Por Bob Caldwell
Bob Caldwell, quien ha sido redactor, editor y encargado de atender las inquietudes del público en el diario The Oregonian, el más grande en la región noroccidental y del Pacífico, dice que las organizaciones noticiosas en Estados Unidos están respondiendo, aunque no con demasiado entusiasmo, a las quejas crecientes de los consumidores de una manera que demuestra la responsabilidad de la prensa.
Aunque en años recientes las políticas,
prácticas y calidad de la actividad informativa en Estados
Unidos han sido blanco de una oleada renovada de críticas
públicas y políticas, la industria ha
sido sorprendentemente ineficaz para responder a esa
desaprobación.
La Primera Enmienda de la Constitución de Estados
Unidos, desde luego, otorga a la prensa
derechos amplios y hace virtualmente imposible la
aplicación de reglamentaciones del gobierno,
más allá del alcance limitado de las leyes de
libelo. Aunque teniendo en cuenta el valor de una
prensa libre e independiente para el funcionamiento apropiado de
la democracia en Estados
Unidos --y es imposible exagerar su importancia en este
respecto-- muchos estadounidenses
creen que la independencia también implica que la prensa
tiene la responsabilidad de
reglamentarse a sí misma, o por lo menos ser más
responsable y abierta al escrutinio público.
Los tribunales estadounidenses otorgaron amplia latitud a la
prensa en el pasado a fin de alentar
el debate de los asuntos públicos y del gobierno. A fines
de la década de 1960 y durante la
década de 1970, era extremadamente difícil para las
figuras oficiales y públicas ganar juicios de
libelo contra las organizaciones noticiosas. Pero en años
más recientes, la preocupación de que
la prensa haya usado impropiamente su latitud para invadir la
intimidad de las figuras públicas
--cuya conducta privada podría no tener influencia alguna
en el proceso democrático-- ha
resultado en fallos judiciales que han reducido la latitud de la
prensa. También ha cambiado la
percepción pública con respecto a la prensa. Los
lectores y televidentes rutinariamente califican
pobremente a la prensa cuando se les pide que evalúen su
credibilidad; más y más
estadounidenses parecen inclinados a juzgar la calidad de la
prensa por la conducta de sus
representantes menos responsables.
El caso reciente en el cual una cadena estadounidense de
supermercados desafió los métodos
subrepticios usados en una investigación efectuada por una
organización televisiva sobre
supuestos métodos impropios para manejar alimentos --pero
no la veracidad de la información
difundida por la red de televisión-- promete encender una
nueva ronda de escrutinio de los
métodos de la prensa, no importa cual sea el fallo en la
apelación de este caso.
Los diarios han avanzado un poco más en el camino desde
los días en que debatían incluso si
iban a reconocer los errores cotidianos comunes, pero no han ido
muy lejos. El director ejecutivo
del Consejo de la Prensa de Minnesota, Gary Gilson, puntualiza
que la mayoría de los diarios
tratan las correcciones con desgano. Creo que más
organizaciones deberían seguir el ejemplo de
The New York Times, el cual ofrece ocasionalmente, junto
con las correcciones cotidianas,
extensos exámenes de la calidad periodística del
diario en una sección titulada Notas del Editor.
La organización de Gilson, establecida por diarios y
estaciones de televisión en Minnesota en
1971, no ha sido copiada ampliamente aunque su éxito ha
dejado de ser una cuestión de debate
serio. El Consejo de la Prensa de Minnesota investiga quejas
contra los medios de prensa,
conduce audiencias e imparte fallos en un proceso casi judicial.
Su apoyo financiero proviene de
la prensa, de las empresas de Minnesota y de otras fuentes no
gubernamentales. Desde su
creación, el consejo de 24 miembros (12 de ellos de
organizaciones periodísticas y los otros 12
de otras clases de actividades) ha considerado 1.560 quejas y ha
emitido fallos en 107.
Aproximadamente la mitad de su fallos han sido contra la prensa.
El método del Consejo de la Prensa de Minnesota para
resolver disputas sobre la calidad de la
prensa recibió atención nacional recientemente
cuando la popular revista de televisión de CBS,
60 Minutes, hizo un programa sobre la decisión
del Consejo de criticar a una estación de
televisión de Minneapolis-St. Paul por su manejo de una
investigación sobre Northwest Airlines,
que tiene sede en Minneapolis.
El fallo del Consejo sugirió que la estación
obtuvo buena información --informes de la
Administración Federal de Aviación que criticaban
las prácticas de mantenimiento de la
aerolíneas-- pero la manejó mal. La
estación entremezcló el informe sobre el
mantenimiento con
un relato amplio y sin fundamentos de intrigas e
intimidación de empleados que, a juicio del
consejo, difamaba injustamente a Northwest Airlines.
