EL DERECHO A LA DEMOCRACIA

Por el Secretario de Estado adjunto Harold Hongju Koh

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Harold Hongju Koh Han transcurrido m�� de cincuenta a��s desde que la Declaraci�� Universal de los Derechos Humanos proclam?que todos los seres humanos son "libres e iguales en dignidad y en derechos". Sin embargo, durante demasiado tiempo las dictaduras del mundo procuraron socavar uno de sus preceptos m�� fundamentales: el derecho a la democracia. Si bien el Art��ulo 21 de la Declaraci�� estipula que "la voluntad de los pueblos constituir?la base de la autoridad de los gobiernos... expresada en elecciones peri��icas y genuinas", muchos gobiernos siguen denegando a sus ciudadanos el derecho de elegir su propio gobierno. En demasiados pa��es, los l��eres hablan de democracia mientras manipulan las elecciones, suprimen la disidencia y amordazan la prensa. En este ensayo sobre el derecho a la democracia, el secretario de Estado adjunto Harold Hongju Koh ve la democracia como "una lucha prolongada y compleja que no se gana f��ilmente", pero por la que vale la pena esperar.


Desde el comienzo de la rep��lica, los norteamericanos han reconocido que la democracia constitucional ofrece la mejor protecci�� para toda la gama de los derechos humanos. Nuestro sistema democr��ico ha facultado a los norteamericanos para que pongan en tela de juicio su propio gobierno y obtengan cambios pol��icos fundamentales. Desde la Guerra Civil hasta el movimiento de los derechos civiles, los norteamericanos han exigido que su gobierno se adhiera a los principios de gobierno propio9 y libertades civiles sobre los que este pa�� fue fundado, asegurando con ello los dones de la igualdad, la libertad y la justicia.

El derecho al gobierno democr��ico es un medio y tambi�� un fin en la lucha por los derechos humanos. All?donde se garantizan los derechos democr��icos, se refuerza la libertad de conciencia, de expresi��, religi�� y asociaci��. En las democracias genuinas, los derechos a un juicio justo y a la seguridad personal se ven incrementados. Los l��eres elegidos obtienen su legitimidad mediante el proceso democr��ico, que les permite ganar el apoyo del pueblo, aun para emprender reformas econ��icas y pol��icas que pudieran significar dificultades temporarias para su pueblo.

La democracia y el respeto genuino a los derechos humanos siguen siendo los mejores caminos hacia un crecimiento econ��ico sostenible. Por el contrario, un modelo de desarrollo autoritario puede generar prosperidad durante alg�� tiempo, pero no lo puede sostener en vista de la corrupci��, el padrinazgo y la denegaci�� continua de los derechos de sus ciudadanos. Cuando ocurren ca��as econ��icas severas, los reg��enes autoritarios no pueden responder a los problemas econ��icos en forma flexible o efectiva. Sin los mecanismos genuinamente democr��icos para canalizar el disgusto popular, el gobierno muchas veces debe optar por una mayor represi�� para evitar el levantamiento popular.

Comp��ese Indonesia -- donde el r��imen de Suharto, que no necesitaba rendir cuentas y que carec�� de transparencia, vio como una recesi�� econ��ica degener?r��idamente en una crisis pol��ica que finalmente result?en la ca��a del r��imen -- con la Rep��lica de Corea, donde elecciones genuinamente democr��icas dieron al presidente Kim Dae Jung, un ex prisionero pol��ico, el apoyo popular que necesitaba para poner en efecto medidas de austeridad y reformas econ��icas que ayudaron a ese pa�� a retornar a la prosperidad. Estos acontecimientos confirman que aun en tiempos de crisis econ��icas, la democracia, los derechos humanos y el imperio de la ley son valores universales, no regionales.

Ciertamente, la democratizaci�� es una lucha prolongada y compleja, que no se gana f��ilmente. El gobierno "del pueblo" no puede imponerse desde afuera. M�� bien, los pa��es deben llegar a la democracia por sus propios caminos. Como lo se��l?la secretaria Albright, "La democracia debe surgir del deseo de las personas de participar en las decisiones que dan forma a sus vidas.... En contraste con una dictadura, la democracia nunca es una imposici��; siempre es una elecci��".

Asimismo, democracia significa mucho m�� que meramente celebrar elecciones. Debe considerarse las elecciones no como un fin de por si, sino como un medio para establecer un sistema pol��ico que fomenta el crecimiento y la autorrealizaci�� de sus ciudadanos, al promover y proteger sus derechos pol��icos y civiles. Por lo tanto, una democracia genuina no solamente requiere elecciones, sino tambi�� respeto a los derechos humanos, incluso el derecho a la disidencia pol��ica; una sociedad civil fuerte; el imperio de la ley, caracterizado por instituciones pol��icas vibrantes, un r��imen constitucional y un sistema judicial independiente; estructuras econ��icas abiertas y competitivas; medios informativos independientes capaces de involucrar a una ciudadan�� informada; libertad de religi�� y de pensamiento; mecanismos para salvaguardar a los grupos minoritarios contra la dominaci�� opresora de la mayor��; y respeto pleno a los derechos de la mujer y los trabajadores. Estos principios -- combinados con elecciones libres y justas -- forman la base de una cultura democr��ica.

