo de 1996