Las personas que vieron 60 Minutes podían
haber llegado fácilmente a la conclusión de que el
papel del consejo parcialmente fue intimidar a la estación
de televisión de Minneapolis,
ejerciendo por lo tanto un efecto paralizante en su
disposición a investigar informaciones
enérgicamente. Pero el gerente general de la
estación (quien llegó después del informe
sobre
Northwest Airlines) dijo que la estación
continuaría apoyando al consejo y sus esfuerzos.
Resulta interesante el hecho de que tanto la estación
como Northwest Airlines son contribuyentes
financieros del Consejo de la Prensa de Minnesota. Gilson dijo
que el informe de 60 Minutos ha
despertado un remolino de interés en las actividades del
consejo desde todo el país,
principalmente por parte de personas que no pertenecen a la
actividad periodística.
El consejo de la prensa desempeña dos funciones que
deberían considerarse vitales para la
prensa: le explica independientemente al público
cómo funciona la prensa y sirve como una
alternativa a los tribunales como método de resolver
disputas. Las personas que presentan quejas
ante el consejo de Minnesota, por ejemplo, deben aceptar por
adelantado que no entablarán
acciones judiciales contra las compañías de prensa
contra las cuales formulan sus denuncias.
Considerando lo que gastan los diarios y estaciones de
televisión en aranceles de abogados y
seguros contra libelo, deberían ser receptivos a la idea
del consejo de la prensa.
Pero no lo son. En años recientes fracasaron los
intentos de iniciar un consejo nacional de la
prensa y un esfuerzo para establecer consejos en Oregon y en el
estado de Washington. Fuera de
Minnesota, el Consejo Comunitario de la Prensa (Hawaii) --que fue
creado más o menos en la
misma época-- parecer ser el único consejo de
prensa que funciona en Estados Unidos.
Otro modelo de responsabilidad y crítica es el del
representante de los lectores dentro de la
organización noticiosa. El representante de los lectores
es generalmente un miembro del
personal a quien se le da cierta libertad para atender las
preguntas y quejas de los consumidores.
Por supuesto, cuanta más libertad se le da al
representante de los lectores, mejor es. Algunos
diarios, como The Washington Post y The Seattle
Times, han tratado de asegurar la
independencia del representante de los lectores
empleándolos sobre la base de contratos no
renovables. A pesar de los ejemplos sentados por algunas
organizaciones noticiosas importantes
--The Washington Post, The Chicago Tribune, The Boston
Globe y CBS News, por ejemplo-- las
compañías periodísticas han mostrado una
clara falta de entusiasmo por la idea de tener
representantes de los lectores. Hay más de 1.500 diarios
en Estados Unidos. Sin embargo, son
menos de 40 los que tienen representantes de los lectores.
Art Nauman, quien es la fuerza impulsora tras la
Organización de Representantes de los Lectores
(Organization of News Ombudsmen o ONO), una de las asociaciones
profesionales más
pequeñas del periodismo estadounidense, dice que la
cantidad de miembros estadounidenses de
la ONO se ha mantenido en alrededor de sus 36 miembros actuales
durante casi dos décadas. Es
interesante observar que la cantidad de miembros extranjeros de
la ONO ha aumentado en años
recientes. Ahora incluye unos 20 representantes de lectores de
otros países, incluso Japón,
España, Israel, México y Brasil. En 1997, por
primera vez en su historia, la reunión anual de la
ONO se efectuará fuera de Estados Unidos, en Barcelona,
España.
Gilson sugiere que los nuevos consejos, representantes de
lectores y simplemente respuestas
honestas y claras de las organizaciones periodísticas
atienden una enorme necesidad insatisfecha
de los consumidores estadounidenses de noticias. "Uno
esperaría encontrar más sed por hablar
francamente con el lector sobre lo que ocurre en la toma de
decisiones y reconocer deficiencias",
expresó. "Un momento en la que la actividad
periodística se encuentra enormemente preocupada
por la pérdida de lectores y confianza debería ser
un momento en que tendría que ser más
abierta".
Es difícil comprender por qué las empresas
periodísticas no han adoptado el concepto. Algunos
editores y gerentes dicen que la corrección de textos y la
verificación del contenido siempre se
hace teniendo presente al consumidor, por lo cual no hacen falta
esfuerzos más formales de
responsabilidad. Pero toda persona que haya sentado el pie en
una redacción sabe que allí rara
vez se ve u oye al lector o al televidente.
Mi propia experiencia como reportero, editor y director
periodístico durante más de 20 años
ciertamente no me preparó para el aluvión de
preguntas, interés y críticas que encontré
al ser el
primer representante de los lectores en la historia de mi diario,
The Oregonian. La descripción
de mi puesto era bastante típica del cargo de
representante de los lectores a través de Estados
Unidos. Iba a ocuparme de las quejas de los lectores y
dirigirlas a la sala de redacción por
cualquier medio que fuese apropiado. Esto significaba pasar las
quejas a los reporteros y a los
editores por medio de notas y de una crítica interna
periódica. También significaba escribir una
columna semanal sobre quejas de los lectores y otros asuntos
referidos a la calidad periodística
del diario. Algunas veces mi columna criticaba a The
Oregonian, y algunas veces lo defendía de
las críticas de los lectores.
