Publicación electrónica del Servicio
Informativo y Cultural de Estados Unidos
Vol. 2, No. 1, febrero de 1997
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"El Congreso no aprobará ley alguna respecto del establecimiento de una religión, o de la prohibición de libre ejercicio de la misma; ni restringirá la libertad de expresión o de prensa; ni el derecho del pueblo de reunirse pacíficamente y de peticionar al gobierno una reparación de agravios".
A la Primera Enmienda de la Constitución de Estados Unidos, que se cita en el párrafo anterior, se la considera con justicia la base de la tradición norteamericana de una prensa libare. Al redactar la enmienda, los fundadores de la Nación Norteamericana afirmaron el derecho fundamental de los ciudadanos de ser informados acerca de todos los aspectos de un asunto, sin interferencia gubernamental. Thomas Jefferson inclusive llegó tan lejos como para escribir: "Si yo tuviera que decidir entre tener un gobierno sin una prensa libre y una prensa libre sin gobierno, preferíría esto último". La convicción en la importancia que tiene una prensa libre de control gubernamental se ha mantenido constante a través de la historia norteamericana. Esa es la razón por la cual, entre otras cosas, Estados Unidos no cuenta con un ministerio de información para reglamentar las actividades de los periodistas; y no les exige que sean miembros de un sindicato.
En este número examinamos el significado de una prensa libre en su contexto más amplio. Porque, como el conocido periodista Marvin Kalb lo observa en la entrevista que abre este número, "una prensa libre debe tener una garantía legal y constitucional, pero eso no es todo lo que necesita". Una y otra vez, la consagración norteamericana a la libertad de prensa ha sido impugnada en los tribunales por los individuos, y hasta el mismo gobierno, en casos de supuestos ataques personales o amenazas a la seguridad nacional. James Goodale, asesor legal de The New York Times durante la publicación de los Documentos del Pentágono, menciona varios casos resueltos por el Tribunal Supremo que se han ocupado de tales impugnaciones, personales y gubernamentales, a la Primera Enmienda. Goodale encuentra que el Tribunal Supremo ha sostenido, generalmente, el derecho de la prensa de seguir adelante con su misión.
En el momento en que fue redactada la Primera Enmienda, la prensa escrita era el único medio de comunicación de masas. Hoy, se entiende que la libertad de prensa se aplica también a la radio, la televisión y las telecomunicaciones. La Primera Enmienda mantiene su pertinencia, incluso en una época en la que proliferan los recursos de información, para que el pueblo decida, en último término, cómo debe actuar su prensa, dice George Krimsky, ex jefe de la sección de noticias de los Servicios Mundiales de The Associated Press.
Pero, ¿cómo podemos estar seguros de que una prensa libre actuará responsablemente? De hecho, el público norteamericano se vuelve cada más crítico para con la manera como los medios de comunicación investigan y presentan la noticia, dice Bob Cadwell, editor del diario The Oregonian, quien cita ejemplos de cómo los medios de comunicación han tratado de atender esta preocupación pública.
Finalmente, los editores David Pitts y Deborah Brown informan acerca de una cantidad de organizaciones norteamericanas e internacionales que apoyan el desarrollo de una prensa libre en todo el mundo. Una de estas organizaciones, el Freedom Forum, ha construido un museo y un monumento a la prensa libre y a los periodistas que murieron tratando de hacernos llegar la noticia.
Temas de la democracia
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Vol. 2, No. 1, febrero de 1997