Estados Unidos apoya la democracia a largo plazo. Fomentamos el crecimiento de la cultura democr��ica dondequiera que pueda arraigarse. Nos concentramos particularmente en proveer respaldo a los pa��es en transici��, en defender las democracias que est�� siendo atacadas y en fortalecer la red de las democracias establecidas. Todos los a��s, invertimos en estos esfuerzos m�� de mil millones de d��ares. Lo hacemos no solamente porque es lo correcto, sino porque es necesario. Nuestra propia seguridad como naci�� depende de la expansi�� de la democracia en todo el mundo, sin la cual, casi inevitablemente, pa��es y hasta regiones enteras se ver��n sumergidos en la represi��, la corrupci�� y la inestabilidad.

La democracia obliga a sus l��eres rendir cuentas al pueblo. Provee un espacio en el que la sociedad civil puede respirar libremente. Abre los conductos para el libre movimiento de informaci�� e ideas y para el desarrollo de una actividad econ��ica diversa y vibrante. La historia demuestra que las democracias son menos propensas a luchar las unas con las otras y m�� propensas a cooperar en cuestiones de seguridad, asuntos econ��icos, inquietudes ambientales e iniciativas legales. All?donde florece la democracia, florecen tambi�� la paz, la prosperidad y el imperio de la ley.

La democracia sigue siendo tambi�� el mejor camino para realizar las promesas de la Declaraci�� Universal de los Derechos Humanos. En marzo pasado, la secretaria de Estado Madeleine K. Albright, al dirigirse a la primera sesi�� de la Comisi�� de Derechos Humanos de las Naciones Unidas en el milenio, exhort?a todos los miembros de la comisi�� a que reafirmen el v��culo fundamental entre la democracia y los derechos humanos. El 25 de abril, la comisi�� respondi?a su llamado, al aprobar por unanimidad una resoluci�� presentada por Ruman�� que reconoce el derecho a la democracia.

Con este acto, la comisi�� reafirm? por segundo a�� consecutivo, el v��culo indisoluble entre la democracia y los derechos humanos como elemento cr��ico del trabajo de la comisi��. La resoluci�� presentada el a�� pasado por Estados Unidos acerca del derecho a la democracia confirm?un��imemente que la democracia no es un privilegio, sino un derecho humano. La resoluci�� presentada este a�� por Ruman�� extendi?el mensaje aun m�� al reafirmar que los estados miembros tienen tambi�� la responsabilidad solemne de promover y proteger los derechos humanos al trabajar conjuntamente en consolidaci�� de la democracia. La resoluci�� confirm?que la democracia no es un valor regional alojado en una tradici�� social, cultural o religiosa en particular, sino un valor universal arraigado en la naturaleza rica y diversa de la comunidad de democracias.

La resoluci�� rumana fue copresentada por Estados Unidos y otros sesenta gobiernos, de los cuales algunos solamente se unieron recientemente a la comunidad de las democracias. La resoluci�� de este a�� fue aprobada por 45 votos a favor y cero voto en contra; Bhut��, Congo, Pakist��, Qatar, Rwanda y Sud�� se abstuvieron, uni��dose a China y Cuba, que se abstuvieron por segunda vez consecutiva en dos a��s.

El reconocimiento de la Comisi�� del derecho a la democracia representa una iniciativa genuinamente global, desarrollada mediante un proceso genuinamente global, surgido de una poderosa conciencia global sobre el v��culo indisoluble que existe entre la democracia y los derechos humanos.

Como se��l?la secretaria Albright en su discurso ante la Comisi��, ��a democracia es el camino m�� seguro hacia la preservaci�� y promoci�� de los derechos humanos?

Las dos resoluciones acerca de la democracia aproabadas por la Comisi�� de Derechos Humanos de las Naciones Unidas echan los cimientos para una serie de importantes reuniones a nivel ministerial, en las que las naciones democr��icas se reunir�� para discutir sobre c��o podr�� promover y sostener juntas la democracia. Entre estas reuniones figuran la de la Comunidad de Democracias a celebrarse en junio en Varsovia, Polonia, y la de las nuevas democracias en surgimiento, fijada para celebrarse en diciembre en Cotonou, Benin. La Asamblea General de la ONU para el milenio, programada para septiembre en Nueva York, tambi�� abordar?este tema importante.

Despu�� de 1974, el n��ero de las democracias en el mundo se ha cuadruplicado. Solamente en los ��timos diez a��s, el n��ero de las democracias electorales casi se ha duplicado al llegar a la cifra de 120 pa��es, debido en gran parte a que las instituciones democr��icas ofrecen la mejor garant�� de respeto a los derechos humanos, as?como la mayor posibilidad de mejorar la vida de los ciudadanos. Como se��l?el vicepresidente Al Gore en su alocuci�� de noviembre de 1998 ante la cumbre de la CEAP en Malasia, "la historia nos ha ense��do que la libertad -- la libertad econ��ica, pol��ica y religiosa -- desata una porci�� del potencial humano m�� grande que ninguna otra manera de organizar la sociedad". Los acontecimientos recientes han confirmado que el gobierno democr��ico y los derechos humanos siguen inextricablemente entrelazados con nuestros esfuerzos de obtener para nosotros y para la posteridad las bendiciones de la prosperidad, la seguridad y la paz.

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