Un lunes típico solía recibir entre 20 y 40
mensajes telefónicos de los lectores. En una semana
típica veía docenas de cartas, mensajes
facsimilares y notas electrónicas enviadas por los
lectores. En dos años como representante de los lectores
oí más críticas y preocupación
directa
sobre nuestro diario --y sobre el periodismo estadounidense en
general-- de las que había visto en
los 20 años previos. Otros representantes de los lectores
dicen que han tenido experiencias
semejantes.
Los editores que creen que pueden oír adecuadamente a
los lectores sin asignar específicamente a
alguien para la tarea simplemente se engañan a ellos
mismos. "A algunos editores y directores
les gusta ser más visibles en la comunidad que hace unos
20 años", dice Elissa Papirno, la
representante de los lectores en The Hartford Courant.
"De manera que asumen el papel de
representantes de los lectores. Pero en realidad carecen del
tiempo para la tarea".
Papirno y otros representantes de los lectores sugieren,
también, que quizás los periodistas son
más sensibles a las críticas que la gente sobre la
cual escriben. Esto los hace menos dispuestos a
apoyar una autocrítica formal, a pesar de que los
consumidores clamen por ella.
"Algunas veces uno se pregunta si no sería mejor que la
gente de la redacción enfrente
directamente la lluvia de críticas", dice Papirno. "Eso
podría cambiar su actitud". Pero los
periodistas son simplemente humanos y es sencillamente humano ser
defensivo acerca del
trabajo propio. Si a la sensibilidad con que se defienden los
periodistas estadounidenses se
agregan las amenazas percibidas a su independencia, no se
encontrarán muchos oyentes atentos
en las redacciones cuando se trata de críticas desde
afuera.
Por lo tanto hay otros métodos de conectarse con los
lectores y otras maneras de hacer
responsables a las organizaciones periodísticas. El
profesor Arnold Ismach, de la Universidad de
Oregon, quien algunas veces actúa como consultor del
Consejo de Prensa de Minnesota,
puntualiza que esa causa ha siso adelantada por el crecimiento
vigoroso de la crítica periodística
en la prensa alterna, las revistas, los diarios nacionales y el
Internet. Esto podría haber reducido
también la necesidad de consejos de prensa, representantes
de los lectores y otros métodos
formales de "responsabilidad". Las organizaciones como la Sociedad de Periodistas
Profesionales y el grupo de Jefes de Redacción de
The Associated Press han
adoptado y distribuido modelos de códigos de ética,
que algunas organizaciones periodísticas
tratan de seguir.
Adicionalmente, hay muchos ejemplos de autocontrol en la
prensa estadounidense que no
requieren acciones formales. Por ejemplo, la mayoría de
las organizaciones periodísticas de
Estados Unidos declina publicar el nombre de las víctimas
de violaciones, aunque esos nombres
pertenezcan al dominio público en cada corte judicial y
estación de policía del país. Al retener el
nombre, la prensa acepta salvaguardar la intimidad de la
víctima. En un caso que involucra a la
comunidad estadounidense más grande, los directores de
The Washington Post y The New York
Times decidieron aceptar las demandas del terrorista
Unabomber a cambio de su promesa de
poner fin a sus envíos de cartas bombas por correo. En
una derivación irónica, el estilo y
contenido del manifiesto --que los diarios nunca habrían
publicado sin su exigencia y amenaza--
condujeron directamente al arresto del sospechoso.
Art Nauman, del diario The Sacramento Bee,
señala los esfuerzos de su propio periódico
para
conectarse con los lectores a través de una variedad de
maneras, incluso el mejor acceso
telefónico a redactores y editores y la
participación activa del diario en las reuniones
comunitarias. Esas acciones son cada vez más comunes a
través del país. Nauman dice que
"todo lo que pueda hacer un diario para comprender, o escuchar o
conectarse con sus lectores
construye credibilidad".
En el mejor de los casos, esos esfuerzos aseguran a los consumidores que las organizaciones periodísticas tienen un interés en su comunidad y en mejorar sus productos informativos. Además de "conectarse" con sus lectores, las organizaciones noticiosas deben hacer un esfuerzo más grande para escuchar a sus críticos, pensar acerca de las críticas y luego atenderlas. En suma, necesitan seguir el consejo de Gina Lubrano, la representante de los lectores en el San Diego Union-Tribune. "Mi función --dice--, es ser la conciencia del periódico".
Temas
de la
democracia
Publicación Electrónica de USIS, Vol. 2, No. 1, febrero
de 1997.